Ángel Mengíbar
Sábado, 10 de junio 2023, 19:50
Manuel, Isidro y Diego no llegan a la preadolescencia ni sumando sus tres edades. Sin embargo, ya pasean a caballo como auténticos jinetes por las calles del ferial de Granada. A sus 3, 4 y 5 años, respectivamente, combinan las clases del parvulario y del ... cole con el Corpus. Una fiesta a la que que presentan con espuelas y arreando su corcel con maestría como sus mayores, los encargados de enseñarles la tradición literalmente desde la cuna.
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Los caballos siempre han formado una parte importante en los Taboada Morales. La familia gestiona diversas cuadras y picaderos, lugares donde Isidro tiene la oportunidad de aprender a montar y domar de la mano de su padre. «Él es profesor de hípica. Los caballos han sido su hobby desde siempre y ahora intenta transmitírselo a nuestro niño. Por ahora le llama bastante la atención», comenta a IDEAL la madre de Isidro, Encarni Morales.
El pequeño pasea junto a sus amigos subido a lomos de Bulería, un noble caballo de color marrón que sigue las indicaciones de su jinete. No le falta detalle. Luce sombrero plano, fajín, espuelas... hasta lleva el pelo engominado hacia atrás. Un 'look' ecuestre y feriante a más no poder. «Los niños son los primeros que están encantados. Se ven con la ropa típica que llevan sus padres y se quedan embobados», añade. Y los niños no son los únicos.
Conforme los caballos suben la calle La Caña las casetas se vacían. Todo el mundo sale a recibir a los jinetes con admiración y ternura. Ellos mantienen el paso con mirada firme al frente y manejando a la bestia con técnica. En un momento dado, se detienen y el público del ferial aprovecha para hacerse fotos con los nuevos ídolos del Corpus. «Algunas chicas hasta piden subirse con ellos para fotografiarse. Ellos no entienden mucho, pero se lo pasan pipa», prosigue Encarni.
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Encarni también se sube al caballo junto a su esposo y su pequeño. Como las otras madres, el disfrute no es completo. «Siempre te da cosa verlos tan chicos encima de un animal tan enorme. No es miedo, pero sí respeto. Y es bueno tenérselo. No sabemos si en el futuro se dedicarán a los caballos como sus padres o abuelos. Que hagan lo que quieran mientras sean felices», sentencia con una sonrisa de oreja a oreja. Es el amor de una madre. El verdadero caballo ganador del Corpus de Granada.
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