Corpus de Granada
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Corpus de Granada
Un jueves con corazón de niño y sabor a CorpusEra mediodía y el sol pegaba fuerte en la plaza de Bib Rambla. Algunos niños, acompañados de sus padres y abuelos, se refugiaban del calor bajo la sombra de los árboles. Eran muchos los que no se despegaban de la botella de agua; en días ... así, es importante hidratarse. Pero la mayoría, más que preocuparse por Lorenzo, admiraba a los verdaderos protagonistas de la jornada de ayer. Carruseles, castillos hinchables y otros juegos infantiles habían invadido uno de los puntos neurálgicos de la ciudad nazarí bajo la ansiosa mirada de los más pequeños. Mientras la tradicional procesión del Corpus Christi se abría paso en los alrededores, música de todos los estilos envolvía el ambiente e invitaba a disfrutar. Los más pequeños habían tomado el corazón de Granada.
Entre camas elásticas, puestos de comida y globos de helio de Doraemon y Hello Kitty, destacaba el mítico carrusel de madera que desde hace veinticinco años corona Bib Rambla. Es la estrella de la plaza por norma general y ayer no causó menos sensación que otros días. Cada una de sus figuras están hechas a mano. Además, es ecológico;funciona dando pedales. José Carlos Beneroso es quien lleva el ritmo. Para este jueves de Corpus, apostó por un nuevo entretenimiento para los niños: un carrusel fabricado con ruedas de coche. A lomos de caballos, ciervos y otros animales de caucho reciclado, los peques daban vueltas expectantes. Sus familias, más emocionadas, los saludaban desde abajo.
Las propuestas eran muchas, unas más clásicas y otras más curiosas. Así se percibía, desde luego, la que Jesús eligió para dar por finalizado su paseo de Corpus por el centro de Granada. Con tan solo cinco años, este granadino quiso probarse a sí mismo en una actividad que buscaba fomentar la inclusión y la accesibilidad en la sociedad de personas sordas, ciegas y con movilidad reducida. «Elige cualquiera menos sordo, para variar un poco», sugirió con gracia su padre, Carlos Rodrigo. El pequeño tiene hipoacusia; oye con audífonos. De hecho, en IDEAL ya se habló de él hace tres años, cuando los perdió mientras paseaba con sus abuelos por el Parque Federico García Lorca. Hubo final feliz; los recuperó.
Dado su contexto, Jesús prefirió ayer experimentar la ceguera, la sensación de no ver. Una monitora tapó sus ojos con un antifaz y le dio un bastón para guiarse por el itinerario establecido le resultara más sencillo. De primeras, intentó reconocer disintos elementos, como chuches y algodones, a través del sentido del tacto. Después, tuvo que esquivar varios obstáculos. El objetivo era completar el circuito hasta volver a la casilla de salida. Y Jesús lo consiguió. «Ha sido súper súper difícil. No veía nada», aseguró el niño nada más volver junto a su padre.
Más allá de los divertimentos infantiles y familiares típicos, el día del Corpus Christi estuvo marcado por una amplia oferta cultural y de ocio. Altares, escaparates y balcones embellecían distintos puntos del recorrido de la procesión. «Hay que acercarse para verlo bien. ¿Os habéis acercado? Si no os acercáis no lo vais a entender», insistía una señora a sus acompañantes mientras contemplaba el altar ubicado en Reyes Católicos. La calle estaba a rebosar de gente, al igual que Gran Vía, donde el tránsito fue exclusivamente peatonal durante unas horas.
Aunque el de ayer no fuese su día especial, la Tarasca de este año, vestida por la diseñadora Arantxa Orantes, también se dejó ver en la plaza Trinidad. Respaldada por cabezudos y gigantes, acaparaba todas las miradas de quienes pasaban por allí. A escasos metros, las terrazas de los bares comenzaban a llenarse. El calor apretaba y se acercaba la hora de comer. ¿Habría sitio para todos? La realidad es que, sobre la una, todavía podía haber suerte. Pasada la plaza del Carmen, en la calle Navas, famosa entre los turistas por su oferta de tapeo, aún era posible elegir dónde sentarse a tomar un refresco y reponer fuerzas.
Sin embargo, hacia las dos de la tarde, vuelta a Bib Rambla, ya no quedaba una sola silla sin ocupar. Raciones y cañas brillaban a partes iguales bajo un sol sofocante que solo los toldos, con ayuda de los vaporizadores de agua de los bares, podían calmar. Las familias se acomodaban mientras leían las cartas y los niños volvían a la calma tras una sesión de adrenalina protagonizada por los lunares, las flores y los abánicos. Un Centro de Granada con mucho sabor a Corpus.
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