Viernes, 17 de junio 2022, 16:53
El Corpus son muchas cosas. Es baile, también cante pero, sobre todo, es una fiesta. Tanto para el público como para los caseteros. La Peña Los 17 hace gala de ello con su concurso de arroz en paella. Hasta cinco casetas entran en liza para ... dar de comer a 120 personas. La carrera hacia lo más alto del podio sería dura y escabrosa si no hubiese feria de por medio. Aquí la competición se basa en divertirse hasta que caiga el sol.
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Con los fogones en plena calle Zambra, Maribel calcula el arroz que debe arrojar a la paella. «Compito con La Cachucha y espero llevarme el primer premio, aunque calculo mejor las cantidades para 60 que para un jurado», explica mientras sus compañeros Luis, Ana Paqui y Javier lo tienen claro. «Nuestro arroz es el mejor», prometen cerveza en mano. No se subirán al podio.
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El oro se lo lleva la abuela de la competición. Pepa lleva 40 años en los fogones de su restaurante en Armilla. Su paella valenciana con garrofón, habichuela ancha, pollo y conejo engatusa a los jueces. «Ven, que te he guardado un poco», me dice la ganadora de Los 17. Desde luego, el arroz está en su punto. La carne, tierna como una caricia. De Champions League.
La Alboreá y Viva la Pepa se conforman con el segundo y tercer puesto. José, de El Farol, no coge medalla a pesar de sus esfuerzos por 'granadinizar' su paella. «Mi sofrito era muy colorido. Nos hemos basado en la taracea tan típica de nuestra tierra», comentaba seguro de su triunfo. Otro año será.
Habrá ganadores y también vencidos, pero el arroz dura poco en todos los peroles. Son más de las tres de la tarde y el hambre no perdona. Gabriel, uno de los socios de toda la vida de Los 17, es el encargado de coordinar el cocinado. «Nos gustaría tener en liza a más casetas, pero estamos contentos con lo que tenemos. Todos los años hay buen nivel y este no ha sido distinto. Anda, probad, que se acaba».
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Que no cunda el pánico. Queda arroz para un regimiento. Fico (como el del Barça que se fue al Madrid pero con 'c') se encarga del arroz de los socios después de toda una romería. «Vengo del Rocío, pues soy muy rociero, y con mi mujer tampoco falto al Corpus. Yo hago la paella de los socios, que no compite pero está para chuparse los dedos».
A sus 64 años (pronto 65), le sobran las fuerzas para una buena fiesta. Tras dos años de parón, la feria se coge con ganas. Lo mismo le ocurre a María José, que rellena los vasos vacíos como ese amigo que inaugura la botella en el centro del botellón. «Lo que te haga falta, me lo pides, corazón». Amor total. Así da gusto venir al Corpus.
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