El recinto ferial continúa reuniendo a caseteros, familias y amigos para celebrar las fiestas

Sorpresa igualmente porque, hablando de otras personas que nos hacen más fácil estas jornadas, tuve la suerte de saludar al Jefe Superior de la Policía Nacional de Andalucía Oriental, José Miguel Amaya, de paisano –aunque sé que el teléfono no lo abandona, por si es necesario–, que disfrutaba de un almuerzo en la Casa de Motril, y que me permitió romper su ocio con una foto y una charla en la que participaban su mujer, Yolanda Mosquera, y sus cuñados, Mari Cruz Mosquera y José Antonio López de los Mozos; Encarnita Huertas y Rafael Sotelo; y Pili Cuenca y Jesús Hernández.

Reunión de amigos que se repetía en La Castañuela. Fui para saludar al presidente de los Caseteros, Claudio Rodríguez, pero no coincidimos. Sí estuve charlando con Antonio Santamarina, que me contaba detalles de las «muchas ganas de volver a la Feria». De hecho, me decía que desde el jueves anterior al alumbrado ya estaban por allí. No en vano llevan casi treinta años juntos, en familia, y con dificultades muy concretas: «Nos encantaría tener más socios pero necesitamos ampliar espacio». Seguro que lo consiguen.

La caseta es una fiesta continua con música que anima el espíritu, y que comparten otras socias como Elisa Gea y Carmen Guirado, ¡qué sorpresa!, la persona que tuve la suerte de que me presentara en el pregón del casetero que, no me canso de presumir, tuve el honor de ser la primera mujer en pronunciar.

Pude charlar también con Alberto Ruiz, de Aires de Fiesta, que me daba nuevos datos de su caseta –tenemos que actualizarnos–. Por ejemplo, que llevan 33 años en el tajo, que tienen 58 socios y que saben lo que es divertirse. Puedo dar fe.

Una alegría inmensa encontrarme con Pepe Espadafor, de Industrias Espadafor –insignia empresarial de nuestra tierra– junto a su familia, incluidos tres nietas y un nieto. Como me encantó saludar a Mercedes Romerosa junto a su marido, Andrés Navarro, con el que tiene tres hijos, Luis, Pablo y Beatriz, que tiene ya cinco años, y de cuya espera –cómo nos reímos recordando esta anécdota– dimos la 'exclusiva' en esta misma Mirilla. «Me llamaban porque aún no se lo había contado a casi nadie», me recordaba Mercedes, en algo tan bonito, que siempre nos unirá.

Paseo por las calles, envidiando a mis compis Ángel Mengíbar y Alfredo Aguilar, que sufrían –en el calor sí es cierto– los fogones de las paellas de Los 17. Los detalles los cuentan ellos, pero yo sí puedo hablar de la auténtica regeneración generacional de la caseta que pudimos plasmar con algunos de las más peques –primer a feria en la mayoría de los casos– que disfrutaban –el helado siempre ayuda–, a que podamos llevar a cabo el Corpus que Granada quiere. No hay comparación, solo orgullo de nuestra tierra. Y los que venimos de fuera, aún presumimos más.

No quiero olvidarme de Antonio Vallejo, José Manuel Pertíñez, Rogelio Palomino y las hermanas Lourdes, Almudena y Elena Navarro. Muchos nombres y caras conocidas –mañana les hablaré de más– que, en algunos casos, he podido recuperar después de tantos años.

Con un halo de tristeza el alcalde de Churriana de la Vega, Antonio Narváez, que subió a la feria pocas horas antes de marchar hasta Badajoz para acudir a la despedida de un churrianero ilustre, Antonio Montero, arzobispo emérito de Mérida-Badajoz. Estará en su sepelio junto a Lourdes Ramírez y Roda Marcos y el hermano mayor de la Virgen de la Cabeza, Miguel Ángel López. Monseñor se lo merece. Descanse en paz.