David Fandila ‘El Fandi’, en un desplante a su primer toro, al que cortó las dos orejas tras cuajar una gran faena. El granadino ofreció su mejor versión artística.

Gran 'Fandi' y gran Manzanares

Granadino y alicantino cortan tres orejas cada uno y ofrecen su mejor versión ante dos bravos toros de Zalduendo

F. MARTÍNEZ PEREA

Sábado, 21 de junio 2014, 01:07

Hace muchos años que 'Morante de la Puebla' enamoró a Granada, seguramente porque Granada, su cielo, su plaza y su ambiente suelen inspirar al sevillano. Hace muchos años también que David Fandila 'El Fandi' mantiene un romance apasionado con su gente y su plaza, en la que ha protagonizado gestas memorables y alcanzado sus mayores triunfos. Y hace menos años, pero también algunos, que José María Manzanares, hijo, es santo de la devoción artística de un público que ha vibrado y se ha emocionado con su toreo, ese que solo está al alcance de diestros como él, sobrado de técnica, de valor y de arte. Unidos, por tanto, tres espadas que, desde conceptos artísticos claramente diferenciados, gustan y se gustan por estos pagos. Uno, el de Puebla del Río, siempre imprevisible, por su genialidad. Otro, el granadino, por su raza inagotable. Y el de Alicante, por su extraordinaria clase. Faltaba tan solo, por tanto, que los astados de Zalduendo y Juan Pedro Domecq ayudaran lo suficiente para que el 'ménage à trois' amoroso con la Monumental de Frascuelo sumara nuevas y ardorosas pasiones. Y los toros, sobre todo dos de los tres de Zalduendo, pusieron de su parte las dosis necesarias de bravura encastada para que los coletas triunfaran, aunque hubo otros que se salieron del guión de la boyantía y presentaron algunos problemas -no muchos- para los lidiadores.

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Con ese material, el lote menos propicio le correspondió a 'Morante', que fue por momentos el de las grandes tardes -arrebatado y con los duendes a flor de piel- aunque no terminara de redondear del todo con ninguno de sus dos oponentes, uno porque dejó su escasa raza en el caballo y el otro porque apenas repitió las embestidas. Aún así, el sevillano dejó para el recuerdo con su primero unas verónicas a cámara lenta de exquisita plástica y dos medias de auténtico cartel, ebrias de torería y sentimiento. Y ya con la muleta, pasajes de toreo excelso en redondo, varios naturales de ensueño y chispazos que incendiaron los sentidos de un público entregado. A falta de intensidad por las carencias del toro, 'Morante' se mostró fácil, lúcido, entregado y sobrado de valor. Lástima que pinchara antes de cobrar la estocada con la que mandó al de Juan Pedro al desolladero porque seguro que el público hubiera pedido una oreja para él.

Con el cuarto, el menos bueno de Zalduendo, 'Morante' volvió a intentarlo. Se hizo ovacionar con las verónicas a pies juntos y remató el recibo capotero con una preciosa media belmontina. Después, muleta en mano, trincherillas de primor, pases de la firma, derechazos de enorme enjundia, pases de pecho y algún natural suelto sentido y templado, pero todo ello sin la ligazón necesaria porque el toro, con escasa entrega y corta embestida, no permitía logros mayores. La espada, además, le jugó una mala pasada y las opiniones se dividieron cuando el de Palma del Río salió a saludar desde el tercio.

Un gran Fandi

David Fandila 'El Fandi' desplegó toda su artillería pesada desde que se arrodilló para recetarle una larga cambiada al segundo de la tarde hasta que finiquitó de extraordinaria estocada al quinto. Salió a revientacalderas y cinceló su indiscutible triunfo a golpe de corazón, de valor, de carisma y también de buen toreo, que lo hubo tanto con el capote como con la muleta. Y es que 'El Fandi', después de esa larga cambiada, trató de lucirse también a la verónica sin llegar a conseguirlo del todo porque el toro, que apuntaba cosas muy buenas, salió suelto por su propia codicia. Lo sujetó después al llevarlo a caballo para el simulacro de puyazo- no dejó prácticamente que lo picaran- y terminó de fijarlo en un ceñido quite por chicuelinas. Después llegó el espectáculo de las banderillas, imponente. Un primer par de poder a poder, otro de su particular moviola, con carrera hacia atrás, y un tercero al violín, en los tres casos con absoluto y apabullante dominio de los terrenos y perfecta reunión a la hora de clavar. Y apareció a continuación la mejor versión de un Fandila firme y poderoso que, muleta en mano, cuajó varias series con la derecha en las que hubo ajuste, templanza y firmeza y otras al natural de mano baja en las que afloró la templanza, la despaciosidad y la largura. Un Fandi en otra dimensión, toreando para él, con pausas, con gusto, sin concesiones gratuitas, muy de verdad, con recursos artísticos para cada situación, con intensidad y, además, en total sintonía con el público, totalmente identificado con todos y cada uno de los pasajes de su toreo, incluidos los postreros en cercanías porque el bravo burel empezaba a quedarse sin motor. Y como remate, una sensacional estocada recibiendo de efectos fulminantes. Indiscutibles, por tanto, las dos orejas que paseó, que le aseguraban su puerta grande número 42 de 45 comparecencias en la Monumental de Frascuelo. ¡Casi nada!

Salió 'El Fandi' dispuesto a repetir triunfo con el jabonero de Juan Pedro que salió en quinto lugar, pero el toro no tenía ni el fondo ni la clase ni el empuje del segundo y la faena, aunque con momentos interesantísimos, no tuvo la misma entidad. Espectacular, eso sí, el recibo de capote rodillas en tierra, las chicuelinas posteriores y, sobre todo, las lopecinas del quite, todo un regalo para los aficionados. Muy bueno también el tercio de banderillas, aunque sin la vibración del anterior. Y sin tacha alguna la faena de muleta, en la que puso más el torero que el toro. El arrimón final y la soberana estocada le permitieron al ídolo local sumar su tercer apéndice. Se pidió, incluso, el doble trofeo.

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La clase de Manzanares

José María Manzanares también se sumó al carro del triunfo por la vía de la contundencia. Porque contundente, aunque algo desigual fue su primera faena, extraordinaria la segunda y las dos un prodigio de torería. Enorme ciertamente el alicantino, que entendió a la perfección a sus dos toros y consiguió exprimir el fondo de bravura de ambos, escaso en el caso de su primero y muy generoso en el otro, un toro de Zalduendo, siempre a más, con un pitón derecho extraordinario y con motor sobrado para soportar las exigencias del alicantino, de nuevo, sobre todo con el que cerró plaza, en figura de altísimos vuelos. Por la técnica, por la dimensión artística de las series que logró con las dos manos y por su gran entrega.

Terna de sevillanos en la última corrida de a pie

  • sábado

  • Esta tarde, en la Monumental e Frascuelo, en la última corrida de a pie del serial, van a hacer el paseíllo tres espadas sevillanos, uno de Salteras, Manuel Jesús 'El Cid', y dos de Gerena, Manuel Escribano y Daniel Luque. Novedad es Manuel Escribano, un torero que entró el pasado año en la corrida de Miura de la Feria de Abril sevillana merced a una sustitución y que salió de ella como uno de los triunfadores del ciclo hispalense, éxito que, además, le sirvió para entrar en muchas ferias de postín y, sobre todo, para tener la oportunidad de reivindicarse tras permanecer varios años en el ostracismo a raíz de tomar la alternativa. Los otros dos espadas son sobradamente conocidos por la afición granadina, a la que han brindado grandes tardes. La última comparecencia de ambos fue en el festival de Granadown celebrado en abril, en el que triunfaron rotundamente, cortando un rabo 'El Cid' y dos orejas Luque. Los toros a lidiar son de Núñez del Cuvillo, ganadería que ha cosechado grandes éxitos en Granada.

Un Manzanares que recordó al de sus tardes más gloriosas y que lo bordó con la muleta. Hubo hondura, largura, ligazón, temple y gusto. Es decir, clase de la buena. Y todo ello, además, con generosidad. Manzanares quiso, pudo y se sintió cuando sus oponentes le dejaron interpretar el toreo al dictado de sus más profundos sentimientos. Grande, muy grande, el joven maestro. Y excepcional su forma de ejecutar la suerte suprema. Mató a su primero de estoconazo en todo lo alto utilizando la técnica del volapié y al otro recibiendo. El mejor refrendo, sin duda, para una actuación global que deja huella. Más que justa la oreja que le cortó al tercero y las dos del sexto.

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Por cierto que ese gran toro de Zalduendo que puso en bandeja el triunfo del alicantino y que cerró el segundo festejo de abono de la feria granadina, de nombre 'Tonteras', es hijo del que indultó 'El Fandi' en León en 2005, de extraordinaria bravura y nobleza. Lógico que Fernando Domecq mostrara su felicidad por todo lo vivido en el coso granadino, que volvió a presentar el aspecto de las grandes ocasiones, con lleno en los tendidos -faltó muy poco para que se colgara el «no hay billetes»- y un ambiente fenomenal. Confiemos en que todo siga igual en los dos festejos que restan. Hacía falta una feria así en Granada.

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