Leonardo Hernández, con tres orejas, se erigió en triunfador numerario del festejo.

Epílogo triunfal con rejoneo del más alto nivel

Imponentes Diego Ventura y Leonardo Hernández y a gran nivel también Sergio Galán con el peor lote

maría dolores martínez

Lunes, 30 de mayo 2016, 00:19

Cuando en el ruedo coinciden tres intérpretes del arte del rejoneo como Sergio Galán, Diego Ventura y Leonardo Hernández el espectáculo está garantizado a poco que los toros embistan. Pero no solo el espectáculo, sino también la emoción, la vibración y, consecuentemente, el clamor. No suelen fallar y ayer tarde, en el remate del serial granadino, los tres caballeros citados ofrecieron una tarde redonda, con algunos pasajes ciertamente apoteósicos que el público, entregadísimo, supo reconocer. El rejoneo volvió un año más a reivindicar por la vía del triunfo todos sus muchos valores y a demostrar que pasa por el mejor momento de su historia.

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Sergio Galán, con el que abrió plaza, solo pudo saludar una ovación porque el toro de Castillejo de Huebra hierro que se presentaba en Granada no le ayudó. El esfuerzo del madrileño creció en la medida que disminuía el celo del astado. Lo mejor, las banderillas a una mano con Ojeda y Óleo. Un esfuerzo que tuvo su versión corregida y aumentada con el cuarto, un remiendo de José Manuel Sánchez que ya cantó sus carencias en los rejones de castigo con Amuleto y se fue directo a la puerta de toriles cuando Galán volvió a salir con Capricho. A partir de entonces toda la lidia se le fue en luchar contra la querencia del toro, meterlo en la grupa y tirar de sus embestidas para que las banderillas se sucedieran con el propio Capricho y con Apolo. Redondeó con las rosas a lomos de Fado y con Olé mató con efectividad pese a que el toro ya estaba parado. Paseó una oreja tras pedirse con fuerza una segunda.

Diego Ventura perdió con los aceros la recompensa a una labor de mucha emoción, que ya caló en los rejones de castigo con Lambrusco. El galope de costado y las batidas en la cara con que adornó las tres banderillas con Nazarí dieron paso a dos impresionantes quiebros con Maño y las cortas al violín con Remate que acabaron de entusiasmar al respetable. Tuvo que echar pie a tierra para acabar con el astado y la gran obra construida hasta entonces quedó en ovación.

Ventura volvió a estar imponente con el quinto y en esta ocasión el golpe de verduguillo que siguió al rejón de muerte no desmereció en absoluto el doble trofeo, ganado a ley. Al toro le faltó un poco más de celo para seguir las cabalgaduras, pero no a Ventura para irse siempre a la cara con decisión. Hasta toreó con la grupa de Roneo en el conjunto de una labor en la que se movió a placer por la plaza y desató clamores en los quiebros con Fino y las cortas y rosa con Duelo.

El tercer toro, primero de Leonardo, se quedó muy parado cuando el extremeño se disponía a rematar su vibrante labor, precisando de medio rejón, pinchazo y otro entero que bajó el valor de su actuación. Había salido como un león y su suficiencia y dominio de los terrenos se pudieron ver en las banderillas con Amatista, el quiebro con Olé y el apretado remate de las cortar al violín con Despacio que hubieran puesto en sus manos, de seguro, una oreja más de la cortada de no marrar con la espada.

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Con el que cerró plaza Leonardo salió a revientacalderas, dispuesto a refrendar su triunfo, cosa que logró de forma incuestionable. Tuvo su labor más concesiones a la galería, tanto con Despacio en las banderillas como con Sol en las cortas al violín, pero sin devaluar su toreo. Coronó su faena con el adorno del teléfono entre el clamor de una plaza rendida a su carisma y madurez. Mató de medio rejón y otro entero y el público pidió con mucha fuerza las dos orejas, que le fueron concedidas.

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