Ver fotos

Pase de pecho del sevillano Pablo Aguado al primero de su lote, al que le cortó dos orejas. alfredo aguilar

Cautiva la naturalidad y torería de Pablo Aguado

toros ·

Enorme entrega en 'Morante de la Puebla' y gran actuación sin espada de José María Manzanares

francisco martínez perea

Lunes, 21 de junio 2021, 00:05

Monumental de Frascuelo: Cuarta y última corrida de la aplazada Feria del Corpus. Alrededor de dos tercios del aforo permitido por las medidas sanitarias.

Publicidad

Ganadería: Toros de Hermanos de García Jiménez (primero como sobrero, tercero, cuarto y sexto), Olga Jiménez (segundo) y Daniel ... Ruiz (quinto, como sobrero), desigualmente presentados. Destacó por su gran juego el tercero.

Actuantes: Morante de la Puebla (vainilla y azabache), división de opiniones y oreja tras aviso. José María Manzanares (grana y oro), gran ovación en ambos. Pablo Aguado (azulón y oro), dos orejas y ovación tras aviso.

La feria del reencuentro, condicionada, amenazada y finalmente alterada por esa pesadilla llamada covid 19, concluyó ayer con un balance positivo y dejando muchas cosas para el recuerdo. Los hermanos García Jiménez, Toño y Jorge, apostaron fuerte por un serial limitado en cuanto a número de festejos pero de lujo y el acierto, a la vista de los registros artísticos, ha sido total. Las figuras han dado la cara, la presentación de los toros lidiados ha sido correcta, el juego de muchos de ellos más que interesante y la afición ha podido disfrutar de buenos espectáculos.

Publicidad

Hay cosas que se pueden y deben mejorar de cara al futuro, pero lo fundamental en la situación actual que vive la Fiesta, sin duda una de las grandes damnificadas por los efectos de la pandemia y el bochornoso abandono de la clase política dirigente, era arrancar como fuera, ponerla de nuevo en el escaparate de los acontecimientos lúdico-sociales-culturales que comienzan a recuperar el pulso y sentar poco a poco las bases para que la añorada normalidad deje de ser un guiño al sol. Queda por delante una ardua tarea, quedan en Granada algunos compromisos que no deben caer en saco roto –el festival de Granadown y la miniferia de septiembre entre ellos– pero esta atípica feria del Corpus sin Corpus ni fiestas debe poner alas a la ilusión de todos.

Los aficionados han respondido en la medida esperada a pesar de las incertidumbres y los aplazamientos y merecen nuevas oportunidades de demostrar que están ahí para ayudar a que el toreo y todo lo que representa siga siendo, tal y como afirmara en su día el universal poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca, la fiesta más culta del mundo.

Publicidad

Sentimiento y torería

Una fiesta que ayer, en la Monumental de Frascuelo, acrecentó su carácter artístico con el hacer de tres diestros que han cincelado su personalidad a golpe de sentimiento y torería, genial en el caso de José Antonio 'Morante de la Puebla', recia y de impecable técnica en el de José María Manzanares y natural y espontánea en el de Pablo Aguado. Tres sensibilidades perfectamente definidas, tres formas de expresión coincidentes en lo fundamental y mucho que ofrecer frente a un encierro de Olga Jiménez y Hermanos García Jiménez, en tipo, con casta, bravura y nobleza e ideal, por tanto, para que la tarde, tan esperada, discurriera , como así fue, por la senda del triunfo pese a que solo se cortaron tres orejas.

Hubo, claro, disparidad en el comportamiento de los astados de dos de los hierros de la Casa Matilla, ambos con idéntica procedencia, hubo también toros que fueron devueltos a los corrales por inutilizarse en el ruedo, pero ninguno de los lidiados, incluidos los dos sobreros, presentaron dificultades insalvables. El primero bis, de García Jiménez, no estuvo a la altura de sus hermanos y el quinto bis, de Daniel Ruiz, distó también de parecerse en cuanto a motor y clase los enviados por el ganadero albaceteño para la corrida del sábado.

Publicidad

Morante, imprevisible

Del torero cabeza de cartel, el sevillano 'Morante de la Puebla', imprevisible para lo bueno y lo malo, siempre cabe esperar que los duendes que suelen inspirar las grandes obras acaricien con fuerza su alma de artista y disparen su sensibilidad. Porque cuando eso ocurre –y en Granada hemos disfrutado muchas veces de ello– el toreo cobra una dimensión distinta y todo cuanto acontece en el ruedo se impregna de sutil fragancia. 'Morante', como lo fuera en su momento Curro Romero o Rafael de Paula, es un genio creador que convence y entusiasma con lo que hace y hasta con lo que apenas insinúa. Porque en su forma de comunicarse no cabe la ambigüedad. Todo se reduce a sentir y transmitir, a soñar y disfrutar. O, en el peor de los casos, cuando pintan bastos, a la nada. Pero ese 'Morante', a diferencia de otros consumados aristas, tiene valor sereno y, además, dotes lidiadoras.

El toro titular que abrió plaza acreditó bravura y mucha clase hasta que, por humillar en extremo, y tras emplearse en cuatro verónicas formidables del sevillano, clavó los pitones en el ruedo y dio una voltereta que lo dejó maltrecho. La presidencia sacó el pañuelo verde, el toro fue devuelto y el sobrero que lo sustituyó fue un verdadero fiasco, un toro sin raza ni celo que solo permitió a un voluntarioso 'Morante' firmar un par de trincherazos marca de la casa y algún que otro detalle suelto.

Publicidad

Con el cuarto, el más desclasado de los toros de Hermanos García Jiménez, el de la Puebla quiso, pudo y terminó por cortar una oreja de enorme mérito. Le buscó las vueltas, le dio una lidia inteligente, arriesgó en un trasteo condenado aparentemente a la mediocridad y, para sorpresa de todos, terminó por enjaretarle un par de tandas de extraordinaria torería. Tanto extendió la faena que llegó a sonar un aviso. Aparte sutilezas y ese final de toreo de otros tiempos, con recursos que hubiera firmado Joselito El Gallo, esta vez el genio convenció por su entrega, por su voluntad de hacer y por su profesionalidad. El público, además, lo supo reconocer.

José María Manzanares, en plena madurez artística, sin más exigencias que las propias de un torero que sabe lo que quiere y tiene argumentos sobrados para lograr lo que se proponga –le sobra valor, inteligencia y técnica– anduvo con sus dos toros a la altura de su condición de figura. La faena realizada al segundo fue de comprensión rápida y ejecución lenta. Vio pronto la engañosa condición del toro, muy exigente y con muchas teclas que tocar, se puso en el sitio, le dio la fiesta necesaria y logró someterlo con un toreo de calidad, sobre todo por el pitón derecho. Su empeñó en matar recibiendo le costó la oreja que ya tenía ganada. Y con el quinto se repitió la historia. Toreó en redondo con ligazón y temple, empleó la mano izquierda con torería, firmó algunos trincherazos y pases de pecho enjundiosos y con todo a favor y el triunfo asegurado, volvió a intentar la suerte de matar recibiendo, se le fue algo la mano, la espada hizo guardia y, además, marró varios descabellos. No es normal que un torero tan seguro en la suerte suprema como el alicantino falle, pero sabido es que hasta el mejor escribiente echa un borrón. Una pena.

Noticia Patrocinada

Triunfal presentación

Pablo Aguado estuvo anunciado en la última feria del Corpus desarrollada antes de la irrupción del covid, la de 2019, pero una inoportuna cogida le impidió presentarse ante la afición granadina. Ya entonces se hablaba de él como un torero de impactante naturalidad y personalidad, cualidades que fue acrecentando a lo largo de una campaña triunfal en la que dejó pocas dudas de que Sevilla, la tierra de María Santísima, había encontrado a un nuevo fenómeno al que poder idolatrar a poco que fuera capaz de ratificar todo lo mucho demostrado en aquella explosiva Feria de Abril en la que se destapó como artista y sorprendió a propios y extraños. Y lo cierto es que ese joven espada sigue atesorando, ya en versión corregida y aumentada, lo que es patrimonio de los elegidos.

Su toreo no tiene reveses, es limpio, natural, espontáneo y fresco. Fluye como un manantial de inspiración, con economía de gestos, pero se torna largo, hondo y puro. Ayer, en su primer toro, uno de los mejores de la feria por su bravura, nobleza y clase, el sevillano conquistó a la afición granadina a base de derrochar torería, de reivindicar el sevillanismo de la mejor estirpe –recordó por momentos a Pepe Luis Vázquez– y también por su facilidad para hacer arte de forma tan espontánea como sutil. Cortó dos orejas indiscutibles a este toro y con el que cerró plaza pudo incrementar el número de trofeos de haber estado más contundente con la espada. Sale de la feria como uno de los triunfadores indiscutibles.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad