Toros en Granada

David Galván indulta a 'Marujito', de Julio de la Puerta, en Ugíjar

Sebastián Fernández está pletórico de ilusión y de ganas de llegar a lo más alto. No perdona la más mínima ocasión y ayer, a la primeras de cambio, se aseguró la puerta grande tras redondear una labor de mucho corazón, premiada con las dos orejas, ante un toro con motor y casta. Lo enceló enseguida en la grupa para desgranar una actuación en la que las banderillas a una mano y los quiebros tuvieron garra, al igual que el broche con cuatro cortas que encandilaron al tendido. Necesitó del verduguillo para pasaportar a su oponente tras enterrar el rejón de muerte.

Sebastián y su excelente cuadra volvieron a estar imponentes en el cuarto, otro toro con chiribita al que plantó cara manejando con suficiencia la garrocha y toreó con apreturas, exposición y clavando siempre en lo alto. Le otorgaron dos orejas pese a que el toro tardó en doblar tras dos rejones.

¿Y que decir de David Fandila 'el Fandi'? Cuando otros compañeros se baten ya en justa y brillante retirada, al ídolo local, con 23 años de alternativa a sus espaldas, se le sigue viendo rabioso, enamorado hasta las trancas de su profesión y con el hambre de un novillero.

Su primero, premiado con la vuelta al ruedo, sacó a relucir una franqueza y calidad que en sus manos se tradujo en una actuación rebosante de variedad desde las dos largas cambiadas. Las chicuelinas al paso, las lopecinas y un tercio con los rehiletes de traca dieron paso a una actuación de trazo firme y planta bien agarrada al piso de mucha verdad, en la que tampoco se privó de hincar las rodillas en tierra. Le concedieron las dos orejas tras media estocada y descabello.

Los máximos trofeos no se le resistieron en el quinto, si bien el astado tuvo menor empuje a la hora de acometer y hubo que esperarle más. Una carencia que fue suplida con el alma que pone en todo el granadino, quién se fue detrás de la espada como una exhalación.

Pese a tratarse de una plaza de tercera categoría, el usía perdonó la vida al sexto, de nombre 'Marujito', con el que el diestro David Galván protagonizó una faena en la que se sintió el de San Fernando y fluyeron generosamente sus magníficas maneras artísticas, aunque la consistencia y apreturas de su quehacer no siempre lo hicieron en la misma medida. Los máximos trofeos simbólicos paseados en este toro se sumaban a las dos orejas y el rabo concedidos en su primero, un premio un tanto generoso habida cuenta del cúmulo de méritos que, en comparación, tuvieron que sumar sus compañeros para lograr una recompensa menor. La estocada entera le valió por sí sola una oreja de este toro, pero en conjunto fue una faena con altibajos y sin ligazón condicionada por un toro sin raza, que no se desplazaba y llevaba la cara arriba.