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María Dolores Martínez
Domingo, 7 de abril 2024, 23:32
No es fácil mantenerse en lo más alto y consolidarse de forma tan rotunda como lo ha hecho Granadown en cada una de las veintiséis ediciones de su triunfal festival taurino: con desbordante ilusión y esfuerzo, mucha mano izquierda, ánimo inquebrantable y valor para regalar, ... como los grandes maestros de la vida que son. Y más aún si tenemos en cuenta que en esta dilatada trayectoria los retos y los obstáculos para sacar adelante esta cita han sido tan importantes como los que enfrenta a diario esta gran familia para defender a capa y espada el sitio que le pertenece en el ruedo de la vida. Por ello, celebrar cada triunfo artístico o de respuesta de público en la Monumental de Frascuelo es hacerlo también por Granadown y por todo lo bueno que les pueda suceder.
Por lo que respecta a los éxitos taurinos, el festival celebrado ayer en el coso capitalino, con más de la mitad del aforo cubierto, estuvo a la altura de las expectativas generadas por la categoría del cartel, organizado por la Casa Matilla, y el especial regusto que dejó entre los aficionados las importantes actuaciones que, en conjunto, protagonizaron todos los actuantes
En cuanto al balance de trofeos, se repartieron de la siguiente forma: Sebastián Fernández, oreja, 'El Fandi', dos orejas, Sebastián Castella, dos orejas, José María Manzanares, oreja, Alejandro Talavante, dos orejas, y el novillero Pablo Maldonado, oreja.
Los novillos-toros de Olga Jiménez (primero, segundo y cuarto) y de Hermanos García Jiménez, con la edad de cuatreños prácticamente cumplida, sacaron a relucir mucha clase, salvo el cuarto, y fueron desiguales en cuanto a motor
Sebastián Fernández impresionó por su aparente facilidad para templar y medir las distancias, desde que recibió a su oponente, garrocha en mano a lomos de caballo 'Lince'. Dejó llegar muy cerca a 'California' para clavar en todo lo alto las banderillas a una mano y, aún más, con 'Atrapasueños' en un quiebro de gran exposición. El de Olga Jiménez tuvo mucha nobleza, que supo aprovechar con maestría hasta culminar de forma vibrante su labor con cuatro cortas y un rejón contrario, a lomos de Junco.
David Fandila 'El Fandi' tuvo el precioso gesto de brindar su labor a todos los profesionales granadinos que ayer actuaron en el festival: Sebastián Fernández, Pablo Maldonado, los banderilleros 'El Castrileño', 'El Ruso' y 'Moreno de Granada', y los mozos de espadas Antonio Emilio Robles y Curro Pérez.
Sin duda, todo un regalo por cuanto demostró el ídolo local en una labor de mucho gusto y amplio repertorio, premiada con el doble trofeo. El Fandi se gustó siempre, de pie y de hinojos, en las largas cambiadas del saludo, en el desmayado saludo a la verónica y en el quite por lopecinas. Con la muleta supo redondear con series de excelente trazo, que acabaron en un palmo de terreno por exprimir al máximo las posibilidades del burel. Impresionante su forma de entrar a matar recibiendo y a cámara lenta.
El tercero acusó su falta de motor desde que Sebastián Castella se abrió de capa. Amagaba el de García Jiménez con venirse abajo y ya en las primeras series con la muleta, el francés asentó aún más la planta, recortó los terrenos y tiró de conocimiento y pulso firme para mantener al burel y darle emoción a su trasteo. Acabó entre los pitones del asaltado para darle aún más crédito a su labor antes de enterrar la espada y pasear dos merecidas orejas.
El cuarto no fue un novillo franco y sus dificultades se hicieron especialmente presentes cuando José María Manzanares se echó la muleta a la izquierda, el astado se quedó debajo y le protestó en el engaño. La indudable clase exhibida hasta entonces por el alicantino manejando el capote y en las primera series con la diestra dio paso a otro planteamiento de faena bien distinto en el que tuvo que buscarle todas las vueltas al astado y aguantar mucho para firmar una actuación de crédito. Paseó una oreja tras pinchazo y estocada entera.
A Alejandro Talavante se le vio pletórico de ilusión, nada más recibir al quinto con preciosos afarolados. A la vistosidad e improvisación que lució en el capote se unió la excelencia de las series con la muleta, aprovechando la indudable calidad del novillo de Matilla. Con su oponente, ya más parado, apostó por su versión más explosiva y encimista para acabar encunado entre los pitones por irse detrás de la espada con toda su alma.
Pese a no haber sumado ningún compromiso tras su debut con picadores el novillero local Pablo Maldonado sorprendió por su admirable actitud y valor, ante un novillo exigente en tarde de mucha responsabilidad para él. Por ello, todo lo logrado tuvo un mérito enorme, con el único lunar de pinchar en dos ocasiones antes de enterrar una estocada casi entera.
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