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F. Martínez Perea
Granada
Sábado, 18 de junio 2022
Volvía a la Monumental de Frascuelo, tras su retiro voluntario de varios años, el extremeño Alejandro Talavante, uno de los diestros con más predicamento entre la afición granadina, a la que ha brindado tardes memorables y, por ende, algunas faenas propias de la gran figura ... que es. Volvía a pisar el coso capitalino, éste sin separaciones previas, Julián López El Juli, que el pasado año y hace unos meses en el festival de Granadown, dejó clara constancia de su maestría, madurez, poderío y capacidad, señas de identidad que han convertido al madrileño en uno de los grandes referentes del toreo contemporáneo.
Y se presentaba en Granada, tras sus sonados éxitos en Castellón, Sevilla, Madrid, Nimes y otras muchas plazas, el toledano Tomás Rufo, al que ya algunos califican como el sucesor del legendario Domingo Ortega, uno de los diestros más completos y trascendentes de la historia. Terna de lujo, con ganadería también de lujo, la salmantina de Domingo Hernández, garantía de bravura encastada, para un sábado de feria marcado por los últimos coletazos de las elecciones andaluzas, por la ola de calor que ha querido sumarse este año a las celebraciones del Corpus granadino y por la resaca de los dos primeros festejos del serial, con amplia nómina de triunfadores.
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El Juli y los toros de Domingo Hernández mantienen un perfecto idilio desde hace tiempo. Los astados del campo charro suelen derrochar bravura encantada y el ya veterano, aunque todavía joven diestro, los entiende a la perfección. Los dos que sorteó ayer el madrileño tuvieron poco en común, aunque a los dos los toreo con la solvencia de un figurón del toreo. Tiró de oficio para suplir la falta de fuerzas y acometividad del que abrió plaza y terminó por cortarle una trabajada oreja poniéndolo él todo. Con el cuarto, un gran toro, El Juli estuvo en maestro, derrochando ganas y desplegando lo mejor de su rica tauromaquia. Ligó, templó, mandó y deleito en redondo y al natural, con un aclamado final por circulares y redondos invertidos. Lástima que pinchar antes de cobrar la estocada con la que despenó a su bravo oponente, porque tenía más que ganadas las dos orejas.
El maestro Espartaco dijo en cierta ocasión que el torero puede aburrir al público en tarde aciaga para él, pero que un torero jamás puede aburrirse una plaza y que si eso ocurre no debe de estar en el toreo ni un minuto más. Sabia reflexión la del sevillano, modelo de profesionalidad, afición y amor propio a lo largo de muchos años. Ignoro si Talavante se alejó de los ruedos porque alguna vez sintió que se aburría en ellos, pero lo que sí parece claro es que ayer no despejó del todo las dudas.
Con su primer toro, deslucido, no llegó a acoplarse en ningún momento. Estuvo sin sitio, sin alma y sin dejar ver en ningún momento al Talavante que impactaba y emocionaba. Por fortuna fue un mal sueño, porque el Talavante que todos queríamos ver apareció con el quinto. Un torero con renovada ilusión, con el mismo valor de siempre, con sorprendete firmeza y capaz de generar emociones apelando tan solo a la quietud y el estoicismo. La espada fue, como tantas tardes, su cruz. Dió un mitin con su primero y volvió a fallar clamorosamente con el otro.
Tomás Rufo ha llegado a la parte noble del máximo escalafón, el de las figuras, para quedarse. Impacta el toledano por su capacidad y facilidad para templar las embestidas del toro, ligar las tandas y gustarse en el toreo caro. Lo hace fácil, lo hace bonito, es profundo, es puro y transmite mucho. El recibo capotero al tercero fue primoroso y la faena de muleta, iniciada de rodillas, ciertamente maciza, con pasajes de extraordinaria belleza. El toro, con más clase que fuerza, le ayudó, pero el toledano dejó claro que sus éxitos se sustentan en bases artísticas muy sólidas. Mató además de gran estocada y el público pidió para él las dos orejas con mucha fuerza.
Con el que cerró plaza, sobrero de la misma ganadería, Rufo tuvo menos facilidades para poder lucir de nuevo su toreo. Reservón y un punto bronco, el burel exigió del toledano un trasteo más sobrio. Pese a todo, volvió a convencer por su valor sereno, su entrega y afán de triunfo. Otra excelente estocada puso colofón a su presentación en la Monumental de Frascuelo, donde deja etiqueta de torero caro y muchos adeptos.
Decir también que por tercera tarde se abrió la Puerta Grande, en este caso para que salieran a hombros por ella El Juli y Tomás Rufo. El balance de la feria no puede ser más triunfal.
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