Feria de Granada
Un último brindis de Corpus por lo vivido y lo que queda, hasta el año que vieneFeria de Granada
Un último brindis de Corpus por lo vivido y lo que queda, hasta el año que vieneDecir adiós nunca es fácil, menos aún si se trata del Corpus de Granada. La feria protagoniza la semana más especial del año para los granadinos, que aprovechan la ocasión para reencontrarse con familiares y amigos en un afán de crear nuevos momentos que recordar ... el día de mañana. El chato antes de cruzar la puerta del 'Real' de Almanjáyar no puede faltar, como manda la tradición, pero el último día ese vino añejo dulce acompañado de su barquillo siempre guarda un sabor especial. «¡Por lo vivido y lo que queda!», brindaba ayer un grupo a punto de cruzar la puerta de las Granadas por última vez.
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A escasos metros, se preparaba para entrar al ferial Rocío, que llegaba acompañada de su amiga. Tras varias noches de fiesta, estas granadinas se habían concienciado para afrontar la despedida. Eso sí, antes de dar el paso, no pudieron resistirse y se echaron una última foto, «para el recuerdo». «Llevamos semanas de no parar entre la feria de Sevilla, la de Córdoba y ahora, la de Granada. El de hoy es también nuestro último vestido», compartieron con IDEAL.
A media tarde, en las casetas se respiraba un ambiente que entremezclaba la euforia y la nostalgia. Hay quien dice que el último brindis del Corpus debe reservarse para algo que realmente sea importante. En la Peña Los 17, lo llevan a rajatabla. Un grupo de seis matrimonios, todos socios, chocaba sus copas de rebujito, como cada año, con un mismo deseo en mente: «que el año que viene sigamos todos en la mesa». Para ellos, la feria de Granada es mucho más que comer, beber y bailar. «Es una semana de convivencia, de sábado a sábado. Venimos todos los días a comer juntos. Este año no hemos fallado ni uno. Estamos cansados, pero no hay nada mejor que compartir esto», aseguraron.
La unidad y el futuro fueron las premisas de las últimas copas, también, de unas malagueñas que ayer se acercaron a Granada única y exclusivamente para vivir el Corpus «en estado puro». «Acabamos de llegar y ya estamos pensando en volver», advirtieron. En la caseta La Exploradora, cómplices y sonrientes, alzaron sus vasos en honor a Susana, que se casa el 15 de junio. «¡Por la novia!». A su lado, Ana y Estela, que habían quedado para comer en el ferial, se hacían un hueco con el objetivo de «aprovechar al máximola tarde». Vestidas con traje de flamenca, se marcaron con soltura unas sevillanas, uno de sus últimos bailes.
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Mientras los granadinos disfrutaban del último día de Corpus, la otra cara de la feria de Granada empezaba a dejarse ver. En De Canela, los camareros apuraban sus últimas horas de trabajo con las cajas de refrescos y tercios de cerveza prácticamente vacías. «Ha sido una semana entera sin parar de currar, estamos agotados, pero compartir esta experiencia también ha sido muy especial. Hemos sido familia», compartió Fabián. Aunque él y sus compañeros aún no podían brindar –los clientes se agolpaban en la barra–, se abrazaron con la ilusión de volver a encontrarse.
El cansancio acechaba igualmente entre el personal de seguridad de las casetas. Según ellos, este año «la gente se ha comportado mejor, no ha sido tan rebelde». Sin embargo, «lo de meter horas hasta el amanecer no nos lo quita nadie. Lo hemos pasado muy bien, pero ya va siendo hora de irse a descansar», confesaron. Antes de que ellos hayan podido abandonar el ferial esta mañana, jinetes y amazonas de todas las edades ya salían ayer por la puerta grande a lomos de sus caballos. Al paso, dejaban atrás farolillos, abanicos, flores y lunares de todos los colores.
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Al mismo tiempo, los servicios de limpieza hacían el recorrido en el sentido contrario, conquistando poco a poco la calle La Zambra y desperdigándose después por La Reja y La Caña. Con ellos se acercaba el principio del fin. Ataviados con botas y guantes, conducían carros cargados con cubos de basura y los útiles necesarios para dejar el ferial de Almanjáyar como si allí nunca hubiera pasado nada. Ellos son los que hacen la magia cuando los demás se marchan y solo piensan en acostarse. Al día siguiente, solo queda un descampado lleno de recuerdos, pero vacío. Hasta el año que viene.
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