Antonio Ramírez, en su puesto de turrones del Corpus granadino. Ramón L. Pérez

Toda una vida entre los turrones del Corpus de Granada

El feriante Antonio Ramírez no falta a la feria de la capital desde hace más de sesenta años, cuando se iniciaba en el oficio de la mano de su padre y su abuelo

Ángel Mengíbar

Jueves, 30 de mayo 2024, 21:19

El turrón del Corpus tiene nombre propio. Antonio Ramírez lleva toda la vida haciendo y vendiendo dulces por las ferias andaluzas y del resto de España. La de Granada no supone ninguna excepción, ya que nunca falta a la cita y año tras año monta ... sus puestos junto a su mujer y sus empleados al lado de la portada del ferial. Una vía de paso por la que los granadinos desfilan frente a las delicatessen del feriante. Y la boca hace agua.

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A sus 66 años de edad, el feriante presume orgulloso del oficio que aprendió de sus antepasados. Nacido en la ciudad cordobesa de Lucena, Antonio forma parte de una familia vinculada a las ferias desde hace varias generaciones. Acompañaba a su padre y su abuelo por toda la geografía española con sus puestos de turrón, barretas o garrapiñadas. Una labor que ejerce desde pequeño, cuando el 'Real' no era el de Almanjáyar.

«La feria de Granada ha cambiado muchísimos desde entonces. Yo la recuerdo aquellos años en la Carrera de la Virgen. Mi familia tenía puestos por el puente del Violón, en el antiguo. Tenía una esencia especial que ya se ha perdido», rememora el feriante ante IDEAL. Los tiempos cambian, pero no siempre para mal. Antonio destaca las mejoras en cuanto a equipamientos. También las facilidades organizativas organizativas y de logística que proporcionan los ayuntamientos. Algo vital para que sus dulces no falten a la hora de la verdad.

El perol de Antonio tiene un par de dedos de agua. Sobre ella esparce varios kilos de almendras. Acto seguido, azúcar y miel antes de que el fuego cumpla su cometido. La receta la repite con otro frutos secos hasta llenar bolsas y bolsas. «Las almendras garrapiñadas, los piñones, las pipas... Son un clásico de las ferias. El punto de la sartén es clave para que cojan todo el dulzor sin llegar a pasarse. Pero lo que más tira aquí es el turrón. Granada es muy 'turronera'», revela.

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Las barretas de Corpus triunfan sin excepción en su puesto bajo el nombre de 'Los Mellizos'. Antonio las prepara antes de venir, aunque igualmente las repone durante los días de feria. Se trata de su delicia estrella, aquella en la que sustenta todos sus años de dedicación y algún que otro sacrificio. «Todos los trabajos tienen lo suyo. Nosotros no paramos cuando empezamos la temporada. La del Corpus es nuestra cuarta feria del año. Terminaremos en la de Jaén, que es la última en octubre. Es mucha tarea. Hoy cerramos el puesto a las nueve de la mañana para abrir de nuevo por la tarde», informa.

Relevo

Antonio aguanta el tipo pese a las extenuantes jornadas. Cuenta con su mujer Asunción y algunos empleados a cargo durante la semana grande granadina. Entre todos sacan dos puestos adelante. Además de los dulces, los aperitivos salados también tienen su público en la feria. «La gente te va pidiendo cosas nuevas porque los gustos van cambiando. Hacemos rosetas, patatas fritas, bolitas de queso, gusanillo... Hay que actualizarse», señala el feriante.

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La palabra 'jubilación' no le dice nada conforme sale a colación. Algún día dará un paso al lado, pero espera no tener que echar el cierro. «Mi hijo es un apasionado de la feria. Exactamente igual que yo. Siempre he dicho que hay que dejar a los niños elegir su futuro. Si el suyo está en el puesto haciendo turrón, fantástico. Si este trabajo lo haces con amor, el resultado es inmejorable», sentencia mientras aparta las almendras del fuego. El turrón ya está listo.

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