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Juan Cano
Málaga
Viernes, 12 de enero 2024, 11:57
El Juzgado de Instrucción número 1 de Coín investiga la muerte de María del Carmen Fernández, una mujer de 51 años y vecina de la localidad que falleció mientras esperaba una ambulancia que la trasladara a un hospital y que, según denuncia su marido, tardó ... más de cinco horas.
Todo ocurrió la mañana del 19 de septiembre de 2023. Carmen estaba en casa acompañada por Inma, una buena amiga que la ayudaba con las tareas domésticas y que la cuidaba -estaba «delicada de salud»- cuando su pareja, Cayetano García, viajaba por España para atender a sus clientes, ya que es consultor en el sector de la alimentación.
Carmen, que era natural de Valencia, había superado dos tumores, una depresión y actualmente se quejaba de fuertes dolores en el pecho. Tras «seis o siete» visitas al hospital, los médicos identificaron esa presión torácica como el síndrome de Tietze, un proceso inflamatorio en los cartílagos costales que, según les dijeron, no era grave.
«Los especialistas decían que eran pequeños infartos, nervios, estrés... Que paseara y que llevara una vida tranquila. ¿Pero qué estrés? Carmen se dedicaba a hacer manualidades en casa», se lamenta el denunciante, que llevaba 22 años unido a su esposa, con la que no llegó a tener hijos.
El día de los hechos, Cayetano estaba trabajando en Barcelona. A las 8.30, telefoneó a su mujer para ver cómo estaba y cómo había pasado la noche. Una hora y pico más tarde, recibió una llamada de Inma, que le dijo que no veía bien a Carmen. «Llamé a emergencias y me fui al aeropuerto de El Prat para coger el primer avión», asegura él.
«Yo avisé a las vecinas», interviene la cuidadora, que reconoce que la primera ambulancia no tardó mucho en llegar con una doctora, una enfermera y un conductor. «Su diagnóstico fue que sufría una gastroenteritis y que estaba muy deshidratada, que le diéramos un sobre de suero por vía oral», añade.
A Inma y a las vecinas no les cuadró la solución -ni el diagnóstico- y les preguntaron por qué no se llevaban a Carmen al hospital o le ponían al menos una vía. Según las testigos, que ya han declarado ante la Guardia Civil, los sanitarios les explicaron que esa ambulancia no estaba preparada para evacuarla, que enviarían un informe con la situación y que debían esperar a una ambulancia de traslado.
Con Inma estaba Mar, una vecina que habla con enorme cariño de Carmen y que no puede evitar emocionarse al recordar aquel día. «Yo traté de hacerle ver [a la doctora] que era urgente, que no podían dejarla así porque estaba muy mal, y ella nos planteó que la lleváramos nosotras mismas porque había una sola ambulancia de traslado para toda la comarca».
Ni siquiera podían moverla, porque a Carmen, que yacía postrada en la cama, le dolía todo el cuerpo y estaba muy débil. «Entre las tres -prosigue Inma- estuvimos viendo qué podíamos hacer». Ella no tiene coche y las otras dos vecinas estaban a cargo de familiares dependientes, lo que también les impedían ausentarse. La solución: seguir llamando a emergencias. «Yo no podía imaginar que una ambulancia podía llegar a tardar tanto...», apostilla la cuidadora.
Mar dice que en urgencias -no sabe si en el 061 o en el 112- le dijeron que ya estaba dado el aviso y que no podían hacer nada más. «Entonces, una señora se puso conmigo al teléfono y me preguntó cómo se encontraba Carmen, si estaba respirando. Me dijo que la pusiéramos en el suelo y que le hiciéramos un masaje cardiorrespiratorio», detalla.
Como el tiempo seguía pasando, su interlocutora, cuenta Mar, les recomendó que se turnaran para no agotarse, porque era «super importante» que no pararan. «Fue desesperante. Le preguntábamos qué faltaba para la una ambulancia de traslado y nos decía que estaba llegando. Estuvimos así durante horas».
Mar e Inma coinciden en que la ambulancia llegó sobre las 16 o 17 horas. Les pidieron que se apartaran y permanecieron un rato tratando de asistir a Carmen, que para entonces ya estaba muerta. La autopsia confirmó que había sufrido una pericarditis. «Siempre me quedará la duda de si se hubiese podido salvar de haberla trasladado en la primera ambulancia», se lamenta Mar, muy afectada.
«Yo todavía me levanto viendo la cara de Carmen», apostilla Inma, que recuerda con amargura la impotencia que sintió. Para ella era «como una hermana». Para Mar, su mejor amiga: «Era una persona muy muy querida. Amante de los animales, rescatista... Era muy conocida en asociaciones y protectoras. Ayudaba en la lucha contra el cáncer y estaba muy implicada en todo. Es una pena que nos haya dejado antes de tiempo».
Inma, como Mar, acceden a hablar por un solo motivo. «Ya no nos la van a devolver, pero al menos que esto no le suceda a otra persona», afirma la cuidadora. Esa misma idea es la que mueve a Cayetano. «No le dieron una oportunidad de vida. Es muy triste la forma en que ocurrió todo», expresa el marido de Carmen, que recurrió al abogado Francisco Damián Vázquez, de la Asociación El Defensor del Paciente, para denunciar lo sucedido. «No busco dinero, solo quiero justicia».
Este periódico recabó la versión de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (061). La respuesta fue la siguiente: «Al tratarse de un caso en vía judicial, atenderemos a todas las peticiones que nos lleguen por esta vía, colaborando como siempre para aclarar lo ocurrido. Desde el 061, lamentamos el fallecimiento de la paciente y queremos trasladar nuestro pésame a la familia».
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