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Abraham Cupeiro (Sarria, Lugo, 1980), es una auténtica 'rara avis' dentro del firmamento clásico español. Un auténtico arqueólogo de la música, capaz de introducir en sus espectáculos una pléyade de instrumentos que durante siglos durmieron el sueño injusto que a veces duermen los justos, y que nos dan la verdadera dimensión de la música que se escuchaba, por ejemplo, hace 2.000 años en la antigua Roma. Porque no se engañen: las grandiosas bandas sonoras de Miklós Rózsa no reflejan los sonidos que se oían en las ceremonias imperiales cuando Ben-Hur competía con Mesala en las carreras de cuadrigas, suponiendo que ambos personajes no fueran fruto de la imaginación de Lewis Wallace. Los instrumentos que de verdad se oían en dichas ceremonias, o en las de las civilizaciones que las precedieron, eran el aulos u oboe doble, el cornu –un instrumento de viento en forma de 'g'–, el bansuri –flauta travesera de bambú originaria del norte de la India–, o la algoza –dos flautas de pico unidas, que procede del Punjab–. Todos ellos, y muchos más, sonaron en el espectáculo 'Mythos', que en estos últimos días ha compartido Cupeiro con la Orquesta Ciudad de Granada, dentro del programa didáctico y familiar.
«Vine a Granada con mucha ilusión, y el resultado ha sido fantástico, con llenos diarios», afirma el instrumentista gallego. Sobre su proyecto, 'Mythos', dice que es un viaje al pasado, al imaginario colectivo de los pueblos, adornado con el lenguaje más antiguo que tenemos los seres humanos, la música. «La propuesta de la OCGfue un imán bastante potente para venir, y creo que hemos hecho disfrutar al público joven», añade.
Sobre el origen del mito, señala que tiene el componente más humano que existe: la fantasía. «Es lo que nos hace diferentes a los animales, esa capacidad de abstraernos, de imaginar y proyectar imágenes. Además, los mitos tienen la capacidad de cohesionar culturas, creando un elemento de identificación entre las personas», asegura. En lo que se refiere a su trabajo de recuperación de instrumentos antiguos, señala por ejemplo que el cornu –trompeta circular que mide 4,30 metros de largo– se ha recuperado gracias al hallazgo de cinco ejemplares en las excavaciones de Pompeya. «Hemos reconstruido uno de estos originales milímetro a milímetro», dice. Testimonios de la época que se pueden ver en mosaicos testimonian el uso del cornu en conjunto con órganos hidráulicos, lo cual certifica que la capacidad musical de estos era indudable.
El proceso de concepción de 'Mythos' ha sido arduo. «Me costó mucho crear la primera pieza del espectáculo, 'Réquiem por Marsias', porque quería reconstruir y tocar con solvencia el aulos griego. Haciéndolo descubrí que los músicos de aquella época tenían más pericia que los contemporáneos», dice, sonriendo. El aulos –recuperado a partir de originales que se muestran en el Louvre–, junto con la cítara, es el instrumento que más se representa en los objetos artísticos de la cultura helenística. Compartiendo esta historia, en 'Mythos' hay otras procedentes de Persia, Finlandia, o ciudades perdidas como la Atlántida. «Algunos se me han quedado fuera, como alguno del Amazonas que quise rescatar». Para un segundo volumen, quizá. El trabajo fue grabado el pasado año con unos medios de lujo, acompañado por la Royal Philharmonic Orchestra en los míticos estudios Abbey Road de Londres, y el resultado es un registro de absoluta referencia para quienes quieren conocer los instrumentos antiguos. Once son los que aparecen en el proyecto.
Cupeiro tiene a sus espaldas una amplia trayectoria de trabajo y éxitos, habiéndose convertido en un instrumentista y compositor imprescindible en proyectos de época. Con todo, el mayor regalo que ha recibido en fecha reciente ha sido la oportunidad de poner su pericia al servicio de películas como 'Gladiator II', de Ridley Scott. Como amante de la historia, siempre fue admirador de los 'peplum', porque «cuando piensas en el pasado, imaginas el futuro. Es como coger carrerilla hacia nuestro destino». Ese pasado sonoro que nos reconcilia con nuestra esencia como especie brilla en momentos como la pelea de mandriles en el coliseo –una improvisación donde suena una flauta africana—. Cupeiro destaca «la libertad con la que trabajé y la confianza del compositor Harry Gregson-Williams. Pienso que el resultado es una evocación de los colores y las melodías que se escuchaban en la época. Lo pasé muy bien, y me gustaría, algún día, componer e interpretar una banda sonora completa».
La música de 'Mythos' es, según su autor, «muy cinematográfica, descriptiva, con tintes de Respighi en algunos pasajes, algo de Stravinsky... El toque general es épico, para hacer volar esa fantasía que el público trae consigo». En sus creaciones se mezcla lo clásico y lo popular, ya que ha bebido de las fuentes más profundas de su tierra gallega, donde comenzó tocando la gaita en un grupo de música tradicional.
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