![«No estamos acostumbrados a hablar de nuestros fracasos»](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202101/28/media/cortadas/ZAPATAHORIZONTAL-kLzG-U1303485290419NI-1248x770@Ideal.jpg)
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José Antonio Muñoz
Granada
Jueves, 28 de enero 2021, 00:59
José Manuel Zapata (Granada, 1973) es un hombre orquesta. Más allá de su faceta como cantante, que le ha hecho pisar lo escenarios más importantes del mundo –impagable su Almaviva en el Metropolitan de Nueva York–, de su labor como divulgador en Radio Nacional de ... España y de su trabajo como conferenciante para ejecutivos de grandes multinacionales, en Zapata habita un ser humano que va más allá del artista. Y un amante de la música, sin aditamentos. Ambos se vuelcan en 'Música para la vida' (Planeta), la obra con la que se estrena como escritor.
–Escritor... La guinda de su pastel artístico.
–Siempre tuve el impulso de escribir. Preparo y escribo mis conferencias, mis intervenciones en la radio, los guiones de los espectáculos... Pero me sorprendió que Planeta me pidiera que contara en un libro lo que llevo dentro. La verdad es que al principio sentí vértigo; no sabía cómo podría llenar esas páginas –al final han salido bastantes– con cosas mínimamente interesantes. Pero estoy contento con el resultado final.
–¿Qué es la música para usted?
–El hilo conductor de mi existencia, desde que tengo uso de razón. No sería capaz de vivir sin ella. Y lo que he intentado es que quien lea este libro, comparta esta sensación, esta relación. Música de Bach, Beethoven, Puccini o Rossini, que es con la que trabajo, pero también música contemporánea como la de Muse, Bjork, AC /DC, Radiohead, Queen, Beatles... Buena música que no ha sido orquestada. Si tenemos esa música alrededor, la vida se convierte en algo mucho más emocionante. Mi sueño es que un día, quien lea este libro, me diga que gracias a él se ha enamorado de la música.
–Dice en el libro que la melodía y el ritmo nos acompañan desde el vientre materno.
–Es completamente cierto. Nuestro corazón late al ritmo de un 'allegro vivace'. Y lo primero que escuchamos es el corazón de nuestras madres. Pienso que el último día de mi existencia escucharé música. Quizá no pueda leer, quizá no pueda ver un cuadro, pero habré escuchado música, si no me quedo sordo... (risas).
–La música es una fábrica de placer y un antídoto para el dolor, entonces.
–Para mí sí, sin duda. Y diría más:cuando quieres sentir dolor de verdad, nada como la música para acompañarlo. A mí me gusta revolcarme cual cochino en barro cuando tengo un dolor profundo, y la música es muy buena para eso. Me pongo a Bach y la autocompasión se me dispara.
–La música se inspira en la vida pero, ¿la vida puede inspirarse en la música?
–Creo que ambas se retroalimentan. La relación es bidireccional.
–¿Qué parte del libro le ha costado más escribir?
–Los pasajes donde describo mis fracasos. No estamos acostumbrados a hablar de los fracasos propios, ni de momentos dolorosos. He querido volcar los míos en el libro, porque mi vida no ha sido un camino de rosas. Tampoco una tragedia, que conste. Todo lo que me ha ocurrido en la vida me ha servido para llegar al hoy.He tenido sonoros éxitos y fracasos silenciosos. Abucheos incluso. Y es algo tremendo. Pero he aprendido a relativizarlo todo, y busco la felicidad por encima de todas las cosas.
–¿Ve en los rostros de los ejecutivos a los que 'predica' esa capacidad de cambio?
–Veo sobre todo que les cuesta convivir con el miedo. Las grandes empresas son cadenas de miedo. No se les permite la libertad de equivocarse. Y hay que fracasar para crecer. Cuando les hablo, les cuento la importancia de la innovación. Cuando Gilbert Duprez hizo el primer 'do' de pecho, Rossini le dijo que parecía un capón al que estuvieran degollando. Pero siguió adelante. Hay que ser valiente.
–Diga la verdad:usted ha creado espectáculos originales porque en las galas líricas no le dejaban hablar lo suficiente...
–Ja, ja, ja... Algo de eso hay. De hecho, he creado espectáculos donde me comunico mucho más con el público, porque me gusta la gente. Todos queremos que nos quieran, y los artistas mucho más. Tengo en mis manos las dos herramientas más importantes que se han conocido jamás: la música y el humor. Cuando ambas se unen, lo que se transmite, permanece.
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