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En el imaginario colectivo español, Ágathas hay dos: una dejó una lista larguísima de buenas novelas y relatos policíacos, y la otra continúa ofreciendo todos los días detalles de su genio en el diseño. Una se apellidaba Miller, artísticamente Christie, y era británica, y la otra es madrileña y se apellida Ruiz de la Prada. Esta última es la feliz protagonista de una exposición retrospectiva que desde ayer se puede disfrutar en las salas de muestras temporales del Museo de la Fundación CajaGranada. Un edificio que, tal y como empezó diciendo en la presentación, le fascina. «El trabajo de Campo Baeza me parece una catedral; es un milagro. Qué suerte tuvimos de poder hacer edificios como este, y qué suerte tengo de poder exponer aquí», aseguró.
Ágatha mira más allá siempre, haciendo realidad ese 'plus ultra' que adorna el escudo patrio –es Grande de España– y que en su caso se ha convertido en santo y seña de un proceder plenamente consecuente, a tenor de lo que se puede observar en las salas que ocupan el más de medio centenar de piezas entre diseños, fotografías y otras obras de arte que se muestran. Un espacio completado con audiovisuales que exhiben las creaciones de la autora en movimiento, en desfiles que destilan un glamour que, en cierta medida, el mundo de la moda parece haber perdido.
Fue la comisaria de la muestra, Marisa Oropesa, quien utilizó el neologismo que designa la personal visión de la diseñadora. «Ella crea un mundo 'agathizado', lleno de colores, que nos inunda de esa alegría que tanta falta nos hace a todos». Así, lo que se puede disfrutar en el Museo de CajaGranada –y que ya se ha podido ver en muchas grandes de Iberoamérica y de nuestro país– es mucho más que un homenaje; es una puerta abierta a los recuerdos de un pasado mejor, por más que los diseños de Ruiz de la Prada sigan creando tendencia y se adelanten siempre a lo que los grandes gurús de la moda crean haber inventado, siempre a rebufo de la madrileña.
«Cuando una muestra su trabajo en una retrospectiva, lo primero que salta a la vista es si has sido coherente o no. Y pienso que lo he sido. Tardé mucho tiempo en conseguir que el público entendiera mis creaciones, y aún me falta que muchas mujeres hermosas las lleven sin complejos», dijo Ruiz de la Prada. «En España hemos sido especialistas en despreciar el trabajo de nuestros creadores, lo que ha provocado una auténtica fuga de talentos», añadió.
Sobre el contenido de la exposición, la creadora afirmó en primera instancia que quien se acerque al Museo CajaGranada, «y se dé una vuelta, aunque sea rápida, podrá hacerse una idea de lo que he hecho durante estas más de tres décadas. Aquí podrán ver diseños de hace 35 años que, puestos en fila con los más recientes, no pierden actualidad». Y, sin duda, así es. «Creo que los artistas tendemos a repetir una misma idea, a mostrar nuestras obsesiones, y más allá del color, creo que la originalidad de mi trabajo está en mi manera de mostrar las formas y los volúmenes. Fuera de España se me conoce como 'la diseñadora de la ropa feliz', y me encanta. Soy una arquitecta frustrada, tataranieta, bisnieta, nieta e hija de arquitecto. De hecho, debiera haber sido arquitecta también», aseguró.
No hay en la exposición un solo espacio para la sinrazón. Todo tiene un motivo: desde vestidos de fiesta con forma de paraguas y dotados de ruedas «para que, si la mujer que lo lleva se aburre en la fiesta, al menos pueda jugar con el vestido», hasta trajes con volantes «andaluces», como los definió la artista, que harían volver la cabeza a quienes los vieran en el real de cualquier feria veraniega. «Hago las cosas sin pensar; si las pensara mucho, no las haría», dijo. «Y no creo que las mujeres deban vestirse 'femeninas'. He sido feminista toda mi vida, y pienso que la mujer no puede ser un objeto. Y si en algún momento lo es, debe ser espectacular, no algo sexual, erótico ni ordinario. Me puede parecer más sexy una escultura de Jeff Koons que un retrato figurativo».
La última ocasión –hasta ayer– en que pudieron verse en Granada las creaciones de Ruiz de la Prada fue en 2019, en un concierto–desfile con la OCG en el Auditorio Falla. Sin embargo, confesó que en lo sonoro, a pesar de acudir con frecuencia a espectáculos como 'La nariz' en el Real o al propio Festival de Granada, tiene «mala memoria y mal oído, y es una pena». Su objetivo fundamental con esta exposición es «provocar sensaciones». Y a fe que lo consigue: desde esas flores que en su día fueron naturales en un desfile en París y que luego copiaran Dolce & Gabbana, hasta creaciones de inspiración 'picassiana' y 'warholiana' –los dos únicos artistas del siglo XX que, afirma, resistirán el paso del tiempo–. Flores, corazones y explosiones de color recuerdan la que, según Ágatha Ruiz de la Prada, fue la época más dichosa de nuestra historia reciente: los años 60. Hasta el 2 de julio, los abonados a la felicidad tienen una cita en el Museo CajaGranada con la más inclasificable de nuestras creadoras. Se irán a casa con un diseño de sonrisa en sus labios.
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