Dicen que uno ejerce su profesión del mismo modo que se comporta en la vida. Blas Márquez quiere ser torero y en esas anda. Su apellido refleja sangre taurina, con varias generaciones con traje de luces, da igual cuál sea el escalafón, pero para ser torero no es preciso un vestuario, es más importante el comportamiento y Blas lo expresa en la vida y en el ruedo.
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Habla pausado. Tiene 18 años y las ideas muy claras porque, entre ceja y ceja, él quiere ser torero y continuar una saga que tiene muchas ramas. Su abuelo quiso ser torero y su familia lleva los toros en la sangre, se podría decir. Probó el fútbol, pero prefirió zapatillas de torear antes que botas de fútbol. Blas Márquez ha empezado este año, pero ya ha dado pinceladas importantes en algunas plazas como Jaén Albacete o Vera. Vive entre los consejos de su familia y los que le dan en la Escuela Taurina de Jaén, a donde acude cada lunes para estar con sus compañeros y maestros, para aprender de la vida y para aprender ante el toro.
De momento sólo ha toreado novillos sin picar y no se plantea dar el salto. «Todo se hará paso a paso, sin prisas», sacando a flote esa pausa y ese querer hacer las cosas pausadamente. Su intención de vestir de luces dice que es innata. «Yo creo que desde niño jugaba al toro, pero ya más serio desde dos años para acá». Y son motivos concluyentes la consanguinidad con sus familia «porque mi familia es taurina, viene de vocación ya y siempre de pequeño vivía los toros en mi casa, eso ha hecho que yo quiera ser torero. Desde mi abuelo que empezó queriendo ser banderillero y novillero, hasta yo ahora mismo».
Y es que los Márquez son un grupo de personas del toro, que por eso le llenan de responsabilidad, pero apuntaba que «también soy un privilegiado al tener esta familia y también beneficia mucho venir del toro». Ellos han sido los primeros en prestarle ayuda. «La verdad es que me ha ayudado mucha gente. Primero empezó mi abuelo, hasta mi padre, mi tío, Jesús Almería… todos los profesionales de Almería».
Nadie le ha intentado persuadir. «No, es lo que yo quiero, lo que me hace feliz y ojalá sea figura del toro algún día», aunque hubo una época en al que el fútbol 'trató de convencerlo'. «Desde pequeño jugaba, pero duró poco porque ya vi claro que no, eso no era lo mío».
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En Alicante, el próximo 5 de noviembre, pondrá fin a su primera temporada seria. «Sí, esta ha sido mi primera temporada como novillero sin caballos y he podido torear en plazas muy bonitas como Jaén, Albacete, Vera y ahora toca pensar en 2024», en donde tiene claro que quiere torear en el coso de la Avenida de Vilches. «Hombre, claro que me gustaría torear en Almería. Todo se andará, pero me encantaría lo antes posible».
Será entonces cuando se vea su corte sobre el ruedo. «Yo intento torear lo más puro posible, un toreo clásico», con premeditados espejos. «Me fijo en todos los toreros porque todos tienen mucho mérito, pero sobre todo en las figuras del torero, como El Juli, Morante, Talavante, José Tomás. Las figuras del torero sobre todo».
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Todo eso lo experimenta en la Escuela de Jaén, que le acogió de principio. «Es una escuela donde hay muchas oportunidades, donde han confiado en mí desde el primer momento. Allí hacemos más tentaderos, hay más oportunidades, por eso también estoy allí y toreas más porque hay mucha ganadería cerca».
De todas formas, su rutina diaria es entrenar en Almería. «Entreno en Almería prácticamente todos los días de la semana y los lunes voy a entrenar a Jaén», a donde lo lleva su padre, Blas, torero de plata, que le inculca maneras. «Para torear hay que prepararse mentalmente y físicamente para estar al 100% y sacarle el mayor partido al animal que tenga delante. Es muy importante estar bien mentalmente para pensar en cada momento delante de la cara del toro. También físicamente tienes que estar bien preparado».
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Lo que no tiene preparado es su debut con caballos, no por aptitud, sino porque considera que los pasos no deben darse en falso. «Poco a poco, como se vayan viendo las cosas, ¿no? No hay que tener prisas. Cuando llegue el momento, será». También en la vida. Ahora mismo estudia segundo de bachillerato «y en un futuro, pues no sé, algo estudiaré» porque el mundo del toro es tan caprichoso que «hay que tener algo siempre, por si acaso».
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