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Desde la eternidad del verso

Desde la eternidad del verso

Obituario ·

PILAR QUIROSA-CHEYROUZE ESCRITORA

PILAR QUIROSA

Lunes, 24 de septiembre 2018, 01:20

La noticia del fallecimiento del gran poeta Julio Alfredo Egea, amigo del alma, nos ha sobrecogido desde lo más profundo. La triste realidad, de la que tuvimos noticia poco después de la clausura de los actos celebrados durante este fin de semana en la localidad almeriense de Mojácar, con motivo de los II Encuentros Literarios y Culturales, ha llenado de imágenes desoladoras un recuerdo que traspasa fronteras y horizontes, aquellos que siempre han aparecido renovados por la ilusión. Imágenes y años de recorrido afectivo en los que la memoria se ha fundido con un infinito sentimiento de cercanía y hermandad, algo que hoy -porque la muerte se manifiesta como algo fulminante y aciago destino- se ha convertido en un sentimiento de orfandad.

Porque no duerme el cielo en un momento de tanta tristeza, ni la tierra puede abrirse a las consignas de una tarde de septiembre que, pese al calor, se ha internado por la corriente sensitiva de un frío devorador, porque, en clave hernandiana, nunca se puede perdonar a la muerte enamorada que llega para deshacer los sueños y un deseable futuro. Porque, cuando se encuentra esa voz, un nombre grabado entre los signos del tiempo, un nombre lleno de horas y esperanza, latente de secuencias y bondades, se recorre una intrahistoria plena de sabiduría, ese imprescindible matiz de quien supo amar con su mirada sabia y limpia, con la pureza y el significado de un humanismo solidario, tan lleno de imprescindibles verdades.

La palabra de Julio Alfredo Egea, referente poético de la Generación del 50, quien, por fortuna ha recibido durante todos estos años, muchos reconocimientos en vida, nos lleva a seguir recorriendo una travesía universal en la búsqueda de una verdad conciliadora con el tiempo que nos ha tocado vivir. Una andadura por la que el poeta de Chirivel ha recorrido con sus versos una tierra de inmensidad, esencialidad y hondura. Una naturaleza de reconocibles vuelos, voluntad inagotable de asombros que siempre ha sabido comunicar a través del tiempo en el acercamiento a unos cauces estéticos, plenos de lirismo y verdad, vertidos en la entrega solidaria, desde la ética del pensamiento y una andadura que se desborda en la palabra, desde el crucial compromiso con la cultura y la sociedad almeriense.

Ha fallecido Julio Alfredo Egea en la cercana Granada, su tierra de adopción, que tanto amaba. Una ciudad en la que compartía grandes amistades, donde era académico de la Academia de Buenas Letras de Granada, una labor a la que se unía el reconocimiento a una obra literaria, desde la sencillez de un camino laborioso y la fuerza de su entrega.

Ese era el trayecto por recorrer y el poeta siempre lo supo: la esencialidad de la andadura, los matices del vuelo y la libertad, más allá de los claroscuros sembrados en la espesura. Un compromiso, desde siempre, realizado por el fundador y redactor jefe de la revista Sendas, donde se publicó en 1946, el primer homenaje escrito al poeta Federico García Lorca en España.

Un compromiso eterno con la verdad, la que recibimos desde sus versos, en la voluntad inagotable de luchar contra las injusticias, en el abrazo desprendido, en el amor por su familia.

Él nos lo anunció: «Quizá la poesía sólo sea una traducción de los asombros a través de la sensibilidad del poeta, del asombro inacabable de ir descubriendo la vida, los seres y las cosas, desde la niñez». En el horizonte de luz y por siempre, la memoria sentimental y el recuerdo de los instantes vividos y compartidos.

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