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María Paredes Moya
Almería
Jueves, 27 de marzo 2025, 13:36
En muchas ocasiones, las pequeñas historias, concretas y circunscritas a un pequeño territorio y época determinada, pueden tener una esencia y espíritu universal y aplicable mucho más allá. Ese es uno de los grandes valores de 'Durmiendo con golondrinas', el libro de Alberto Fernández Teruel y Antonio 'Nono' González Serrano con el que recrean el día a día y tareas olvidadas del campo y los cortijos en Sierra de Los Filabres y que se presentó ayer en el Museo de la Guitarra 'Antonio de Torres', en un acto organizado por la asociación Amigos de la Alcazaba y que contó con la presencia tanto de los autores como de Manuel Pérez Sola y la presidenta, María Teresa Pérez, que recordó el constante apoyo de la asociación a iniciativas que ponen en valor el patrimonio, también cultural y costumbrista, de la provincia de Almería, como tan bien representa este libro.
Los autores nacieron en la cortijada del Barranco del Infierno de Albanchez. Antonio «Nono» González hoy es un empresario agrícola y Alberto Fernández un neurocientífico y profesor de Psiquiatría y Medicina Legal de Universidad Autónoma de Barcelona y la idea del libro, explica Alberto Fernández, «parte a raíz de un viaje de regreso que hice una primavera y, sentado allí en un ribazo, no es escuchaba cantar a ni un pájaro, no escuchaba a nadie, no había nada en ese grupo de cortijadas y pensé que no podía dejar pasar eso. El tipo de vida que vivimos, con la que nos criamos, en los 50, 60 y 70…, me opongo a que se sumerja en el olvido más absoluto. Eso no se enseña en las escuelas, las que tienen de 5 a 35 años, nadie les ha enseñado eso. Se les ha enseñado la vida de los homínidos, como se asientan, cultivaban y cuidaban rebaños, pero no se les enseña lo más inmediato, lo que tienen a su alrededor en estas zonas. Le enseñe a 'Nono' un manuscrito de 30 páginas que tenía empezados y le ofrecí sumarse».
El libro contiene una amplia primera parte narrada en primera persona, desde su experiencia, desde sus ojos, desde su espíritu. Sin embargo, a lo largo de todos los capítulos de esa primera parte, la contribución de Nono ha sido absolutamente determinante, corrigiendo y mejorando las narraciones de historias vividas conjuntamente, ampliando y precisando los contenidos, aportando recuerdos precisos a multitud de desmemorias».
La segunda parte está escrita en tercera persona, y «aspira a ser un homenaje más explícito a las familias de los dos coautores, y a otros miles de familias y 'biografías olvidadas' de aquel mundo rural tradicional, precisamente en un intento de reivindicar esos miles de vidas que vivieron del campo, y de las que el campo vivió y se nutrió hasta no hace tanto. Un grito apelando a remover la conciencia, y la memoria social sobre un estilo de vida rural familiar que existió. Sí, existió», sostiene el prólogo.
Para completar el libro, en la tercera parte, los autores decidieron embarcarse en la elaboración de un «vocabulario» habitual de los cortijos en la zona de Albanchez (Almería) y Sierra de Los Filabres, que incluye casi dos mil palabras y expresiones comunes y corrientes allí, y que a buen seguro deberá completarse en el futuro, apuntan en el prólogo de esta gran obra.
Una historia con valores
Alberto Fernández continúa recordando: «cómo se vivía en un lugar donde no había carreteras, estábamos aislados cuando el río se salía, no había electricidad, agua corriente, teléfono… Nada. Y se vivía de la agricultura a base de azada y de las bestias, los trillos, las hoces, sacando leche para hacer el queso…. Vivíamos así y no es deseable que la vida sea tan dura. Nosotros mismos podíamos haber vivido mejor habiendo avanzado dando agua y luz, hacer unas pocas más carreteras… Pero las cortijadas siempre han sido complicadas por recursos y acceso, por eso la gente se vio expulsada a salir de eso. Podía haber sido de otra manera. Pero aquella sociedad tenía unos valores que hoy no existen. Las relaciones personales eran estrictamente personales, de vecino con vecino y con las otras cortijadas. Había que hacer trabajos comunes como limpiar acequias, arreglar caminos y todos se ayudaban en todo. La conversación era continua, sin redes sociales, sin nada».
Uno de los coautores de este 'Durmiendo con golondrinas, concluye afirmando que «mucha gente de muchas regiones de España se pueden ver identificadas en lo que se cuenta en el libro, el espíritu que se transmite y realza. Los aperos pueden cambiar de un sitio a otro en función de la zona o trabajo que se hiciera, pero el tipo de vida y el cómo, la esencia es la misma en cualquier lugar de España».
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