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Mar Abad, periodista y escritora.
Entrevista a Mar Abad | «Muchas de las estrategias políticas de hoy se usaban en el XIX»
Entrevista a Mar Abad

«Muchas de las estrategias políticas de hoy se usaban en el XIX»

autora de 'romanones. Una zarzuela del poder en 37 actos' ·

La periodista Mar Abad desgrana los detalles de su última obra, 'Romanones', que indaga en la desconocida historia del político

david roth

Sábado, 15 de octubre 2022, 23:17

Al poco de morir en pleno franquismo, el nombre de Romanones desapareció. El 'Maquiavelo de la Alcarria', fue un liberal que paseó por todas las facciones del liberalismo y un aristócrata que defendió los privilegios de los Grandes de España. Fue un laico católico. Fue un constitucionalista que acabó apoyando a un dictador fascista. Pero, ante todo y sobre todo, fue un político. Un hombre de un instinto político animal. Así lo describe la escritora y periodista almeriense Mar Abad en su última obra:'Romanones'. Un libro de historia con aire de zarzuela que se puede (y se debe) leer como un manual cínico, pragmático y muy actual, del juego y las trampas de la política.

–¿Qué le motivó a estudiar su vida en profundidad?

–Pues que lo encontraba en todos lados. Yo buscaba en la hemeroteca la vida de mujeres como Carmen de Burgos o Rosario de Acuña y siempre aparecía un tal conde de Romanones. Aparecía por todos los flancos. Era el fundador del primer periódico que contrató a una mujer como redactora en España: el Diario Universal y esa periodista era Carmen de Burgos. Fue el jefe de Gobierno que permitió que Rosario de Acuña volviera de su destierro. Fue uno de los hombres que salió a recibir a las mujeres en la primera manifestación feminista ante el Congreso de los Diputados, organizada por Colombine, en 1921. He estado años documentándome sobre la vida de muchas personas para escribir otros libros, 'Antiguas pero modernas' y 'El folletín ilustrado', y di tantas veces con él.

–¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

–Me he comprado todos los libros que escribió Romanones. Algunos, hasta en varias ediciones. He consultado muchísimo la hemeroteca y he comprado todas las biografías que he visto de Romanones (antiguas y actuales). Pero, como explico al principio del libro, me baso sobre todo en sus memorias porque es una biografía de Romanones pasada por el filtro de Romanones. Lo que me interesaba conocer era su pensamiento y todo lo que contó sobre la política y el poder. Y aquí voy a insistir en una palabra: conocer. Existe una extraña idea de que si escribes sobre un personaje es porque lo admiras o te parece un referente o lo quieres blanquear. No es el caso de este libro. Esta biografía parte de la curiosidad y no pretendo presentar a Romanones ni como héroe ni como villano, a pesar de que el libro forma parte de la colección Héroes y Villanos, de Libros del KO. Creo que es el lector quien tiene que formar su propia opinión.

–¿Por qué lo denomina como el Maquiavelo de la Alcarria?

–Lo llamo así porque Romanones escribió mucho sobre política y sobre el poder. No he leído a ningún político o autor español que hable de su forma de ejercer el poder con la frialdad que lo hizo Romanones. Es un observador de la política, del poder y de la condición humana. Y, lo que más interesante me parece de sus escritos, es que no se dedica a autojustificarse (al menos, no lo hace mucho). Lo que hace es contar sin pudor muchas de las trampas, las zancadillas y las traiciones que hizo. Es un político al desnudo. Es imposible entender la historia si solo estudias los tratados y los nombres de los jefes de Gobierno. Si no conocemos lo que tenían en la cabeza y las pasiones que los movían, jamás entenderemos la historia.

–La historiografía lo presenta como epítome de todas las lacras: clientelismo, corrupción, despotismo de la Restauración. ¿Es fidedigna esa imagen?

–Es fidedigna y él mismo, Romanones, cuenta cómo creó sus redes clientelares. ¡Es más! Da recomendaciones sobre cómo ganarte a tu gente dentro del partido y a los votantes. Incluso cuenta cómo les compraba el voto. Era algo que hacían muchos. Aquel sistema de turnismo entre el partido liberal y el partido conservador era muy rudimentario, muy corrupto… pero tenemos que pensar que eran los primeros intentos de democracia. Y aún estaban muy lejos porque no votaban las mujeres y el rey firmaba los decretos y decidía quién era el jefe de Gobierno.

–¿Cómo lo describiría a nivel humano?

–Diría que tenía una inteligencia emocional salvaje que utilizó para conseguir lo que más anhelaba: el poder. ¡Alcalde! ¡Ministro! ¡Jefe de Gobierno! ¡Jefe del Senado! Tuvo todos los cargos imaginables y algunos, tres veces, como el de presidente del Consejo de Ministros. Era un hombre ambicioso y lo opuesto a un referente ético.

–¿Qué anécdota sobre su vida le ha sorprendido más?

–Romanones era cojo y ¡madre mía, lo que se reían de él por eso! Tenía muchísimo dinero y hacía obras de beneficencia. Una de ellas fue crear un pabellón para niños cojos y, como había tanta demanda, establecieron un orden de ingreso. Primero, los de Madrid y Guadalajara (las dos ciudades donde vivía) y, después, los cojos de la pierna derecha (la misma que la suya). Ese criterio me pareció… un poco loco. Quizá debía haber sido el niño con peor salud o con menos ingresos, pero el que entraba era el que más se parecía al benefactor.

–Romanones ha desaparecido de nuestra memoria pese a su legado. ¿Por qué?

–Romanones cambiaba de chaqueta con una alegría increíble. Estaba ahora con estos, luego con aquellos, intentaba contentar a unos, se hacía amigo de los otros… Él siempre estuvo en el bando del poder, pero cuando murió, a los franquistas no les gustaba nada por su pasado liberal y a los demócratas no les interesaba por cacique, aristócrata y los bandazos desconcertantes que dio al final de su vida. Así que nadie se interesó en rescatarlo y alzarlo al podio de los pocos que pasan a la historia.

–¿Podría extrapolar las técnicas, ideología, pensamientos y ambiciones políticas de esta persona a la actualidad?

–Lo que más me ha sorprendido al escribir el libro es que… hay tantos paralelismos. La ambición de poder es tan humana y tan eterna. Es sorprendente ver que muchas, pero muchas, de las estrategias políticas que usan hoy ya las usaban a final del XIX. Romanones aconsejaba una que es muy actual: «Los ataques al adversario, cuanto más de brocha gorda, mejor». Eso lo vemos hoy a diario.

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