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Juanjo Aguilera
Almería
Sábado, 20 de agosto 2022, 23:12
La plaza de toros de Almería ha pasado por ser mercadillo, escenario para el cine y escuela taurina. Con sus 134 años, nunca fue, que se sepa, Escuela de Artes y Oficios, aunque siempre se dice que en tiempos de guerra cualquier agujero sirve como ... trinchera. Ayer fue más de oficio que de arte. La tarde tuvo más de aburrida, aunque el que no se 'divierte' es porque no quiere. Lo cierto es que del conjunto de se pueden sacar pasajes interesantes. Algún natural, la capa de Rufo, su insistencia, el dominio y entendimiento de El Juli, la torería de Morante...
Plaza de toros de Almería: Segundo festejo de abono.
Ganado: De Daniel Ruiz. Bien presentados, justos de fuerza y clase y mal comportamiento.
Toreros: José Antonio Morante, 'Morante de la Puebla' (nazareno y azabache), estocada, ovación y media y ovación; El Juli (marino y oro), pinchazo y estocada, una oreja, y pinchazo sin soltar, dos pinchazos, casi media y dos descabellos, ovación, y Tomás Rufo (sangre de toro y oro), estocada, una oreja, y pinchazo y estocada, ovación.
Otros datos: Javier de Torres actuó como presidente, asesorado por Ramón Magaña, en la parte artística, y Miguel Martínez. como asesor veterinario. Curro Vivas se desmonteró en el primer toro de El Juli por dos poderosos pares de banderillas. Lucido también Fernando Sánchez, de la cuadrilla de Rufo.
También que no todo el que quiere puede. El mundo del toro tiene 'trucos' y 'trueques' o debiera tenerlos, sobre todo de lo segundo, cambiar en especies, al peso, el poso de una faena por el de un premio. Pero, mientras no haya cambios, los profesionales que llevan la lidia se llaman matadores –lo pone en el DNI–. Y el estoque se hizo de madera para emborronar faenas que, en la suma de dos, pueden abrir la puerta grande. Sin embargo, son toreros de oficio, pero no cerrajeros. Ayer, la de la avenida de Vilches se quedó engrasada, pero sin abrirse.
Cumplidor y decoroso con el percal, El Juli estuvo cerca del triunfo en base a algo común en su liturgia, la del entendimiento y el modo para acercarse al triunfo. Lo mejor lo hizo con el ajustado quite por chicuelinas a su primero. Sin embargo, la voltereta que el animal dio en el tercio de varas le hizo perder fuerza que luego se visionó en la muleta. Entró en juego el dominio del madrileño, compaginando el tiempo y la distancia. Lo uno para no 'emborrachar' de franela, cuidándolo, lo segundo para no agobiarlo en la embestida. Pausado, al natural, le consiguió sacar buenos pasajes en ese doble vertiente del querer que conquistó el torero para conseguir que las intenciones del cornúpeta de tocar el engaño no se dieran nunca.
El mando de El Juli le permitió insistir por ese pitón para, con oficio, cambiar la mano, torearlo en redondo, con ese dualidad de enseñarle al público una exigencia inexistente, pero con una inteligencia que caló en los tendidos.
Para el quinto de la tarde, con los mismos vicios que sus hermanos, no hubo castigo. Sí mucho cuidado. Con el quite por verónicas le quitó la distracción. Cada tarde de El Juli es una lección de dominio. El hecho en Almería a su segundo basando el triunfo en la cercanía. Con los pies juntos, embelesó al burel para meterlo en la canasta y en el centro, firmando buenos pasajes con la derecha. Al natural lo llevó con parsimonia, con la velocidad que el toro exigía, con el tempo que el diestro quería, con dos naturales de pintura, de una ejecución a la tanda de muletazos con la que pulseó al animal, tirando a tablas. Aún así, 'rebañó' los últimos muletazos posibles en faena de mucho oficio.
Tomás Rufo fue el diestro de las ganas, no dejó nunca de intentarlo. A su primero le dio una buena ración de capote, dejando muestras de torería en cada uno de los lances, con la barbilla clavada en el corbatín. Exhibió torería en la exquisitez del quite, con lances muy ajustados. Tras brindar al público en su primera presencia en Almería, lo sacó con pausados muletazos a los medios para comenzar la faena exigiéndole por el pitón izquierdo. Por las dudas y la falta de clase y fuerza del burel, el toledano encontró por dónde sacarle al de Daniel Ruiz lo poco que tenía con tandas por el derecho.
Rufo fue alternando tandas por ambos pitones, encelando al animal con la muleta puesta en la cara para que no existiera distracción alguna que hiciera al animal buscar la salida. También a base de tiempo entre tanda y tanda, encontró el modo de sacar faena del fondo del cornúpeta, con embestida sucia, buscando tocar el engaño con trazos finales muy encimistas.
Con el que cerró plaza, el toreo a la verónica fue, sin duda, lo mejor de la tarde, con un remate de 'dulce' para quitarle el celo al burel. Demostró su tacto y gusto con un ceñido quite por chicuelinas y la revolera para rematar la tanda. Con la muleta, el toledano toreó para él. El toro mostrando los defectos y el diestro insistiendo para lograr meritorios pasajes, más por el pitón derecho que por el izquierdo. La tozudez a veces da premio. Rufo no dejó de intentarlo casi metido entre los pitones del animal, que siempre deslució la faena, punteando los engaños. Faena final de cercanías, cerrada con exigentes manoletinas. Le faltó acierto con el acero.
Quizás fuese la vez que Morante llegó para dejárselo todo, pero le faltó una pizca para salir contento y hacer contento al personal. Gustoso toreo de capa para recibir al primero, con lances a la verónica, con manojo de cinco, bien rematados con una revolera. La seda con la que actúa esta temporada el de La Puebla le permitió enjaretar unos buenos lances para llevarlo al caballo por chicuelinas al paso de bella factura, sin agobiar al animal, flojo en la embestida y a la defensiva por ese matiz.
Tras iniciar la faena con la franela con la izquierda y comprobar del 'material' del que estaba hecho el toro –le avisó–, con la derecha comprobó que no había remedio. Lo intentó también con embestida vencida del de Daniel Ruiz, recortando el encuentro, más que al natural, al que volvió para construir una serie honda y poderosa, llena de calidad, con mano baja ejecutada en los medios, aunque siempre con el ¡ay! que aceptó como aviso para cortar una faena de voluntad.
A su segundo, el de La Puebla del Río le sacó poco con el percal, probaturas en los lances. Con la muleta, construyó una faena iniciada con ayudados por alto para sacar al animal, con brusquedad en la embestida, a la boca de riego, para gustarse con la mano derecha. Con la izquierda, exigiéndole, la faena ganó en intensidad, sacando templados naturales, con la mano baja y temple en la ejecución. Los intentos en la vuelta a la derecha acabaron con el enganchón continuo como respuesta y el de la Puebla del Río, sin querer irse, incidió al natural para componer una faena más difícil de lo aparente por el feo comportamiento del animal, siempre punteando arriba y tratando de ensuciar las tandas.
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