Domingo, 21 de agosto 2022, 23:35
Pasó lo que tenía que pasar. Si el sábado, lo de Daniel Ruiz fue difícil de torear, lo de Núñez del Cuvillo es una apuesta ganadora cuando se trata de buscar el binomio ante las figuras. Estas buscan su trono y en el coso de ... la avenida de Vilches la 'silla' tenía espacio para dos. El mano a mano respondió a una tarde 'agrado', por el juego sin picante de las reses y por el 'muestrario' taurino de un rey que no abdica –Andrés Roca es el rey del toreo, demostrado tarde tras tarde– y de un Emilio de Justo que conquistó su sitio el año pasado en el coso de la Avenida de Vilches y, tras cuatro meses de dudas que solo surgen a quien expone, volvió como si fuese 'el día de la marmota', con las mismas ganas y estilo con el que una traicionera voltereta le dejó sin sitio en las grandes ferias.
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Plaza de toros de Almería: Tercer festejo de abono, segunda corrida de toros. Tres cuartos.
Ganado: De Núñez del Cuvillo. Bien presentados, con juego blando. El mejor el quinto.
Toreros: Emilio de Justo (sangre de toro y oro), estocada, dos orejas; pinchazo y estocada, ovación, pinchazo sin soltar y estocada, y Andrés Roca Rey (tabaco y oro), estocada, dos orejas; pinchazo y estocada, una oreja, y pinchazo sin soltar, pinOtroschazo y ovación. Miguel Ángel Sánchez (purísima y oro) actuó como sobresaliente.
Otros datos: Javier de Torres actuó como presidente del festejo, asesorado por Ramón Magaña, en la parte artística, y Juan B. Bosques, en tareas veterinarias.
Con sus formas, uno a base de manejar su conocimiento para hacer faenas de dominio, tragando 'carros y carretas' en los dominios del toro y otro sacando de la 'paleta de colores' unas formas más puras, más de arte, los dos diestros que actuaron en el coso de la avenida de Vilches se fueron con los mismos triunfos y la satisfacción de haber firmado una buena tarde de toros, de esas de las que los que asisten bajan por la avenida 'toreando' imaginariamente y alguno hasta cortando orejas.
Emilio de Justo dijo que reaparecía en Almería y lo hizo con una tarde de muchos detalles. Aun dando muestras de la dolencia –le costa girar la cabeza y de hecho lo que giró fue siempre el torso– hizo claudicar a su primero, un Cuvillo que blandeó en la embestida. Con su saludo, De Justo demostró las ganas de volver a Almería para dar una buena exhibición de toreo de capa, pausado y sentido, cosiendo al animal a los vuelos del percal para cerrarlo con tres ajustadas chicuelinas, la última con el burel perdiendo las manos por segunda vez, un 'vicio' que no desapareció en la muleta. El cacereño, que brindó al público, actuó con la cautela que este tipo de reses requiere. Sin agobiarlo y cuidándolo, le plantó la muleta tan baja como permitió 'Esparraguero', utilizando distancia y tiempo.
La limpieza en la confección cuajó en el toreo al natural, cerrando la segunda tanda con un brillante molinete. Entregado y exigente consigo mismo, dejó la ayuda en el suelo para torear al natural por ambos pintones, con idéntica pureza, tanto por el pitón izquierdo como con el derecho. Faena inteligente y muy pulcra, tapando los defectos del animal en todo momento. Cerró con serie de molinetes y un gran estoconazo.
A su segundo, también hizo buen toreo de capa, con lances ajustados con mucha templanza, como la que luego utilizó con la franela, para ejecutar una primera tanda de derechazos doblándose. La faena, brindada a Ponce, empezó con avisos, punteando el engaño, pero con tiempo enseñó a embestir al burel, bajándole la mano, aun con el riesgo de caída, que llegó al final de la tercera tanda. Defecto que despertó el cuidado del diestro, acortando tandas y ampliando los descansos. Vicio 'innato' que también mostró por la izquierda, ausentándose la ligazón, por el defecto del animal, que no mejoró con el cambio de mano.
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Al quinto de la tarde, Emilio de Justo intentó fijarlo con el capote, brilló con el percal con un bonito quite por chicuelinas para, con la franela, cuajar una faena de menos a más, compuesta a base de mucha torería y gusto en los pasajes por el pitón derecho. 'Tramposo' no se 'escudó' en el nombre, fue sincero para acoplarse al 'vaivén' de un movimiento sentido del cacereño, siempre mandando en la transmisión entre el movimiento de la muleta y la embestida del mejor toro de la tarde, zambombo y con mucha fijeza. De Justo sí engañó con el nombre, pero no tuvo dudas, no dio de menos. Sin reservas, vio la embestida cierta del de Núñez del Cuvillo, lo puso en el 'plato' y con la izquierda, salvo en una tanda, utilizó la muleta para, con hondura y mucha pureza, rebañar hasta casi pasarse de faena, actitud ciertamente entendible cuando ha estado cuatro meses entre tornillos, manos de fisios y muletas, de las otras.
Roca Rey lleva un año sin bajarse del pedestal a base de un denominador común, que habla de poderío, exhibido de pitón a rabo durante la tarde en Almería. Le costó meter en la 'dinámica' a su primero, que anduvo distraído. El limeño le sacó capotazos sueltos, con una chicuelina como remate y malos augurios del 'colorado' de capa. Roca, que brindó a su compañero de tarde, no tardó en meterlo en la canasta con una buena serie de muletazos de mano baja con la franela en la derecha y encelando al de Núñez del Cuvillo con buenas series de derechazos exigiendo y sin sentirse exigido.
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Si Roca se puede considerar el 'rey' –de la taquilla y de la actual tauromaquia– no es por otra cosa que no sea por saber de esta nueva forma de torear, en la que los premios llegan también a consecuencia del valor con el que interpreta la lidia, sin detalles de estridencia, con muletazos 'previstos' que son aderezos porque está por encima la forma de jugársela en terrenos prohibidos. Con 'cronómetro' en mano, utilizó el tiempo justo para no pasarse en número, para 'cuadrar' la exigencia que 'piden' este tipo de toros por ambos pitones, con profundidad y un dominio atronador de las artes y del animal al que mató con otra gran estocada.
Con el cuarto, con un comportamiento engañoso –pareció querer entrar a los engaños para quedarse a medias y rasgarlos como si llevara un puñal en los pitones–, apareció el capote con un brillante quite por chicuelinas y faroles que dio paso a una faena en la que Roca Rey intentó hacer su lidia, con los pies atornillados al albero para ir sacando al burel a base de poderle en una faena de mucho tragar ante un astado siempre con la cara alta, siempre intentando deslucir los muletazos. Roca, erre que erre, ejerciendo dominio en cada serie, intentó sacar pulcritud en un duelo de poder –el suyo– y no querer –el del cornúpeta–, en una guerra en la que el limeño, valiente, se la jugó ante un manso 'remamado' que se lo echó a los lomos cuando el diestro actuaba vencido, tratando de dominarlo.
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En el sexto, pese al susto, Roca Rey cerró plaza con escasez de pasajes con el percal, pero exhibición de valentía y riesgo continuado con la franela. En la boca de riego, buscó el idilio con 'Tortolito' con otra faena distinta a la de sus dos anteriores obras, embelesándolo con el acompasado movimiento de la franela. Su toreo cortó el aliento a base de espaldinas y pases cambiados que rozaron el riesgo. Atornillado a ese metro cuadrado, sin rectificar, compuso una faena de mucho dominio, tragando tanto como con el cuarto. Antes de que 'cantara la gallina', tres molinetes de rodillas que pusieron el epílogo a la faena cuando recibió el aviso de un burel que empezó a puntear los engaños, a no dejarse y vivir para morir 'abrazado' a las tablas.
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