Cartel promocional del concierto. IDEAL
Crítica

Reír con Chaplin y Keaton en Granada mientras escuchas música

Andrés Molinari

Viernes, 28 de junio 2024, 00:38

Pocas tarde las he pasado tan bien en el Festival. Todo gracias a que ayer tarde, en el Centro Lorca, se proyectaron dos películas mudas convertidas en 'sonoras' gracias a la música que escribió para ellas Stephen Prtitsman en 1960. Comicidad a raudales. Primero vimos ' ... One A.M.' traducida como Charlot noctámbulo, película del genial Charles Chaplin de 1916. Y, en la segunda parte, 'Seven Chances' (Siete ocasiones) del no menos estupendo Buster Keaton, realizada en 1925.

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Chaplin & Keaton consiguió para muchos de nosotros una de las tardes más divertidas que nos ha deparado nuestra cita veraniega. Un Chaplin solo ante la cámara, pero secundado en el Centro Lorca por el atinado Juan Carlos Garvayo y la joven clarinetista Claudia Reyes: un prodigio de buen sonido y perfecta adecuación a la acción. Ella subrayó la metedura de pata de Chaplin en la pecera, sus múltiples caídas por las escaleras, los golpes que le da el reloj, que no el tiempo. El cine en blanco y negro pareció complacerse con las teclas blanquinegras del teclado y el brillo plata sobre azabache del instrumento de son aterciopelado. Un cuarto de hora de escenas interiores, música sin cancelas y risa a los cuatro vientos.

Para Keaton, el admirado de Lorca, Garvayo, nuestro escueto presentador de la velada, se rodeó de un quinteto conjuntado y bromista.

Escucharlos fue una delicia cuando un perro era la medida de las estaciones y mientras mil novias perseguían a un único novio por montañas pedregosas y estaciones de tren. Juan Carlos Chornet a la flauta, Ferdinando Trematore al violín, Luis Barbero tocando la viola, José Miguel Gómez al violonchelo y allá al fondo Frano Kakarigi junto a su contrabajo no solo ejecutaron la música con precisión, sino que de vez en cuando se permitieron alguna onomatopeya.

Un Festival que esquiva los fracasos, como el rozado hace unas noches en el Generalife, compensándolos con tardes jocundas y divertidas como la de ayer. Gracias a dos genios que cifraron sus éxitos en lograr nuestra sincera risa ante sus fingidos fracasos.

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