![90 años de Vostell, el artista alemán que llevó el Fluxus a un pueblo extremeño](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202210/31/media/cortadas/GALERIAVOSTEL-kjFE-U180556036592c0C-1248x770@RC.jpg)
![90 años de Vostell, el artista alemán que llevó el Fluxus a un pueblo extremeño](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202210/31/media/cortadas/GALERIAVOSTEL-kjFE-U180556036592c0C-1248x770@RC.jpg)
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CRISTINA NÚÑEZ
Lunes, 31 de octubre 2022, 17:52
La dictadura entraba en su fase final y no existían aun las autonomías cuando Wolf Vostell, con su porte de rabino enlutado, sus tirabuzones a ambos lados de la cara y su boina bien calada contemplaba por primera vez, de la mano de esposa, Mercedes ... Guardado, y del pintor Juan José Narbón, el paraje en el que pondría todas sus ilusiones, los Barruecos. Era 1974. «En los años 70 Malpartida de Cáceres era pura ruralidad», acota José Antonio Agúndez, el director del Museo Vostell-Malpartida, uno de los mayores conocedores del complejo universo 'vostelliano'. Fernando Agúndez, director del colegio de primaria de Malpartida durante décadas y uno de los impulsores de una asociación local y una revista, 'Los Barruecos', que creó un germen cultural al que también se acercó Vostell, señala que la cercanía con la capital hacía que Malpartida no estuviera del todo aislada.Ambos reconocen, en todo caso, que la llegada del artista, con su vanguardia y su pacifismo bajo el brazo, a una localidad de 4.500 habitantes, generó un pequeño terremoto. «Él se quiso acercar mucho a la población», cuenta el director del museo. Tiraba de trabajadores de la localidad como herreros, cerrajeros o carpinteros para sus obras. La unión de la vanguardia y la tradición es una de las claves de bóveda de su concepción artística.
Entre la curiosidad y la estupefacción los malpartideños contemplaron el largo proceso de construcción del museo, que arrancó con la creación del VOAEX (un coche hormigonado en mitad de las rocas) hace 46 años y terminó a finales de los años 90. Vostell, pionero del 'happening' y fiel integrante del movimiento Fluxus falleció en abril 1998, antes de que se habilitara la última sala del museo (que gestiona la Consejería de Cultura) habilitado en los antiguos lavaderos de lana. En esos inicios, señala José Antonio, «la gente acudía en masa, el 95% de la gente no entiende el arte contemporáneo, pero no solo los de Malpartida, en general, pero Vostell lo que veía aquí era mucho respeto y mucha curiosidad, eso le gustaba».El pasado 14 de octubre Wolf Vostell hubiera cumplido 90 años y tanto a nivel internacional como en el museo de Malpartida se han llevado a cabo exposiciones para recordar este hito. 'El arte que quema', es el nombre de esta muestra, que puede verse hasta abril de 2023.
Los dos Agúndez rememoran en el museo cómo fue la llegada de Vostell. Lo hacen sentados en la exitosa cafetería de su patio, donde para poder comer o cenar hay que reservar con tiempo. Es jueves por la mañana y no faltan visitantes. Hay una familia alemana al completo (pareja de treintañeros y dos bebés rubios) que serpentean por una de las salas sin perder detalle.
JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ
Director del Museo Vostell-Malpartida
«Gracias a Fernando, indica José Antonio Agúndez, conocí personalmente a Wolf Vostell». «A partir del año 82 vine con mi mujer como profesores del colegio, creamos una asociación cultural para dinamizar el pueblo, tuvimos mucho contacto con Vostell, él tenía la idea de un proyecto creativo antes del museo aprovechando la naturaleza», explica Fernando. «Él colaboró con la revista (mensual, de 400 ejemplares), y publicó allí el primer dibujo de su proyecto de arte y naturaleza», indica Fernando Agúndez. «Quería tener un grupo de personas que le apoyaran, porque cultivaba un tipo de arte abstracto y no figurativo que era difícil de entender en una población sin un ambiente artístico». Vostell tuvo altibajos. «Le encantaba el lugar y la idea que tenía pero en algún momento llegó en que sentía que no tenía el poyo suficiente e incluso pensó buscar otro lugar». «Fue difícil», anota José Antonio. «Hubo encuentros y desencuentros, al principio faltaron los apoyos de las instituciones y de los políticos, pero había sembrado una semilla que cristalizó en algunas personas del entorno, básicamente los que estábamos por aquí y dijimos: hay que apoyarlo».
En paralelo a esa especie de corriente de ilusión que fue surgiendo también había críticas, voces que ponían en duda la adecuación del antiguo lavadero de lanas o que sentían que esa zona de expansión de la localidad podía llegar a ser arrebatada, de alguna forma, al pueblo.
«Yo era un niño malpartideño de 11 años cuando Vostell apareció por aquí», cuenta José Antonio. «Asistíamos a todas las actividades que se proponían, llegar aquí un artista 'loco' que traía la actividad de otros artistas de medio mundo y que además incluía las cosas del pueblo llamaba la atención, creó un buen ambiente en Malpartida».
Las conexiones con la Universidad fueron providenciales, indican estos dos hombres. «En ese plantel de profesores universitarios jóvenes estaban María José Lozano, Manolo Garrido, Sánchez Lomba, que habían tenido oportunidad de conocer a Vostell y al movimiento Fluxus». El contacto con artistas locales como Narbón, Andrés Talavero o Carlos Pazo también ayudó a crear ese caldo de cultivo necesario.
«Desde el punto de vista de persona era muy inteligente y muy creativo, quizás le costaba dar el paso a ser más abierto, pero cuando cogías confianza con él, daba gusto tener una conversación con él», con el alemán que nunca pasaba desapercibido.
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