Tesoro de Granada
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Aparece el medallón que García Lorca regaló a Emilia LlanosLa abuela María tenía una memoria impecable. Con 94 años era capaz de recitar la alineación de las últimas veinte temporadas del Real Madrid. Pero lo que más le gustaba era reunir a sus nietos alrededor de la mesa camilla: «Sentaos, que os voy a contar una historia de Lorca». Ninguno de aquellos niños –hoy adultos de cuarenta tacos– entendía la hondura de los relatos, pero atendían como si fuera un cuento más de las 'Mil y una noches'. Tardaron años en comprender que las historias de Lorca de la abuela María eran parte de su herencia. Tanto como el medallón que la anciana siempre llevaba al cuello, cerca del corazón. El medallón que Federico García Lorca le regaló a Emilia Llanos. El medallón que llevaba perdido desde 1967.
«Nosotros le decimos guardapelos, no medallón». Mariceli Pérez, limpiadora de 55 años, coloca sobre la mesa del salón una pequeña caja azul. La abre lentamente y saca la joya con dulzura: un óvalo de oro, de cinco centímetros de alto por tres de ancho. Es ligero, pero en la palma de la mano parece pesar un siglo. Está decorado con una flor y distintas figuras geométricas.
«Deja que lo abra», dice Mariceli mientras aprieta con suavidad uno de sus laterales. A la izquierda del medallón hay una fotografía de la Virgen de las Angustias y, a la derecha, una de Federico García Lorca tomada en los años veinte.
El medallón
5
cm
3
cm
Tiene forma oval. Es de oro, con esmalte negro con forma de flor, rodeado por figuras geométricas con una incrustación de una perla en el medio de la flor
Reverso
Hay grabadas formas geométricas y simétricas
Interior
Extensión para utilizarlo como collar
A la izquierda hay una fotografía de la Virgen de las Angustias
A la derecha, una fotografía de Federico García Lorca tomada en los años veinte
Está conservado en una caja azul con algodón en su interior
El medallón
5
cm
3
cm
Tiene forma oval. Es de oro, con esmalte negro con forma de flor, rodeado por figuras geométricas con una incrustación de una perla en el medio de la flor
Reverso
Hay grabadas formas geométricas y simétricas
Extensión para utilizarlo como collar
Interior
A la izquierda hay una fotografía de la Virgen de las Angustias
A la derecha, una fotografía de Federico García Lorca tomada en los años veinte
Está conservado en una caja azul con algodón en su interior
El medallón
Reverso
5
cm
3
cm
Hay grabadas formas geométricas y simétricas
Tiene forma oval. Es de oro, con esmalte negro con forma de flor, rodeado por figuras geométricas con una incrustación de una perla en el medio de la flor
Interior
Extensión para utilizarlo como collar
Está conservado en una caja azul con algodón en su interior
A la izquierda hay una fotografía de la Virgen de las Angustias
A la derecha, una fotografía de Federico García Lorca tomada en los años veinte
«Es el original. El regalo que le hizo Lorca a Emilia Llanos. Es precioso. Pero no venía solo, también tenemos este abanico». El abanico luce un hermoso poema escrito a mano en sus pliegues. «Durante años pensamos que también era un regalo de Lorca, pero nos equivocábamos».
El 15 de abril de 2023 falleció Manuel Villegas, víctima de un cáncer fulminante. Manuel, marido de Mariceli, recibió el medallón de su madre, María Sánchez Bravo: la abuela de las historias. ¿Y por qué lo tenía ella? Lo mejor será que empecemos por el principio. Emilia Llanos fue una de las mujeres clave en la historia de García Lorca. La granadina, que vivía en Plaza Nueva, era una lectora voraz, muy culta e ingeniosa; una de las musas de la Tertulia del Rinconcillo. En 1912, Emilia inició una gran amistad con Ismael González de la Serna, pintor accitano que ilustró 'Impresiones y paisajes', el primer libro de Lorca.
El abanico fue un regalo de González de la Serna a Emilia. «Cuando el nácar de tus manos mueva el abanico al viento, piensa que sin ti no vivo», dice uno de sus versos. En 1918, González de la Serna le habló a Federico García Lorca de Emilia, una joven que leía poesía belga por pura pasión. Lorca y Llanos iniciaron una amistad instantánea, un vínculo de amor, dicen, que no se correspondía en los mismos términos. Emilia Llanos murió el 30 de agosto de 1967 sin haber superado el asesinato de su querido Federico, al que siempre echó en falta. Y nunca se quitó el medallón que el poeta le regaló de joven.
El 10 de febrero de 1981, Eulalia Dolores de la Higuera publicó un reportaje en IDEAL sobre Emilia Llanos y su medallón. Es uno de los muchos recortes de prensa que Mariceli guarda en una carpeta. En el artículo hay declaraciones de Dolores Cebrián, el ama de llaves de Emilia Llanos. Hacia el final del texto, la propia Dolores revela que ella tenía el medallón: «La señorita me lo dio antes de morirse. 'Quiero que sea para ti, Dolores, que me has acompañado en mis penas tantos años...' –me dijo–. Y no me desprenderé de él por nada del mundo. Y me he visto muy precisada algunas veces» . Pese a la pista, el medallón nunca salió a la luz.
Dolores Cebrián enviudó y se trasladó a trabajar a la casa de un corredor de jamones, Antonio Sánchez Moleón, con el que se casó en segundas nupcias. Antonio, también viudo, tenía una hija de su anterior matrimonio: María Sánchez Bravo, sí, la abuela de las historias, pero todavía no era su turno. Dolores Cebrián y Antonio Sánchez tuvieron un hijo juntos, Antonio Sánchez Cebrián, que fue el que recibió, cuando murieron sus padres, la herencia de Dolores, entre la que estaban el abanico y el medallón. Sin embargo, Antonio falleció repentinamente a los 33 años, dejando todo su patrimonio a su querida hermana, ahora sí, María Sánchez, la abuela que siempre guardó en su memoria las historias de Lorca que le contaba su madrastra.
La ruta del medallón
En rojo los pasos de la joya
Federico García Lorca
Emilia Llanos
Antonio Sánchez Moleón
Dolores Cebrián
Antonio Sánchez Cebrián
María Sánchez Bravo
Manuel
Villegas
Manuel
Villegas (hijo)
Mariceli
Manuel
Villegas (nieto)
La ruta del medallón
En rojo los pasos de la joya
Federico García Lorca
Emilia Llanos
Antonio Sánchez Moleón
Dolores Cebrián
Antonio Sánchez Cebrián
María Sánchez Bravo
Manuel
Villegas
Manuel
Villegas (hijo)
Mariceli
Manuel
Villegas (nieto)
La ruta del medallón
En rojo los pasos de la joya
Federico García Lorca
Emilia Llanos
Antonio Sánchez Moleón
Dolores Cebrián
Antonio Sánchez Cebrián
María Sánchez Bravo
Manuel
Villegas
Manuel
Villegas (hijo)
Mariceli
Manuel
Villegas (nieto)
María Sánchez se casó con Manuel Villegas, guardia civil. «Como mi suegro iba siempre con la pistola, mi suegra llevaba siempre el guardapelos puesto, para traer suerte», recuerda Mariceli que, como ya supondrán, se casó con el hijo de María Sánchez y Manuel Villegas, que también se llamaba Manuel Villegas. Este último falleció en abril del año pasado y así llegamos, por fin, al salón de Mariceli. «Una vez le ofrecieron a mi suegro un millón de pesetas por el guardapelos, pero por tan poco dinero no quisieron venderlo. Así que lo guardaron fuera de la vista».
Mariceli y su hijo, Manuel Villegas (igual que su padre y su abuelo), siempre han sabido de la existencia del medallón y del abanico. Para ellos era una reliquia familiar, algo que llevaba en su hogar varias generaciones y que, según decían, eran de Federico García Lorca. En la Feria del Libro de 2023, poco después de fallecer su padre, Manuel Villegas fue a la caseta donde el artista Juan Pintor firmaba ejemplares de 'Rebel Lorca'. «Le conté, como anécdota, que yo tenía en casa objetos de García Lorca. Que mi bisabuela era la ama de llaves de Emilia Llanos. Que mi abuela siempre nos decía 'sentaos, que os voy a contar una historia de Lorca'... Juan (Pintor)me dijo que quería ver todo eso y así empezó la investigación».
Cuando Pintor vio el medallón y el abanico, los llevó al Centro de Estudios Lorquianos, en Fuente Vaqueros. Allí concluyeron que el abanico era en realidad un regalo de González de la Serna y que el guardapelos era, en efecto, el medallón perdido de Emilia Llanos.
«En el archivo de Fuente Vaqueros encontré un libro de los años 80, 'Mujeres en la vida de Federico García Lorca' (cuya autora es, por cierto, Eulalia Dolores de la Higuera, la misma que escribió el artículo en IDEAL en 1981), en el que había una foto de Dolores Cebrián con el relicario colgado al cuello. En la foto podía apreciarse que le faltaban dos trozos de esmalte negros igual que al medallón que me habían enseñado, y tanto la disposición como el tamaño de las fotos de Lorca y de la Virgen de las Angustias coincidían», detalla Pintor.
Además, la historia que se contaba en la casa de la familia Villegas cuadraba perfectamente con la que han recogido en los últimos cincuenta años los periódicos y los distintos libros que tratan este capítulo de la vida de Lorca. Una historia que confluye en Dolores Cebrián.
«¡Emilia quería muchísimo a Dolores! Dolores era la dueña de todo, la que sabía las cosas de la casa, la que iba por los pasillos, la que contaba cómo Emilia cenaba bajo un enorme retrato de Lorca», cuenta Mariceli. «El medallón tiene un valor material –sigue Manuel, su hijo–. Pero esto viene con una historia que es preciosa; y es también la historia de nuestra familia».
Mariceli y Manuel han firmado un acta notarial para dejar constancia del origen del medallón. Porque, aunque sin prisa, la intención es venderlo. «Tenemos para comer, es una herencia familiar y no nos pesa el medallón; todo lo contrario. Pero, si alguien ofrece un precio que interese, que sea una ayuda para nosotros y favorezca el estudio de Lorca, lo haremos», afirma Manuel. En la estantería del salón, junto a la tele, hay una fotografía de Manuel padre. Mariceli, con los ojos vidriosos, asiente las palabras de su hijo sin quitarle ojo a la foto. «Es un tesoro –dice–. Era de mi marido. Es parte de la familia. Y no querría... pero si surge la oportunidad, lo haremos».
El medallón, ligero y pesado como el anillo de Tolkien, descansa sobre la mesa mientras refleja el vaivén de su vida como una piedra que se lleva el mar y acaba en la orilla. Si pudiera hablar, seguramente diría «sentaos, que os voy a contar una historia».
La aparición del guardapelos inspiró al artista Juan Pintor para dirigir el cortometraje 'Lunas de agosto'. La película, en blanco y negro, narra las cuatro noches que marcaron la vida de Emilia Llanos, desde que conoció a García Lorca y recibió su medallón, hasta su último llanto, en 1967, cuando murió recordando a su amigo, quizás su amor más hondo, asesinado. El medallón de la película es, en efecto, el auténtico. El film se estrena el miércoles 25 de septiembre, a las 20.00 horas, en el teatro Isabel la Católica.
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