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José Antonio Muñoz
Granada
Miércoles, 9 de febrero 2022
Los escenarios, en el mundo de la clásica, han sido casi santuarios, a los que durante mucho tiempo solo accedían un grupo de privilegiados que a su solvencia como intérpretes unían las conexiones sociales necesarias. Fuera de las 'soirées' celebradas en salones pudientes, durante siglos ... solo unos pocos elegidos podían mostrar su talento ante públicos más o menos novedosos. Y si se era joven –salvo casos como los de Mozart, Beethoven y pocos más– la dificultad se convertía en casi insalvable. Esto fue norma hasta que apareció Juventudes Musicales, una organización internacional para la difusión de la música y el apoyo a las nuevas generaciones de intérpretes, que fue fundada justo al término de la II Guerra Mundial en Bélgica, y que en Granada se estableció hace ahora 60 años, manteniendo hasta hoy una actividad constante, siempre escasa de medios pero plena de ilusión.
Ahora, celebran esta efemérides con una gran exposición que se inaugura hoy en la Sala Zaida, y en la que se muestra una mínima parte del patrimonio documental que la asociación guarda con celo. Dicha exposición está comisariada por Amparo García y Mercedes García, mientras que Laura García-Román se encarga de la Comunicación. Las tres ultimaron en la tarde de ayer los detalles previos a la apertura, y esperan que sean muchos los granadinos que se acerquen a conocer la historia de esta asociación, sin la cual sería imposible entender el florecimiento de la cantera local de artistas clásicos.
La fundación de Juventudes Musicales no surge, como afirma Mercedes García, de un día para otro. Se fue gestando a lo largo de la década de 1960 partiendo de dos foros intelectuales del momento, las veladas musicales en casa del que sería uno de sus más fieles socios, Joaquín Padial Peramos, y las tertulias en el Café Suizo o en el Centro Artístico y Literario.
En aquellas reuniones tomaron parte personalidades de diferentes ámbitos: los periodistas culturales José Luis Castillo Rodríguez y Dámaso García Alonso; el guitarrista Jorge Ariza Gutiérrez, el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada, Domingo Sánchez-Mesa Martín; el pintor Antonio de Haro Ortega, un joven estudiante aficionado a la música clásica llamado José Ruiz Palomino y el futuro director de orquesta, por entonces director del Orfeón Universitario, Jesús López Cobos. Los puntos de debate giraban en torno a la situación de la música en España, la comparación con el panorama musical del resto de Europa y la falta de salidas profesionales para los jóvenes músicos.
Eran años de cierto aperturismo, años en que se permitió la fundación de la sección nacional de Juventudes Musicales y la provincial de Juventudes Musicales de Sevilla, en 1952 y 1954 respectivamente. En 1961, una vez recibidos los estatutos desde la sede central, la asociación quedara registrada en el Gobierno Civil como Juventudes Musicales de Granada.
La primera junta directiva la integraron el presidente. Antonio de Haro Ortega; el secretario, Dámaso García Alonso; el tesorero, José Luis Castillo Rodríguez, y como vocales, Jorge Ariza Gutiérrez, Domingo Sánchez-Mesa Martín y Luis Escobar de la Serna. En los comienzos la sociedad no contaba con recursos suficientes ni espacio para la sede o las actividades musicales. Con el apoyo de la Universidad de Granada a través de su rector y director de la Cátedra Manuel de Falla, Antonio Gallego Morell, el concierto inaugural corrió a cargo de la Camerata Musical de Berlín el 24 de octubre de 1961 y el primer concierto promovido ya por la asociación en Granada fue un recital de guitarra ofrecido por el que sería catedrático del Conservatorio Superior de Madrid, Jorge Ariza.
Desde aquel primer concierto, la asociación ha ofrecido más de mil a los granadinos, en los que han actuado grupos e intérpretes de primera fila, tanto nacionales como internacionales. Baste citar a pianistas como Vivien Harvey, Josep Colom o Tamas Vesmas; a guitarristas como María Esther Guzmán o a la ahora estrella internacional Pablo Sáinz Villegas;al arpista Andrew Lawrence-King, y los organistas Juan Alfonso García o Francisco Guerrero. Entre los granadinos, la nómina es interminable: Azucena Fernández Manzano, José Luis Hidalgo, Juan Miguel Hidalgo, Alberto Casero, Juan Antonio Higuero, Gloria Medina, Carmelo Martínez, Luis Megías, el barítono Pablo Gálvez, el bajo Francisco Crespo o nuestro tenor más internacional, José Manuel Zapata, recibieron formación en la asociación y aquí ofrecieron sus primeros recitales.
La exposición ofrece al visitante hasta el próximo 12 de marzo la oportunidad de recorrer la historia de la asociación y de descubrir en ella rostros que han sido muy importantes para el devenir de la clásica en España. Llama la atención el cuidado con el que están ordenadas las más del centenar de piezas que la integran, en vitrinas y mesas temáticas en las que hay desde volúmenes técnicos del siglo XIX hasta los documentos fundacionales de la asociación, el recuerdo a presidentes históricos como Dámaso García Alonso o grabaciones irrepetibles.
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