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José Antonio Muñoz
Granada
Domingo, 20 de febrero 2022, 00:44
Elena García de Paredes de Falla (Madrid, 1961), licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, se vinculó desde 1984 al Archivo Manuel de Falla, en los años en los que este desarrolla una intensa actividad en Madrid como archivo familiar dirigido por Isabel de Falla, su madre y presidenta de honor de la Fundación, recientemente fallecida. Desde ese momento su dedicación a esta institución ha sido completa, y ha participado en su consolidación como un centro de estudios de referencia, coordinando su constitución en fundación privada en diciembre de 1987. También dirigió su definitivo traslado a Granada en 1991, gracias al decisivo acuerdo institucional impulsado por el Ayuntamiento de Granada. Actualmente desempeña el cargo de Gerente de la Fundación Archivo Manuel de Falla.
–Hace escasas fechas que perdió usted a su madre, decisiva para la creación del Archivo. ¿Siente usted ahora un mayor peso sobre los hombros?
–En absoluto, porque ella era una persona muy inteligente, y hacía tiempo que se había retirado de la gestión. Me gustan las personas que saben retirarse a tiempo, y mi madre lo hizo. Y lo noté perfectamente, porque en cuanto el Archivo llegó a Granada, vi que daba dos pasos atrás. Es la mejor lección que me ha podido dejar; estamos aquí durante un periodo, y nadie debe eternizarse en una responsabilidad. Ahora, tengo claro que tengo que trabajar por el futuro del Archivo.
–Una trayectoria que ya tiene 30 años.
–Y que arranca mucho más atrás, en los años 60, cuando se estrenó 'Atlántida' y mis padres conocieron al por entonces alcalde de Granada, Manuel Sola. En aquel momento, ya vieron la posibilidad de ampliar el recuerdo de Falla, ya presente en la casa museo, con un legado que perdurara, y que, como decía el maestro, tuviera utilidad. Por eso se construyó el Auditorio y se pensó en ubicar aquí el Archivo, pero hasta que llegó aquí, en 1990, pasaron casi tres décadas. Hoy, pienso que formamos parte intrínseca del tejido cultural de esta ciudad. El siguiente paso es que las instituciones que forman parte del Patronato de la Fundación y no lo soportan económicamente tengan una mayor implicación.
–El futuro pasa, entonces, por la ampliación del Archivo.
–Sí, claro. Aquí ya no cabemos. Tenemos un legado impresionante, se mire por donde se mire. Y tiene, además, un valor añadido respecto a otros, y es que se trata de un centro muy vivo. No es un depósito de libros o documentos de una época muy determinada, sino que se sigue actualizando a un ritmo vertiginoso. Y el espacio, claro, se nos ha quedado pequeño. Las instituciones están siendo receptivas a esta idea
–¿Hay ya proyecto de ampliación?
–Sí, hay un anteproyecto, y debemos sentarnos a hablar. Lo ha redactado el mismo estudio que hizo el Auditorio, el que originalmente fue de mi padre, que es también el que ha llevado a cabo la rehabilitación del edificio que se hizo con anterioridad, sobre todo la reforma de la climatización. La idea es que se mantenga una misma línea constructiva, en un edificio que, como es de todos sabido, es muy austero. Es decir, no va a haber ninguna novedad:todo serán paredes blancas, ladrillo y gres en el suelo. Aún no tenemos la medida de esta ampliación, pero creo que más que duplicará el espacio actual.
–¿Cuándo tuvo usted conciencia de que pertenecía a la familia Falla?
–Con mi primer acercamiento al Archivo. En casa, nunca se hablaba de estas cosas, éramos niños y vivíamos como tales. Pero yo era una enamorada de los libros, me formé en Biblioteconomía, y un día me dijo mi madre que si quería venir a ayudarla en la catalogación de los documentos que había en aquella primera sede madrileña, un pisito en el que estaba todo, guardado como un tesoro familiar. Entonces, empecé a ver los libros, ordenarlos, ver carpetas... Ahí me di cuenta de lo que teníamos entre manos, y me enamoré perdidamente de esta colección. Ya era 1984.
–¿Recuerda la primera vez que vino a Granada?
–Yo era muy niña. Lo sé porque el primer recuerdo que tengo es acompañar a mi padre al Banco de Granada a hacer una gestión, y mirarle desde muy abajo. El segundo gran recuerdo de Granada fue cuando tenía 16 años, el día que se inauguró el Auditorio. Fue un momento de muchos nervios, recuerdo a Ros-Marbà dirigiendo...
–¿Y la conciencia de que iba a acabar tomando las riendas del Archivo como gerente, cuándo la tuvo?
–No fue un momento determinado, fue algo paulatino. Era una consecuencia lógica, y fue precioso. Cuando se trasladaron los documentos a Granada, Jorge de Persia, que fue su primer director, tenía un equipo de trabajo en el que estaba yo, junto a Carmen Sierra, por entonces directora de Archivos del Estado, y la propia Universidad de Granada. Ver llegar aquel camión con los primeros documentos fue un momento precioso, en el que estuvieron presentes Antonio Jara y José Miguel Castillo Higueras, a quien debemos tanto y a quien tanto vamos a echar de menos.
–¿Tuvo miedo alguna vez de que el apoyo dejara el Archivo en el aire?
–Miedo, no, pero sí responsabilidad. Este es el legado documental de un músico, y quizá haya personas que no entiendan la utilidad de conservar un bien así. También hace falta un presupuesto para dotarlo, y no es fácil. Creo que el éxito del Archivo es que Granada se siente orgullosa de albergarlo. Y esto lo palpamos a diario, cuando vienen personas que no son eruditos ni investigadores y disfrutan viendo la documentación que tenemos. Entonces calibran, por ejemplo, la importancia cultural de Granada en los años 20 y 30 del pasado siglo.
–En estos 30 años de existencia de la institución, ha ido usted, como ha dicho en alguna ocasión, de sorpresa en sorpresa.
–Sí, hemos vivido momentos emocionalmente muy intensos, hallazgos muy importantes. Recuerdo, por ejemplo, un día en el que mirando unas carpetas, apareció la partitura de la 'Mazurca', que se daba por perdida. Y algo que es muy usual aquí, apenas apareció la partitura, Antonio Gallego, que andaba por aquí, se puso al piano y la estrenó. Imagínese la emoción que sentimos todos. Hoy es una obra que se ha escuchado muchas veces y forma parte del repertorio internacional. Otro descubrimiento importante para mí fue el del libreto de 'Don Lindo de Almería' encargado a José Bergamín, y al que el maestro no llegó a poner música –luego se la pondría Rodolfo Halffter–. Rápidamente hablé con Nigel Denis, experto en la obra de Bergamín, y lo estudió en profundidad. Son sorpresas que hacen mucha ilusión.
–El Archivo no solo guarda, también presta sus fondos.
–Sí, es una parte importante de nuestro trabajo. En cada memoria anual aparecen los préstamos que hacemos; en la de 2020, por ejemplo, al Palau de la Música Catalana, al Instituto de América, a centros culturales madrileños... Pero también hemos hecho muchos préstamos internacionales. Quienes conocen nuestros fondos saben que tenemos documentos no solo de Falla, sino de otros autores, y esta política de préstamos nos permite establecer relaciones con instituciones muy importantes. Esta es una muestra de lo que comentaba antes; somos un centro vivo.
–El Falla es una 'rara avis' dentro de los archivos europeos.
–Sí, porque hay muy pocos dedicados a músicos, quizá el de Britten en Reino Unido sea el único similar. Recibimos muchas consultas de archivos nacionales e internacionales que nos tienen como ejemplo, y eso, creo, es mérito de Isabel de Falla, que siempre tuvo vocación de archivera, y que decidió, en lugar de guardar estos documentos en casa o repartirlos entre sus hijos, ponerlos a disposición de investigadores y personas interesadas en la música. Y tenemos, además, el orgullo de que personas que se han visto influidas de una u otra forma por la figura de Falla, como Rafael Puyana, nos hayan confiado su legado también.
–¿Cómo es el Patronato de la Fundación en el día de hoy?
–Pienso que tenemos mucha suerte, porque todas las personas que han pasado por aquí, responsables institucionales, investigadores, forman parte de nuestra familia. Todos ellos han sido defensores apasionados de este legado.
–¿Cuáles son los retos más importantes para el futuro?
–Sin duda, uno de ellos es completar el proceso de digitalización. Una realidad que hemos puesto a prueba con la pandemia, y que ha funcionado muy bien. La página web tuvo casi 21.000 visitas, y recibimos casi 150 consultas por correo electrónico. También estamos presentes con un seguimiento muy importante en redes, y nuestras actividades han llegado a más de medio millón de personas. También estamos trabajando en nuestro gran proyecto divulgativo, el de los epistolarios de Manuel de Falla. Acaba de salir el que mantuvo con la Residencia de Estudiantes, y hay varios esperando impresión. De todas formas, en este aspecto, nuestro mayor proyecto, que estamos llevando a cabo con el Ministerio de Cultura, es la digitalización de todos los documentos epistolares del maestro y su difusión a través del Portal Europeo de Archivos.
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