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Arqueología con mascarilla
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Excavaciones ·
Las campañas en Orce, Tajo de Marchales y Salar, desarrolladas este verano en plena pandemia, arrojan sorprendentes resultados que esclarecen debates como la extinción de los NeandertalesEl hombre, desde los primeros homínidos hasta el 5 de septiembre de 2020, lleva en torno a 4,4 millones de años sobre la faz de la tierra. Tiempo más que suficiente para evolucionar y para obtener una vacuna contra una pandemia mundial en menos de un año. Pero la arqueología no espera. Hay que seguir trabajando porque ahí abajo, en el subsuelo de la provincia, hay tantísima información en forma de fósiles y útiles que debemos seguir procesando para, antes o después, descifrar esos grandes enigmas respecto a quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. A pesar de las limitaciones que conlleva la Covid-19 y la obligatoriedad de cumplir unas estrictas medidas de seguridad, finalmente se han podido desarrollar con éxito las tres campañas previstas en Granada para este verano, que son la de Orce, que sigue deparando sorpresas; la de los Tajos de Marchales, que también continúa aportando valiosísima información respecto al último periodo de los Neandertales y su paso por territorio granadino –concretamente por Colomera–; y Salar, con esa villa romana de mosaicos maravillosos que se convierte en noticia todos los estíos. Así es la 'arqueología con mascarilla'.
«Dadas las circunstancias, lo más importante es que hemos podido trabajar». Con estas palabras resume Juan Manuel Jiménez, director del Proyecto Orce, los dieciocho días de excavaciones desarrollados en julio por un equipo de veinticinco personas en Fuente Nueva III (1,3 millones de años) y Barranco León (1,4 millones de años). «Ha sido duro porque ha habido días que hemos excavado a más de cuarenta grados y siempre con la mascarilla puesta», explica Jiménez, quien recuerda que se actúa en espacios pequeños, con la responsabilidad añadida de que un grupo relativamente amplio de gente viene de fuera a un pueblo de 1.500 habitantes limpio de virus. Tanto es así que una falsa alarma les obligó a confinarse a todos durante un lapso de treinta y seis horas.
Más allá de estas anécdotas –llámenla sustos–, los resultados han sido realmente interesantes. En Fuente Nueva III se han hallando gran cantidad de útiles junto a las defensas (los colmillos) de los mamuts. A expensas de mayores concreciones, la principal hipótesis por desvelar es en qué medida esta industria lítica pudo ser utilizada para que aquellos hombres y mujeres pudieran procesar los cadáveres de estos enormes mamíferos que deambulaban hace 1,3 millones de años por el Altiplano de Granada.
En Barranco León, donde se encontró en su día el pequeño diente de un niño considerado indubitablemente el resto humano más antiguo de Europa, los arqueólogos han localizado abundancia de huesos con marcas de cortes. Esto evidencia, según Juan Manuel Jiménez, que estas piedras se usaban para desmenuzar los herbívoros que, una vez muertos, servían como alimento.
En este punto conviene recordar que Orce también ha estado de actualidad estos meses atrás por la publicación de una investigación, realizada por un equipo multidisciplinar liderado por la Universidad de Granada y el Instituto de Paleontología Humana y Evolución Social de Tarragona, que ha logrado reconstruir la evolución del hábitat y del clima en el que desarrollaron sus vidas los primeros pobladores de Europa. En Orce.
Las excavaciones en el Tajo de Marchales, en el término municipal de Colomera, han sido nuevamente propicias este verano, al igual que lo fueron en 2019. El equipo investigador, bajo la dirección de los profesores Antonio Morgado, de la Universidad de Granada, y Javier Baena, de la Universidad Autónoma de Madrid, sigue recabando valiosa información sobre el paso de los Neandertales a los primeros Homo. Este enclave, en pleno corazón de los Montes de Granada, cuenta con numerosas cavidades que conservan evidencias de la presencia de poblaciones prehistóricas. De hecho, una parte del Tajo está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección patrimonial en Andalucía, por haber pinturas rupestres. Estas oquedades también fueron usadas para practicar enterramientos por parte de agricultores y ganaderos del Neolítico. Pero, además, se han hallado sedimentos que indican que este lugar fue parada estacional de grupos de cazadores y recolectores del periodo glaciar.
Según Antonio Morgado, la intervención realizada este año apunta a «grandes resultados». La expectativas dice Morgado, es obtener datos concluyentes respecto al debate sobre la desaparición de los Neandertales en esta parte de Europa. Han salido a la luz abundantes restos de la cultura material y la fauna extinta que sirvió de alimento para aquellos individuos. Todo ello permitirá, bajo su punto de vista, reconstruir el paleopaisaje de estas tierras en los últimos 50.000 años.
La actuación, bajo la dirección de Alejandro García-Franco, ha contado con el apoyo del Ayuntamiento de Colomera y con la implicación logística del Ayuntamiento de Benalúa de las Villas que cede infraestructura para la instalación del laboratorio.
Salar tampoco ha vuelto a defraudar. El equipo de arqueólogos dirigido por Julio Román, de la Universidad de Granada, ha seguido descubriendo nuevas estancias alrededor del peristilo, el patio porticado en torno al que se organizaban las casas señoriales romanas. Esta villa monumental está datada en el siglo I después de Cristo. También ha aflorado un nuevo mosaico que ha permitido conocer algo más de una habitación simétrica a la zona abovedada –el 'tubi fittili' ligado al supuesto 'balneum'–.
La Villa Romana de Salar, que ya atrae a cientos de visitantes todos los fines de semana, mira al futuro. El 2021 puede ser clave para este tesoro. Las expectativas es que a lo largo del invierno y la primavera se acometa una prospección geofísica clave para saber hacia dónde hay que orientar las futuras actuaciones, ya que las dos zonas de trabajo inicial están prácticamente finalizadas. De esta manera se obtendrá una radiografía del terreno para saber hacia dónde se extiende esta construcción con diecinueve siglos de antigüedad. «Ya vemos que su planta es un poco más irregular de los que pensábamos, y necesitamos esta intervención para entenderla bien, y que nos diga hacia dónde crecer en los próximos años», indica Julio Román.
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Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
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