Francisco Heredia, que tiene 64 años y vive en Girona, muestra la foto tomada por Saura donde sale mientras su madre le amamantaba. R. I.

El bebé se llama Frasco

IDEAL localiza a quien era el pequeño que amamantaba la gitana Loreto en la icónica foto tomada en 1955 por Carlos Saura en Purullena | «Mi madre tenía un corazón tan grande que no le cabía en el pecho», asegura emocionado Francisco, que tiene 64 años y vive en Girona

Jorge Pastor

Granada

Lunes, 13 de mayo 2019, 00:51

Año 1955. Debía de ser otoño. Quizá primavera. Un señor con gafas, joven, paseaba con su cámara por la cañada Doña Ana de Purullena, un pequeño pueblo de la provincia de Granada. Un pequeño pueblo de aquella España rural, pobre, reprimida y auténtica que aún ... olía a plomo. El señor con gafas, que se llamaba Carlos Saura, llevaba una cámara anudada al cuello. Fotografiaba el paisaje, pero sobre todo fotografiaba al paisanaje. Deambulando entre cuevas, su mirada –su mirada limpia– se detuvo en una gitana que, con gesto sonriente, amamantaba a un niño de pocos meses. Detrás una señora, cruzada de brazos y rictus serio, clavaba sus ojos en el fotógrafo. A su derecha, un señor, trajeado y engorrado, observaba la escena mientras remataba un cigarro. Carlos Saura estaba haciendo en esos momentos una de sus fotos icónicas. El señor del traje se llamaba Antonio 'el Corbito'. La señora de los brazos cruzados, María 'la Latera'. La madre se llamaba Loreto Amador. Y el bebé, Francisco Heredia. Antonio, María y Loreto murieron. Francisco tiene 64 años y vive en Girona. Este periódico lo ha localizado.

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«Mi madre era una bellísima persona, toda la gente la quería», asegura Francisco, 'Frasco' para familiares y amigos, el último hijo de una familia de nueve hermanos que, al igual que decenas de miles de granadinos, tuvieron que hacer las maletas para emigrar a Cataluña «por la necesidad, porque allí no había nada». Fue hace más de cuarenta años, cuando Frasco apenas tenía veinte. A pesar de ello, Frasco, prejubilado tras veinticinco años trabajando de sol a sombra en la construcción, mantiene indelebles los recuerdos de la niñez y la adolescencia en aquella Purullena a la que algún día, si su economía de pensionista se lo permite, volverá. Frasco recuerda que la cueva, de fachada impoluta y encalada, era grande. «Tenía siete u ocho habitaciones». También recuerda que dormían en colchones de farfolla –el panizo de las mazorcas de maíz–. Y que nunca pasaron frío porque, como explica, «en las cuevas siempre hace la misma temperatura, aunque sea verano o invierno». Tampoco olvida los juegos en los cerros de Purullena… y lo mucho que le gustaban las lentejas de su madre, Loreto, la que tenía un corazón que no le cabía en el pecho.

Loreto murió en Girona en 1981. Su esposo, Antonio 'el Corniz', también pereció hace tres lustros. En sus años en Purullena, ella, Loreto, hacía canastas. Él, Antonio, mercadeaba con cabras y mulas. «Ganaban para darnos de comer», dice Frasco. Lo mismo que luego hizo él, en Girona, trabajando como albañil para dar de comer a sus cinco niños y a su niña, Loreto, bautizada como la abuela. Dolores, la mujer de Frasco, también habla con admiración de su marido. «Es el mejor del mundo y un gran padre».

Fotografía de Carlos Saura tomada en las cuevas de Purullena donde se ve, en primer plano a Loreto, sonriente, amamantando a su bebé Francisco. CARLOS SAURA

El Saura de los cincuenta

Carlos Saura llegó a Granada en 1953. Tenía veinte años y muchas ganas de trabajar. El Ministerio de Cultura le ofreció que fuera el fotógrafo oficial del Festival de Música y Danza y no se lo pensó dos veces. «Me pareció una propuesta atractiva y dije que sí», afirmó en una entrevista concedida a este periódico hace dos años. No era la primera vez que Saura venía Granada –tenía familiares que vivían aquí– pero sí la primera vez que lo hacía con una cámara. Después habría más. En 1955 recorrió la comarca de Guadix. Familias numerosas en las cuevas, el trabajo en el campo, el contraste entre la riqueza y la pobreza, mujeres de moño alto y pelo azabache, mulas cargadas de leña, fiestas flamencas... el mundo rural, el de Guadix, el de Purullena, el de la España de los cincuenta.

Algunas de las instantáneas tomadas por Saura en Purullena, como la de Frasco, forman parte de su colección de miles de fotos y se pueden ver hasta finales de mayo en la sala Ático del palacio de los Condes de Gabia. Una muestra que, con el título 'Carlos Saura. La España de los 50', se incardina en los actos del programa 'Cultura y memoria histórica' de la Diputación.

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«La cueva tenía unas siete habitaciones y dormíamos en colchones de farfolla»

Saura, internacionalmente reconocido por su extensa producción cinematográfica trufada de éxitos, ha recibido premios en festivales tan prestigiosos como Cannes, San Sebastián, Berlín o Nueva York–. Ahora ha 'regresado' a Granada merced a esta muestra que está itinerando por diversas ciudades españolas. En 2016 Saura ya expresó que no le disgustaría mostrar en Granada todo aquel material que juntó hace casi setenta años. «Sería posible si hubiera una propuesta seria», afirmó entonces Saura a IDEAL. «Tendría que hacer una prospección entre los cientos de los negativos que conservo, pero por supuesto que estaría encantado de que los granadinos disfrutaran con las fotos que tomé entonces», agregó.

Según la comisaria de 'La España de los 50', Oliva María Rubio, estamos ante «un trabajo documental, un álbum fotográfico sobre los pueblos y gentes de España que Carlos Saura fue descubriendo en sus diversos viajes por el país». Y es que, como afirma Oliva María, estas imágenes nos retrotraen «a un tiempo que parece lejano y a unos lugares que ya apenas reconocemos». «Una España mísera, de pueblos con calles sin asfaltar, con casas de adobe y piedra, de campesinos que se resguardan del frío con mantas, de hombres cuyo único medio de transporte son las carretas tiradas por burros o mulos, de mendigos, de mujeres vestidas de negro…» Pero también, prosigue Oliva María, una España de gentes abiertas, sencillas y trabajadoras. Una España que refleja la vida y costumbres de sus lugareños, con sus matanzas, sus vaquillas y novilladas, sus corridas de toros, sus fiestas –como la Semana Santa y las Fallas– y sus ritos. Una España con una gran riqueza cultural, resultado de múltiples influencias, como la de los árabes que ocuparon parte de la península durante varios siglos.

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«Tuvimos que marcharnos a Cataluña porque allí no había nada»

En los años cincuenta España fue un país que interesó a fotógrafos tanto españoles –Ramón Masats, Català-Roca, Joan Colom…– como extranjeros. Con la apertura de las fronteras, debido a acontecimientos de política internacional, llegaron muchos convertidos más tarde en grandes protagonistas de la historia de la fotografía. Es el caso de Eugene Smith, cuyo trabajo sobre la ciudad extremeña de Deleitosa fue objeto de polémica y de un amplio reportaje en la revista americana 'Life'; de Henri Cartier-Bresson; de Inge Morath, que realizó varios viajes por toda la península y cuyo trabajo fue recogido en un libro publicado en nuestro país en los 90; de Brassaï, que visitó Andalucía e hizo un importante reportaje sobre la Semana Santa; de Elliott Erwitt; Robert Frank o Herbert List, entre otros.

Todos ellos dan cuenta en sus reportajes de esa España sumida en la pobreza, pero también de esa España que conserva sus ritos, sus fiestas y costumbres. Al igual que ellos, la mirada de Carlos Saura sobre esa España y sus gentes es de empatía con un pueblo que había sufrido los estragos de la Guerra Civil y sufría pobreza, represión y falta de libertades.

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Una foto perfecta de un maestro de la cámara

Dicen que no existe la foto perfecta. La de Carlos Saura, desde luego, roza la perfección. Lo tiene todo. Una composición geométrica con el personaje principal, Loreto, amamantando a Frasquito, en el punto de intersección del tercio derecho, donde miramos por defecto. Una exposición equilibrada pese al blanco resplandeciente de la pared, todas las caras enfocadas… Pero sobre todo se trata de una imagen con mucho fondo, con un juego de miradas que narra varias historias y que sobre todo cuenta una realidad, cómo era la Granada rural de mediados de los cincuenta. A todo ello hay que sumar la espectacular belleza primaria de una madre dándole el pecho a su hijo.

Carlos Saura es un gran cineasta, pero también un gran fotógrafo. Sus instantáneas, que ahora hay oportunidad de ver en el palacio de los Condes de Gabia, forman parte ya del archivo histórico de España. Saura debutó con la cámara a una edad temprana y realizó su primera exposición en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid en 1952. Durante varios años trabajó como reportero profesional. El diario ABC publicó una de sus instantáneas en portada y la revista Paris Match le llegaría a ofrecer un puesto en plantilla. Saura ha realizado retratos, fotografiando las ciudades, los pueblos y sus gentes, su entorno familias y social… la calle.

«El pueblo tiene cuevas habitadas con más de 300 años»

Purullena, a menos de treinta minutos de la capital, mantiene un extraordinario patrimonio troglodítico en forma de casas cueva. Según datos del Ayuntamiento hay 780 en todo el municipio –incluido el Bejarín–. Las más antiguas habitadas tienen unos 300 años. Hay otras, abandonadas o en estado ruinoso, que tienen más de 800 años.

Según el alcalde de Purullena, Jorge García, el perfil de los moradores de estas viviendas ha cambiado mucho en los últimos 64 años, desde que Saura fotografió a la familia de Francisco Heredia, «aunque las condiciones ambientales son las mismas, con una temperatura constante con independencia de la estación del año». Se ha pasado, comenta el primer edil, del concepto de infravivienda para clases bajas a unas casas con mejores acabados, materiales y servicios donde residen familias de todos los perfiles socioeconómicos. Los barrios de Purullena donde hay más casas cueva son el Barrio Alto, la Cañada y Doña Ana.

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