Bibarrambla, de los pequeños zocos al centro de la vida social de Granada
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Granada Arqueológica ·
En la época nazarí la plaza era un simple espacio abierto, de dimensiones reducidas, donde se celebraban pequeños zocosSi hay un espacio en Granada que puede ser reconocido como el centro neurálgico de la vida urbana, su verdadera plaza mayor, es la plaza de Bibarrambla, pero sin embargo ni ocupa el espacio que tenían en las ciudades medievales ni su formalización actual se asemeja en nada al prototipo de plaza mayor. La plaza de Bibarrambla es un lugar que evoca reminiscencias históricas muy arraigadas en las tradiciones locales, lugar de paso y de encuentro de todos los granadinos, de dentro y de fuera de sus antiguas murallas. Es el corazón y el vientre de la ciudad: rodeada por el palacio arzobispal, la catedral y el antiguo ayuntamiento –en la Madraza– albergaba el mercado de frutas y verduras, la pescadería y las carnicerías, junto a las puertas principales por las que la Vega entraba en la ciudad.
Ese carácter de plaza mayor se vio reforzado además por ser el espacio en donde se realizaban numerosos actos de la vida pública urbana a partir del siglo XVI, convirtiéndose en el principal escenario de las celebraciones más importantes, como las fiestas del Corpus Christi o los distintos festejos de toros y cañas. Por su relevancia en la Granada renacentista y barroca fue escenario de algunas de las obras de temática granadina, o romances moriscos, de Lope de Vega, casi siempre ambientadas en la Granada nazarí, con el denominador común del enfrentamiento heroico entre zegríes y abencerrajes. También fue el epicentro de la literatura costumbrista de Juan de Ariza y Francisco Martínez de la Rosa que en su novela 'Doña Isabel de Solís, reyna de Granada' –historia de la cautiva cristiana que convertida al islam con el nombre de Zorayda, desposada después con el rey Muley Hacén– narra las intrigas de su otra esposa, Aixa, y los acontecimientos de la convulsa Granada de finales del siglo XV. Cuando el rey decidió presentar a su nueva esposa a la ciudad, Martínez de la Rosa ideó una gran fiesta en Bibarrambla.
Miguel Lafuente Alcántara, en su 'Historia de Granada' localiza en Bibarrambla algunos de los episodios más evocadores de la historia de los nazaríes a lo largo del siglo XIV y XV. Imaginó que uno de los escenarios para las celebraciones en las proclamaciones de los nuevos sultanes era precisamente Bibarrambla. Describe el júbilo de la plaza por el segundo acceso al trono de Muhammad V o la celebración de una de sus bodas de una manera muy parecida a la novela Doña Isabel de Solís.
Así se forjó la idea romántica de la plaza como lugar central en la vida de la ciudad en la Edad Media.
Sin embargo, lo cierto es que en la Granada nazarí la plaza de Bibarrambla no fue tal como la conocemos ni como la imaginaron. De hecho, no existía como tal, siendo un simple espacio abierto, irregular, probablemente de reducidas dimensiones, donde se celebraban pequeños zocos intramuros, al amparo de la puerta de Bibarrambla, y que conectaba con una de las principales arterias comerciales de la ciudad, el Zacatín.
Durante los primeros años de la conquista castellana siguió manteniendo su fisonomía y su arraigo entre la población musulmana era tal, por su proximidad con la mezquita aljama, que las nuevas autoridades pensaron en crear una morería donde concentrar a la mayor parte, precisamente en este espacio, entre Bibarrambla y la puerta de Bibalmazán.
Localización Plaza de Bibarrambla
Descripción Varios restos de murallas, de la Puerta de Bibarrambla y restos de construcciones domésticas.
Cronología Siglo XI al XV
Tipo de protección El planeamiento urbanístico de la ciudad considera esta zona de máxima protección arqueológica.
La idea no prosperó, como bien sabemos, y a principios del siglo XVI, cuando la ciudad había superado el periodo del pacto de las capitulaciones, comenzaron las primeras operaciones urbanísticas para crear la plaza, ensanchando el espacio primitivo a costa de numerosas casas y comercios.
Las obras más importantes fueron la construcción del palacio Arzobispal, el colegio Real y las emprendidas en 1518 por el Marqués de Mondéjar, en la acera en la que luego se construyó el Arco de las Cucharas –que unía la plaza con la calle Mesones– , la Casa de Los Miradores, y las casas de la Inquisición, justo en el extremo que conectaba con la plaza de la Pescadería. Alrededor de la plaza se levantaron otros edificios con soportales, que sí recordaban la estética de una plaza mayor tradicional, y se establecieron distintos gremios de artesanos, como los olleros o vidrieros, los roperos, las carnicerías o el singular 'rincón de vagos'.
Esta estructura se mantuvo sin muchos cambios durante todo el Antiguo Régimen. Fue entonces cuando sí se convirtió en el epicentro de la mayor parte de los actos públicos de la ciudad: los pregones, almonedas, actos de fe, procesiones, corridas de toros… y siguió siendo el mercado popular por excelencia.
A partir del segundo cuarto del siglo XIX (1837) se hizo el primer intento de regularización de la plaza para darle un aspecto muy parecido al actual, acentuándose desde 1850. Primero se demolió de forma paulatina la muralla con su barbacana que la delimitada por el flanco occidental, luego vino la demolición de la casa de los Miradores, incendiada en 1879, y el derribo de la Puerta de Bibarrambla, en 1884. Entre ambas fechas se fueron construyendo la mayor parte de los edificios, que borraron definitivamente la antigua acera de los miradores y la fisonomía de la plaza, que terminó de ser alineada con estas últimas operaciones urbanísticas.
La fuente que hoy la preside procede del desaparecido convento de San Agustín, y fue colocada en su emplazamiento actual en los años 40 del siglo XX.
Pocas son las intervenciones arqueológicas que se han hecho en la plaza, pero todas las que se han realizado en su parte inferior, hacia Mesones, han dado como resultado interesantes vestigios de las fortificaciones de la ciudad, como en c/ Arco de las Orejas, Bibarrambla 11 o en 12 B y C. También entre el Arco de las Orejas y el Arco de las Cucharas se abrió una zanja en donde apareció un tramo de la muralla de 5,20 m de longitud situado bajo del cimiento de la fachada del edificio actual, además de varios muros y atarjeas de ladrillo y materiales (bloques de arenisca, ladrillos) que pertenecen a elementos arrasados de las primeras construcciones medievales. Restos parecidos se pueden ver en la acera de enfrente, dentro de un restaurante, relacionados con los orígenes de la alcaicería.
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