Antonio y Fran, abuelo y nieto, brindan con vino en la entrada de la casa. J. E. CABRERO

Lo bonito de beber vino con el abuelo en Granada

El último videoclip del granadino Ocete revoluciona Dehesas Viejas y consigue que cientos de emigrantes que abandonaron el pueblo hace décadas se reencuentren con sus calles y vecinos

Viernes, 20 de mayo 2022, 00:24

En la cocina de Antonio las cosas están donde deben de estar, como en toda casa de abuelo que se precie. «¿Queréis un Cola Cao?», pregunta, sonriente. «Porque yo me voy a preparar uno». Fran, su nieto, saca vasos del mueble y los reparte por ... la mesa mientras canturrea feliz «vino, vino, vino con mi abuelo». Los dos, ya sentados, se miran frente a frente y sus cuatro ojos azules claros parecen un espejo del otro. «Es bonita la canción», dice Antonio, con el primer sorbo de leche. «Me apetecía una canción así, abuelo, que sufro de la vida moderna», responde Fran, sentado en el lugar donde colocaron la cámara para grabar el videoclip de 'Con mi abuelo'. El sol se cuela por la cortinilla y fuera, en Dehesas Viejas, el campo está verde y hermoso y las calles, vacías.

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Ocete, Fran Martín Ocete (Granada, 1989), es uno de esos músicos que suenan a Granada. Le vimos tocar con Pájaro Jack, Brío Afín y Dolorosa, pero ahora firma con el apellido de su madre. Y el de su abuelo Antonio, claro. A Antonio Ocete, de 86 años, nunca le dio por cantar, pero chiflaba como Dios. «Estuve un año en la escuela, cuando tenía 9. Había setenta niños en la clase y nos daban las lecciones cantadas, para que aprendiéramos todos. Las provincias de España, ríos, montañas... Lo cantaba todo de memoria».

Los Ocetes, de paseo por Dehesas Viejas. J. E. C.

La casa huele a pan, flores y pueblo. «La construí yo –dice Antonio, orgulloso–. Me he dedicado desde los 10 años a la construcción, con mi padre». Fran escucha la historia encantado, como si fuera la primera vez: «Era el año 46. Iba con la burra y cuatro cántaros a un pilarillo que tenemos aquí y que no se ha secado todavía, la alcoba, le dicen. Echaba los cántaros en las aguaeras y los cargaba en la bestia. Esa era mi faena. Ya valíamos los hombres, los niños, con diez años».

Desde entonces ha trabajado siempre en la construcción aquí, en Granada y en 'Izavieja', que es como se pronuncia de verdad Dehesas Viejas. «En el 61 emigré a Mallorca, como tantos otros izaviajeros. Allí se ganaba el doble. Construí una pista de baile que se llama Babalu», recuerda.

–Y ahora, protagonista en el videoclip de su nieto.

–Pues eso... –la voz se le corta y los ojos le brillan–. Ay, espera que es que... –coge aire y contiene las lágrimas–. Es muy bonito. Me paran y me dan la enhorabuena. Me llaman. Y que la gente que lleva tanto tiempo fuera vea el pueblo y a nosotros, eso es lo principal.

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'Con mi abuelo' forma parte del primer EP de Ocete, '¿De qué color lo ves tú?', y ha sido una revolución en Dehesas Viejas, un pueblo donde quedan 700 habitantes. «Escribí la canción después de venir un fin de semana a comer un arroz con conejo que preparó el tito. Siempre tengo muy presente a mis abuelos y cuesta sacar tiempo para venir y estar realmente con la familia... Es un anhelo que tenemos todos: pasar tiempo con la gente que quieres. De eso habla la canción, de esa sensación que mezcla la alegría de celebrar, de beber vino, con la nostalgia de que esos momentos no son tantos y hay que aprovecharlos».

Escenas del videoclip.

El videoclip, dirigido por Adrián Cecilio, se grabó en doce horas y cuenta un día en la vida de Antonio, el de Izavieja: el taller del Mariquito, los huevos para la tita Adriana, el café con Manuel, el caminito a Domingo Pérez, los paseos en su inmortal Renault 4... Con su estreno en Youtube, cientos de emigrantes que llevan décadas sin pisar el pueblo se han reencontrado con la esencia que dejaron atrás. «Escriben comentarios, envían mensajes, mandan audios... –relata Antonio, emocionado–. Tengo familiares que no me conocerán siquiera pero que cuando vean mi nombre les llamará la atención. Quedan muchos Ocetes en Mallorca».

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Cuando Antonio era niño, en Dehesas Viejas vivían más de 4.000 personas. «Ahora esto está vacío», lamenta. «Yo he estado en Francia y Alemania. No hablo francés, pero no me moriría de hambre allí, sé pedir cosas. Y en alemán también». Echando la vista atrás, recuerda perfectamente el día que construyó la carretera a Domingo Pérez, por la que le pagaban 12 pesetas al día. «¡Y un trozo de pan costaba doce pesetas y media! Un día trabajando para luego no poder ni hartarte de comer». Los días que tocaba currar en Iznalloz, caminaban 12 kilómetros. «Salíamos a las seis, sin bulla. Entonces no había tanta bulla como ahora».

J. E. C.

«Todo eso está dentro de la canción –apunta Fran–. Es un canto a la vida tranquila». «Y al vino», bromea Antonio, que sigue: «A mí me gusta el vino blanco y del tiempo. Si está calentillo no me da na. Yo siempre he bebido con honestidad». El nieto, divertido, cuenta que su abuelo va todos los días a casa de Manuel, su cuñado, con el que emigró tantas veces, para tomar una copita de vino.

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Antonio y Fran salen a la calle y, bajo un sol de justicia, arrancan el Renault 4 y pasean por Izavieja. De fondo, como aquellas lecciones de la vieja escuela, suena la letra de la canción:«El domingo iremos al pueblo a beber vino, vino, vino, vino con mi abuelo». Los dos sonríen.

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