Gioconda Belli autora de 'Un silencio lleno de murmullos' en la biblioteca Eugenio Trías de Madrid. EFE
Gioconda Belli, narradora y poeta

«La buena literatura sigue siendo revolucionaria»

Desposeída de su nacionalidad y sus bienes por el tirano Daniel Ortega, la autora nicaragüense confronta sueños y realidad en su nueva novela / «Las ideologías no han desaparecido, pero mudan de piel y son difíciles de reconocer», asegura la exgerrillera sandinista

Jueves, 3 de octubre 2024, 18:05

La revolución se lo dio y se lo quitó todo. El mismo Daniel Ortega con quien batalló contra Somoza por la libertad de Nicaragua, hoy un tirano de libro, privó a Gioconda Belli (Managua, 1948) de sus bienes, su nacionalidad y sus raíces. Pero no pudo minar el optimismo cósmico de esta poeta, narradora y exguerrillera sandinista, hoy con pasaporte y residencia españoles, segura de que en Nicaragua «cambiarán las cosas» y para quien «nada ha sido en vano».

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Regresa a la novela con 'Un silencio lleno de murmullos' (Seix Barral), crónica intima en la que una madre cuenta a su hija su pasado guerrillero. «Habla de los conflictos entre el sueño y la realidad, la pasión y la responsabilidad, entre el pasado maternal y el desconcierto de las hijas que tienen muy difícil conocer a sus madres», señala Belli.

Gira en tono a Valeria, una mujer que sacrificó su vida familiar por la política. Al morir en Madrid, su hija debe ocuparse de su legado en pleno confinamiento por el covid. Sola y rodeadas de sus pertenencias, descubre un diario y el secreto que le hará entender los conflictos de su madre. Explora también el deseo, algo habitual en su literatura. «Muy a menudo se deja de lado el sexo, tan relevante en nuestras vidas, y me pregunto cómo se resolvió en la soledad del confinamiento», explica

Si algo define a Gioconda Belli es el optimismo. La capacidad de hallar fuerzas para levantarse una y otra vez tras cada caída y ascender, como Sísifo con su piedra, la montaña de la vida. «La condición humana tiene que ver con ese empeño, con la rebeldía y la convicción para alzarse una y otra vez. El esfuerzo da sentido a la vida. No hay futilidad», dice.

«Nada ha sido en vano, no creo en la decepción absoluta. Apostemos por el futuro aunque no tengamos futuro», reclama. «Cambiarán las cosas en Nicaragua, aunque sé que yo no lo veré», dice risueña y confiada cuando se le pregunta por qué todas las revoluciones acaban en desencanto, cuando no en dictadura. «Los seres humanos somos falibles, vivimos poco y la historia es larga», dice Belli que combatió con en Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) a la dictadura de Anastasio Somoza en los años 70 del siglo XX y se exilió a México y Costa Rica con apenas 25 años.

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Utopía y tiranía

«No reniego de lo que he vivido, entre otras cosas el formidable sueño de la revolución del que participó tanta gente», dice de una utopía devenida en la tiranía de Daniel Ortega y Rosario Murillo. «La Revolución Francesa derivó, a corto plazo, en el terror y en Napoleón, pero la República llegó cien años después», dice apelando a la paciencia histórica.

Cree Belli que «la buena literatura sigue siendo revolucionaria, siempre que aborde temas candentes y cumpla una función social». «Vargas Llosa denuncia la cultura del espectáculo, y este libro no es un espectáculo», reivindica la primera novela que ha concluido en España y que esta autora, un hito del feminismo, dedica a sus tres hijas.

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Escribirla ha sido balsámico para Belli, sumida en una suerte de duelo por la pérdida de sus nacionalidad y que asume su condición de expatriada. «El exilio es una constante en la vida de los intelectuales que dicen la verdad al poder, porque no se pueda ser intelectual de otra manera», asegura.

«Las ideologías están de capa caída. No han desaparecido, pero mudan de piel y son difíciles de reconocer. Crece la extrema derecha combinando autoritarismo y populismo con cosas de una izquierda que no logra evolucionar. No me gusta lo que pasa, pero de todo esto saldrá algo», cree. «Necesitamos nuevos paradigmas para abordar la realidad. Estamos en tránsito, en una revolución tecnológica que aún no hemos asimilado, en una época de transición y las transiciones son duras», plantea.

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La escritora y exguerrilera Gioconda Belli. EFE

Ganadora del Premio Reina Sofía de Poesía, el Cervantes de la lírica, para Belli la poesía «es impulsiva». «Es como un relámpago; la escribo como si recibiera mensajes del más allá y respondiendo a un llamamiento de mi corazón». Cuando narra siente «como si tuviera un empleo fijo en el que voy cada día a picar piedra; el proceso de construcción arquitectónico de la novela me encanta», se felicita.

Acaba de recuperar su biblioteca, varada en un almacén de Nicaragua, y ha sido un chute de energía. «Cerré mi casa y salí de mi país con lo puesto. Por fortuna, no confiscaron mis libros, que son mis amigos, mi voz, y pude almacenarlos», dice feliz por su recuperación María Gioconda Belli, bautizada así por empeño de su madre, pintora y admiradora del Renacimiento y de Leonardo da Vinci.

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