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Piloto de aerostatos, dirigibles y aviones, militar, ingeniero, científico, investigador, inventor, emprendedor y político. Todas esas facetas desarrolló a lo largo de su vida Emilio Herrera Linares (Granada, 1879-Ginebra, 1967), una de las mentes más brillantes de la ciencia española y europea de la primera mitad del siglo XX, cuya trayectoria quedó silenciada en la historia de su propio país por culpa del exilio al que se vio obligado después de la Guerra Civil y por el olvido intencionado al que le sometió el régimen posterior de Franco. El año pasado su memoria y su legado se recuperaron en Granada al cumplirse cincuenta años de su fallecimiento. Y ahora, para evitar que caiga de nuevo en el olvido, un grupo de admiradores del ingeniero ha decidido fundar la Asociación Científica Emilio Herrera Linares.
El espacio de actos de Cervezas Alhambra fue el lugar elegido este martes por la tarde para la puesta de largo de esta plataforma que preside el ingeniero aeronáutico Juan Gerardo Muros, en una jornada donde dieron a conocer las motivaciones y objetivos del colectivo, además de presentar en primicia el avance del documental 'Emilio Herrera 2018: Ciencia en el olvido', un trabajo de Atrevida Producciones en colaboración con el biógrafo de Herrera, Emilio Atienza.
«El año pasado se celebraron los cincuenta años de su fallecimiento. La pena es que después de celebrarlos el personaje pueda caer otra vez en el olvido. Por eso, ahora que se apagan las luces, queríamos proyectarlo», explicó Muros, que destacó el «perfil polímata» de Herrera, un hombre que llegó incluso a abordar temas sobre energía nuclear en sus últimos años de vida. «¿A qué se dedicaría Emilio Herrera en el siglo XXI? ¿A los coches autónomos, a los drones, a la inteligencia artificial, a la nanotecnología...? No lo sabemos pero conocemos su espíritu curioso. No tenemos a Emilio Herrera aquí y ahí arranca nuestro objetivo», recalcó el presidente de la nueva asociación.
«En Granada hay un buen nivel universitario pero el nivel del tejido empresarial no acompaña. No digo que los empresarios tengan que saber de tecnología, sino que sepan preguntarle al científico. Por ello, esta asociación nace con el objetivo de ser nexo de unión entre esos dos mundos», avanzó Muros. Organización de jornadas, premios a emprendedores, talleres de transferencia de conocimiento, foros de innovación, elaboración de análisis e informes de innovación y fomentar plataformas serán algunas de las actividades que desarrollará la ACEHL. Como vicepresidente se encuentra el catedrático jubilado de la Universidad de Granada, José Antonio Sánchez, que fue el encargado de dar la bienvenida a los asistentes, entre los que se encontraban algunos profesores y catedráticos de la propia UGR, el diputado provincial Raúl Fernández (C's), el director del centro de producción de Cervezas Alhambra, Alfredo Dávila, o representantes de la empresa granadina Lecrín Technologies, que participaron en la jornada como ejemplo de una empresa tecnológica que sigue implantada en su territorio y creando desde el Valle de Lecrín.
«Quería que estuvieran aquí porque vi en ellos la filosofía de Herrera», detalló Juan Gerardo Muros antes de dar paso a una ponencia de Darío López, vicepresidente y fundador de esta pequeña compañía granadina que, según expuso el propio ingeniero informático, trabaja con una «ética hacker», en el sentido de que son partidarios de una filosofía de libertad, de conciencia social, de libre acceso a la información y de creatividad, entre otros aspectos. La empresa nació hace dos años, tras conocerse sus cinco socios fundadores en la universidad, y en escaso tiempo, con un modelo de trabajo en remoto y sin horarios, han ido creciendo y abriéndose hueco en el mercado del desarrollo de software, la inteligencia artificial, el blockchain y la formación.
Nacido en la calle de San Isidro, Emilio Herrera fue un hombre de «perfil polímata», como definió Juan Gerardo Muros, por las múltiples facetas que desarrolló a lo largo de su vida. Además de militar y piloto de aerostatos, dirigibles y de los primeros aviones de guerra, fue un ingeniero aeronáutico curioso y emprendedor. Intentó crear una compañía de dirigibles española, Transaérea Colón, cuya idea terminó desarrollando una empresa alemana. Colaboró con Juan de la Cierva en la creación del autogiro, el precedente del helicóptero. Participó en la construcción y diseño del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, inaugurado en 1921 y dotado de uno de los túneles de viento más grande y modernos del momento, y también en la fundación de Escuela Superior de Aerotecnia, de la que fue director. Y en su faceta inventiva, creó en 1935 la escafandra estratonáutica, en la que se inspiró la NASA tres décadas después para el desarrollo de sus primeros trajes espaciales.
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