-kSeB-U110487474514s2-984x608@Ideal.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La mujer es hermosa. La sonrisa perfilada en carmín es larga como un amanecer y sus ojos, medias lunas azabache, podrían convertir a cualquiera en un hombre lobo. La melena oscura se derrama por su espalda como una nube confundida y de su pecho, traviesamente iluminado por un rayo de sol, cuelga un bebé que chupa como si Roma le fuera en ello. La mujer, vestida de gitana, rezuma un carisma, un magnetismo, que ya quisiera la Garbo: ese ceño fruncido es el agujero negro de su propia galaxia. La mujer gitana está en el Sacromonte, el barrio del embrujo, de las palmas, de los tacones que tantean hasta las tantas. El misterio del monte sagrado de Granada se esconde en esa foto desde 1951.
El mítico fotógrafo Jean Dieuzaide –conocido como Yan– nació el 20 de junio de 1921 en Granada. No la de Alhambra, claro, la Granada de Francia, una pequeña localidad al noroeste de Toulusse. Él realizó el primer retrato oficial a Charles de Gaulle en 1941 y su foto de Salvador Dalí, saliendo del mar con dos flores atadas a las puntas del bigote, es mundialmente conocida. En los 50 recorrió España para documentar la intrahistoria más carismática de nuestro país. Así fue como realizó, en 1951, la fotografía 'Mujer gitana del Sacromonte', que hoy se atesora en el ayuntamiento de Toulusse con el resto de su obra. Yan disparó en blanco y negro a aquella madre de colores y abrió, sin saberlo, un portal para viajar en el tiempo.
69 años después, el 23 de mayo de 2020, Yan y su mujer gitana llegaron a Internet. Rafael Navarrete (Ciudad Real, 1962) es un artista afincando en Sevilla que dedica su talento a colorear fotos antiguas. «Fotos en blanco y negro que tengan algún significado», dice. Cada vez que Navarrete publica una de sus restauraciones gráficas en sus perfiles de Twitter y Facebook (@historiacolor), genera un impacto instantáneo.
Rafael Navarrete
«La foto de la gitana la coloreé por una recomendación. Me encantó. Es una foto maravillosa, muy bonita y ella es una chica muy guapa. Es muy interesante para el trabajo que hago: tratar de que una foto parezca hecha ayer; acercar el acontecimiento del pasado al momento actual».
–¿Quién crees que es ella?
–No lo sé, la verdad –responde Navarrete, observando la fotografía de Yan como si fuera la primera vez–. Cuando publiqué la foto mucha gente lo preguntó. Yo mismo escribí «¿dónde andará esta chica?». No lo sé. La verdad es que no lo sé.
Curro Albaicín
Ver fotos
La cueva de Curro Albaicín, en el Sacromonte granadino, no atiende a las normas del tiempo y del espacio. Incluso en el silencio más pandémico, la música y el baile se sienten en sus paredes, bajo la atenta mirada de un eterno Federico García Lorca. «Pasad, pasad», dice mientras se coloca sus gafas y se recoge el pelo en una coleta. Curro es el espíritu y la memoria del barrio. El Sacromonte es su lucha, su legado. Si hay alguien en el mundo capaz de reconocer a la mujer de Dieuzaide, está dentro de su cueva.
Sentado en el sillón, Curro recibe el iPad anacrónico en el que viaja la gitana. Sus ojos cristalinos se abren como compuertas y dejan entrever el chispazo de emoción que recorre los pliegues de su rostro, hasta transformarse en una entrañable sonrisa. «¡Qué maravilla! Sí, la conozco. Qué arte, qué foto más buena –resopla, emocionado–. Ella vivía en el cerro, bailaba en la cueva de la Golondrina. En el 63 se fueron del Sacromonte, con las inundaciones. Se me ponen los vellos de punta».
Curro Albaicín
Las neuronas de Curro convierten su cabeza en un tablao flamenco. «Creo que era Conchita... Creo que el nombre era Conchita», reflexiona en voz alta. Al momento, rescata de debajo de un montón de papeles su libro 'Zambras de Granada y flamencos del Sacromonte' y empieza a pasar páginas como si fuera Merlín buscando un hechizo de sus antepasados. «Aquí los tengo a todos, yo creo que a ella también», explica. «¡Tiene que estar!», grita, «¡tiene que estar, lo sé!». Pero tras dar varios repasos al libro, no da con el apellido. Entonces cambia de ritmo y se va por bulerías: la agenda telefónica. Llama a amigos y familiares y pregunta una y otra vez «¿tú te acuerdas de la Conchita?». Pero nada. Nada. Nada hasta que suena el teléfono y Curro descuelga y otra vez el chispazo ilumina el azul de sus ojos y desprende la alegría del que encuentra: «¡Dímelo! –pide al teléfono– ¡Has visto! –coge un bolígrafo y empieza a escribir en un sobre de papel– Conchita... Peña... Gómez». Tras una pausa para coger aire, antes de colgar, lanza una última pregunta: «¿Ha muerto? –espera la respuesta– ¡Vive, vive la Conchita!».
Conchita La Carajarapa
En el coche, en mitad de la A-92, aún resuena la templada voz de Curro leyendo las anotaciones de su libro: «Concepción Peña Gómez. Conchita La Carajarapa. Bailaora. Nace en el Sacromonte en 1934. Comenzó bailando muy joven en la Zambra del Pitirili y posteriormente en La Faraona y La Golondrina. Con la Zambra de la Golondrina actúo en el Hotel Palace durante varias temporadas. Bailó para Ava Gardner, Cantinflas, María Félix y Carol Baket. La fotografiaron para tarjetas del Sacromonte. Actúo en la película 'Noches Andaluzas' y existe una fotografía de Conchita amamantando a su hijo que ganó un primer premio en el Liceo de Granada. Sobrina de María y Carmela las Carajarapas, prima de Mariquilla y de Antonio González». Al terminar de leer, agarró la foto de Dieuzaide como si fuera un mapa del tesoro en el que marcar las coordenadas: «Se fue a un pueblo de Málaga, donde puso un bar. Y todavía vive».
La casa de Conchita está en la misma orilla de la playa, en Benalmádena, Málaga. Es una casa pequeña de techos bajos y puertas marrones, como si fuera una cueva frente al mar. Hace años, el local de al lado fue el restaurante de la familia, el que montó su marido, ya fallecido, mientras ella bailaba en el tablao de Mariquilla. La sola idea de recibir a alguien de Granada la tiene loca. «Granada, ¡ay mi Granada! ¡Mi tierra!», dice nada más mencionarle la ciudad. Al preguntarle por su edad pide que le sostengan el vaso –literalmente– conforme se pone en pie: «¡Mira mi edad!». Conchita baila con soltura, con energía, como si una adolescente se escondiera debajo de su piel; una piel que va camino de los 90 años.
En el patio, sentada en su butaca, recibe nerviosa la fotografía de Jean Dieuzaide. «¡Oh, mi niño! ¿Pero cuándo se hizo esta foto? ¡Hará una pila de años!». Conchita repasa las caras y los detalles que se esconden en la imagen. Su memoria ya no es lo que era, pero la piel no olvida. Parece mentira que Conchita Peña y la 'Mujer gitana del Sacromonte' sean la misma persona. Ellas, de hecho, se miran como completas desconocidas. Y así, concentradas en los ojos de la otra, el ceño fruncido de Conchita aparece como la firma del pintor: el agujero negro de su propia galaxia. Sí, son la misma.
Conchita Peña
«¡Mira, mamando la teta! Yo siempre daba de amamantar a mis hijos. Y si estaba bailando, me los traían para que los amamantara», recuerda. Entonces Conchita descubre la otra foto, la de Navarrete, y su cuerpo se menea como una ola al romper. «Qué bonita. ¡Mira qué colores!». Conchita bailaba a todas horas y con todo el mundo. «Todo el mundo me quería, me miraban muy bien», confiesa. «Bailaba flamenco, bailaba por bulerías, bailaba por soleá, bailaba por alegrías... ¡Bailaba mucho!».
Ver fotos
Conchita, la mujer gitana del Sacromonte, llenaba los teatros de Francia, América, Japón... «¡Y de todos los sitios! Que con los años que tengo se me han olvidado la mitad». En esas idas y venidas se topó con el cine y con la farándula hollywoodiense. «Rodé con Kirk Douglas. Él quería llevarme a otro lado y yo no quise...», dice mirando para otro lado, tapándose la boca con las fotos de Yan y Navarrete.
–¿Otro lado?
–¡Sí, quería llevarme con él, por ahí! Pero yo estaba casada...
–¿Me está diciendo que le tiró los tiestos Kirk Douglas?
–¡Vaya! –ríe ahora, a carcajada batiente, asintiendo con la cara– Me dice mi marido: ¿Qué te ha dicho ese hijo de... mamá? Me ha dicho que si me voy con él a comer, le respondí. Y me dijo: Le voy a dar una patada ahí –subraya– que se los voy a poner de corbata» –y ríe otra vez, divertida.
Los nombres
Con el oleaje, Conchita intenta reconstruir los fragmentos de su vida. Hace treinta años salió del Sacromonte para montar un tablao flamenco en Torremolinos, con Mariquilla, con quien se crió. Asentados en Málaga, ella y su Manolo decidieron quedarse por allí, con sus cuatro hijos, y montaron el restaurante. Pese a los bailes, las películas y el arte, su nombre no está en ningún archivo, más allá del libro de Curro Albaicín.
«Es una pena que no se sepan los nombres, pudiéndose saber», lamentaba Curro, en su cueva, nada más localizar el paradero de Conchita. «No es lo mismo que veas una foto que ponga 'Gitano del Sacromonte', como esta, a que ponga La Feana, La Gallina o La Carajarapa. Esos nombres y esos motes son la historia de Granada. Una historia que se habló en todo el mundo. ¡El Sacromonte y Granada fueron famosas antes fuera que dentro de España! Quiero ponerle los nombres a todas las fotografías que hay en los archivos granadinos. Quiero hacer ese trabajo gratuito, por amor a que se quede grabado, y no me hacen caso. Nadie me ayuda. Nadie».
Conchita La Carajarapa abre una caja y reparte sobre la mesa su colección de fotografías personales. «Esta soy yo y este mi Manolo, el que mama en la fotografía que has traído, unos años más tarde», apunta. Cada una de sus fotografías podría escribir un relato precioso, desde Lola Flores a Camarón. «Y yo ni siquiera soy gitana –guiña–. Mi padre era de Madrid».
–Su foto está en un museo.
–¿Ah, sí? ¡Vaya!
–¿Qué título le gustaría para la foto?
–Conchita de Granada. O Conchita del Sacromonte, me da igual.
–Pues venga.
Conchita La Carajarapa destapa un rotulador y firma la fotografía de Dieuzaide con su nombre. «Es la primera vez que hago un autógrafo», sonríe orgullosa, camino de los 90.
Publicidad
Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
Carlos Valdemoros | Granada
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.