David Murray, con su saxo, en una actuación anterior. J. J. G.

«Camarón me ha inspirado»

David Murray | Saxofonista de jazz ·

El músico californiano protagoniza este domingo un cierre estelar de la edición 2021 de Jazz en la Costa

Juan Jesús García

Almuñécar

Domingo, 25 de julio 2021, 00:29

Muchas son las entrada en los registros del jazz donde aparece David Murray: post bop, rock, fusión, free, hard bop, blues, jazz latino, africana, soul, jazz afrocubano… Y es que nadie como este músico californiano para ejemplificar las facultades todoterreno.

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Murray nació en Oakland, California ... en 1955. Creció en Berkeley y estudió con Catherine Murray (organista y su madre), y se mudó a Nueva York en 1975. En Nueva York conoció y tocó con Cecil Taylor, quien junto a Dewey Redman le dio al joven músico el estímulo que necesitaba. La ciudad volvería a ser fuente de nuevos encuentros, con gente y con música de todos los horizontes. En 1976, tras una gira europea, David Murray montó el primero de sus míticos grupos, el World Saxophone Quartet, que marcó el comienzo de una larga carrera con su nombre en la proa.

La estantería de premios de David Murray incluye un Grammy y varias nominaciones; el premio Bird; el Premio Danés Jazzpar; Músico de Village Voice de la década (años 80); Músico de Newsday del año (1993); personalidad del festival Guinness Jazz (Irlanda, 1994)… Y su figura ha inspirado los documentales Speaking in Tongues (1982) y Jazzman (1999).

El diccionario francés de jazz afirma que: «La música de Murray proviene del movimiento post-free, que combina las innovaciones del free en los años 70 y el jazz de Nueva Orleans. Se caracteriza por sus efectos paroxísticos, produciendo un sonido áspero y extremo. Se inspira explícitamente en las tradiciones africanas y simboliza un regreso a un sonido crudo». Murray cierra estelarmente hoy la edición 2021 de Jazz en la Costa.

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–Su saxo suena en casi 200 discos, solo en 1991 le he contado 17… ¿cómo consigue tanta productividad?

– Sí, la verdad es que aquí tenemos muchos sellos pequeños y grandes que quieren grabar tus productos, y eso me hace estar en contacto con multitud de músicos. Grabar es una forma de documentar mi experiencia musical, que muy ancha y con muchos compañeros. A veces pienso en que no sé cómo he podido grabar tantos discos y a la vez actuar etc.

–Mas luego los conciertos, en gira por ejemplo con Grateful Dead (a los que dedicó también un disco suyo). ¿Cómo fue su experiencia en el rock ácido de California?

–En realidad nunca hice ninguna gira completa con ellos. Me llamaron e hicimos algunos conciertos y fue una muy buena experiencia. Me sirvió para darme cuenta de que en el mundo del rock también tenían presente mi trabajo. También de que no existen los compartimentos estancos, y el mundo del rock no ignora totalmente lo que hace la gente del jazz y quiere compartir ciertas experiencias e ideas. Hice buena amistad con García y con Bob Weir (guitarristas de G. Dead) y tengo buenas anécdotas que contar: por ejemplo, recordar aquel día en la casa de Weir, cuando llamó un tal Bob Dylan, y como no estaba Weir estuve hablando de música con él más de media hora (risas). Por eso les dediqué un disco, Dark Star, en 1996, tras la muerte de García.

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–Al parecer ha transmitido su vocación a su hijos, ¿no?

–Estoy muy orgulloso de mis dos hijos, ambos produciendo sus propios proyectos y con bastante éxito. Mi hijo toca la guitarra, y hemos hecho bastantes conciertos juntos, y mi hija Crystal es una gran cantante.

–El jazz de la era de sus hijos, del siglo XXI, ¿se parece al clásico en algo?

–Me gusta lo que hacen los jóvenes en general, aunque algunos aún tienen un sonido muy de escuela. Yo prefiero esperar a que tengan experiencias personales que les haga encontrar su estilo personal, su firma, su marca registrada, su sonido, y tener historias que contar. Sobre todo en el tenor, que es un instrumento que se basa en el sonido y la respiración de cada músico.

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–Y cercanos a las músicas de la calle. ¿Qué opina de los jazzman haciendo hip hop?

–Algunos de ellos están haciendo un gran trabajo. Aún así, yo lo encuentro demasiado repetitivo y en muchas ocasiones orientado al mercado. Yo he trabajado con poetas como Saul Williams o Amiri Baraka, pero me gustaría ver más colaboraciones de raperos con músicos de jazz que al revés.

Siempre se dijo que los músicos de jazz eran más valorados en Europa que en los USA. Usted que vivió en París una temporada, ¿está de acuerdo?

– Bueno, como en otros aspectos, uno no es profeta en su tierra, donde hay prejuicios acerca de lo que van a escuchar, ideas predeterminadas, y donde aún el público se aferra más a lo clásico. Además, en Europa hay más sitios donde tocar.

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–Y más al sur… en España, donde ha actuado numerosas veces, ¿cómo somos de público?

–Tremendamente entusiastas, es fascinante ver cómo reciben mi música con tanta pasión y entusiasmo.

–Grandes orquestas, octetos, cuartetos… ha tocado en todos los tamaños. ¿Tiene alguno preferido?

– No, me acomodo a todos los tamaños, pero hay más que trabajar más cuanto más pequeño es el grupo (risas), pero la sonoridad de una gran orquesta es inigualable, como sucede con las bandas amplias como el octeto.

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–Con su curiosidad infinita por las músicas de los pueblos ¿alguna vez se sintió atraído por el flamenco?

– Sí que aprecio mucho lo que hacen los músicos flamencos, sobre todo Camarón, quien me ha inspirado de alguna manera.

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