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nto favorito de los amantes de la música y la literatura. El árbol bajo el que -dice la tradición- se cobijara la reina Isabel la Católica para esconderse de sus enemigos musulmanes que la habían cercado, tiene hoy un significado no bélico, sino de paz y entendimiento. En las 21 ediciones que el ciclo tiene a sus espaldas, algunos de los más importantes poetas y cantautores de nuestro tiempo han hollado de pie y palabra el patio del convento de San Luis, donde gracias a la amabilidad de las monjas que lo habitan, cada año tiene lugar esta cita.
La relación de asistentes a este ciclo es interminable, desde que se iniciara en los albores del siglo, en 2004. En aquella primera edición, estuvieron presentes poetas como el recientemente desaparecido Rafael Guillén o cantautores como Raúl Alcover, Enrique Moratalla o el también añorado Esteban Valdivieso. Luego, en años sucesivos, desfilaron por el ciclo Luis Eduardo Aute, Antonio Gala, Ernesto Cardenal, Elsa López, Ángeles Mora, Alberto Cortez, Georges Moustaki, Federico Mayor Zaragoza y un largo etcétera de primeras figuras de la música, la poesía y el pensamiento. También comenzó a entregarse un Premio Internacional con el nombre del festival que reconoce la trayectoria de alguna persona en los más diversos campos de la cultura, y uno de cuyos más importantes galardonados fue José Mujica, presidente de Uruguay. Además, han recibido el premio el cantautor Amancio Prada y el actor José Sacristán, entre otros.
Este año, la organización de estos encuentros programó tres citas: la primera tuvo lugar la noche del pasado 6 de agosto, y en ella participaron los poetas Jesús García Calderón, Manuel Gahete, Chema Cotarelo, Javier Gilabert y Carmen Barranco, y la música corrió a cargo de Isabel Cañada, Elías Romer, Annarce, Osehim y Roñe. La presentadora fue Marijose Muñoz. Anoche tuvo lugar el segundo de los encuentros, el central, si se quiere, porque en él se hizo entrega del duodécimo Premio Internacional de Poesía en el Laurel a la cantaora Estrella Morente. Como suele ocurrir, el acto, que presentó la escritora Pepa Merlo, tuvo participación tanto española como foránea.
«Laurel, el eco de tu silencio resuena en la madrugada», comenzó Martín Salinas con su guitarra. Canciones de amor perdidos, de ausencias no elegidas, de esperanzas congeladas entre la niebla, que fueron calentando la velada, con la torre de la iglesia del convento como fondo. Erika Martínez fue la primera poeta en subir al escenario, acompañada por su pareja y compañero Andrés Neuman. En su intervención, ofreció tanto poemas como aforismos. Su poesía siempre llega a lo más hondo, porque sabe narrar lo que ocurre en la superficie, sin caer en lo superficial. Así, en 'La sacudida' narra no sin cierto humor nuestra tragedia diaria y cómo las decisiones que se toman, a veces, tan lejos de nosotros, nos afectan tanto.
Andrés Neuman la siguió en el atril, y tras agradecer a Pedro Enríquez y su equipo su trabajo en el Festival, leyó unos poemas que abundaron en términos botánicos. 'El jardinero' –sobre la importancia de las raíces y de la familia–; 'La piedra que reposa sobre tierra'; 'Palabras a una hija que no tengo', «porque incluso quienes no están cuentan quiénes somos», y dos poemas cortos del libro que dedicó a su progenitora, 'Isla con madre'. Luego, fue el turno del 'paisajista' José Antonio Fernández, quien recordó la situación en Gaza con atractivas figuras. Tras él, el turco Tugrul Keskin quiso empezar su intervención en español saludando a Granada y a Federico García Lorca. Luego recitó poemas como 'Nuevas esperanzas', 'Herida fría' y 'Lloro cuando se apagan las luces'. El bloque poético finalizó con Lauren Mendinueta quien destacó el espacio del Festival como «un lugar maravilloso». Con el saxo de fondo, contó historias de la vida cotidiana, de vecinos a los que ya casi no conocemos.
Pedro Enríquez introdujo la figura de Estrella Morente, utilizando las palabras que cantara su padre: «Si yo encontrara la estrella...». El arte es un don, dijo, y tiene que gestionarlo de manera coherente, porque nadie es más que nadie, y todos debemos ser solidarios, como lo es Estrella, con recitales dedicados a los más desfavorecidos. La cantaora, con su libro 'Mil cantes y un poema', poemario publicado en 2022, bajo el brazo, recibió una sorpresa con ocasión de su cumpleaños, y recordó el esfuerzo de su padre.
El lema del Festival de este año es 'Gracias a la vida', como la canción de Violeta Parra. La misma que apela a ese fondo estrellado del cielo del que Estrella Morente sigue siendo una de sus más reconocidas inquilinas. Porque el arte es un don, siempre, pero también una responsabilidad.
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