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El director de cine José Sánchez-Montes y el gestor cultural José Vallejo, ante el mural. Pepe Marín
La Capilla Sixtina de la Movida

La Capilla Sixtina de la Movida

El pintor Julio Juste plasmó en el techo de la sala de juntas de la Fundación Euroárabe los rostros de muchos de sus amigos, con quienes compartió ese momento histórico

Martes, 16 de julio 2024

Julio Juste, quién lo duda, fue uno de los grandes creadores plásticos del arte contemporáneo granadino. Utilizar el manido concepto de 'hombre del Renacimiento' con él es una denominación que se ajusta plenamente a su perfil, sin embargo. Hasta su inesperado fallecimiento, hace ahora siete años, el artista hizo todo lo que pudo, y lo pudo hacer todo. Curioso impenitente, ninguna manifestación artística le fue ajena, y dejó amigos allá por donde pasó. Por ello, no es de extrañar que la única cúpula de un edificio público decorada por un artista contemporáneo viniera de su mano, y que el resultado sea tan impactante. En la sede de la Fundación Euroárabe de Altos Estudios, en la calle San Jerónimo, se encuentra la que podríamos designar como 'La Capilla Sixtina de la Movida', un mural que, titulado en realidad 'El cielo de la memoria' –título extraído de un poema de Rafael Juárez– Juste pintó hace ahora 35 años para el que iba a ser el Salón del Rectorado de la entonces llamada Universidad Euroárabe. Se la puede calificar así porque, en esta alegoría del sistema solar y los signos del zodíaco, se encuentran retratados algunos de los protagonistas de aquel periodo histórico, muchos de ellos con nombre y apellidos, y otros pertenecientes a ese magma intelectual que cambió el panorama cultural de nuestro país tras la muerte del dictador.

Testigos de aquel proceso creativo fueron el director de cine José Sánchez-Montes y el gestor cultural y comisario de exposiciones José Vallejo. «Junto con el techo que luego pintó Juan Vida para el Cine Aliatar y que hoy se exhibe en la Universidad, llamado 'El río de la vida', y con una experiencia anterior, el techo y los muros del Isabel la Católica, de Manuel Rivera, fue la primera pintura mural en arquitectura pública», dice Vallejo. A finales de los 80, del Ministerio de Obras Públicas emanó una instrucción para aplicar las artes plásticas en la construcción y restauración de edificios públicos. El arquitecto Pedro Salmerón fue el creador del espacio sobre el que actuó Juste, y le encargó dicha tarea.

Por la naturaleza del espacio, la temática debía aunar elementos de las culturas europea y árabe, y a todo el Mediterráneo. «Julio, tras un proceso importante de análisis, pensó que si algo era común a todos era el cielo, los planetas y las constelaciones. Por ello, pintó un zodíaco en el que representó a algunos de sus amigos como los seres simbólicos que le acompañan, cada uno dentro de su propio signo, y por otro lado, el sistema solar», dice el gestor cultural.

Óculo solar dorado

El óculo que da luz a la estancia se convierte en el sol, y está rodeado de pan de oro para que proyecte aún mejor la luz. Todos los signos del zodíaco, comenzando por Tauro, escoltan la parte central de la cúpula. Las columnas culminan en unos brazaletes metálicos diseñados por Javier Furia, integrante de Radio Futura. «Cuando los vio instalados, Julio dijo que le recordaban a los brazaletes de Conan. Él era muy admirador de las culturas urbanas, como el cómic. De hecho, en varias ocasiones, él se autorretrata como Alf», añade Vallejo. También hay pintada una serie de columnas que buscan crear el trampantojo de una cúpula en un espacio abovedado, y con un río púrpura separa uno y otro ámbito, el de los planetas y el del zodíaco. En el otro espacio de luz, Juste representó un jardín del Edén custodiado por ángeles, seres que también unen a la cultura cristiana y la árabe.

La música que sonaba día y noche durante los cuatro meses de realización de la obra era la banda sonora de 'Batman', de Prince, lanzada aquel mismo año. «Conocí a Julio en mis inicios profesionales», recuerda José Sánchez-Montes. «Tuve la suerte de que me apadrinara, y comenzamos una amistad muy larga. Con mi productora, Ático 7, documentamos todo el proceso creativo». Así, pudo ver cómo el escultor Santiago Beraza se convertía en Escorpio, el artista y comisario Pablo Sycet en Acuario, Valentín Albardíaz en Capricornio, el modisto Antonio Alvarado aparecía encima de la Luna, o Alaska como parte de Géminis. En el mural hay, con todo, otros muchos rostros sin identificar o identificados solo a medias, como una pareja de afroamericanos que conoció en su visita a Nueva York. «También hay personas que se autocolocan en la bóveda sin estar en ella», comentan ambos entre risas.

El proceso de creación fue complejo y arduo, con accidentes incluidos, como cuando hubo que reconstruir el pan de oro porque a los albañiles no se les ocurrió una idea mejor que cortar las losas –con el consiguiente polvo– cuando el metal precioso estaba recién colocado. El artista terminó pintando, como Miguel Ángel, tumbado sobre los andamios para evitar el dolor de cervicales que le suponía la postura de pintar de pie o de rodillas. «Él se ocupaba de lo artístico, y de las relaciones humanas se encargaba José María Rueda, que era el productor de Ciudad Diseño, y más diplomático», aseguran Vallejo y Sánchez-Montes.

«Más allá de lo vistoso que es el resultado final, no hay una sola pincelada que no se haya dado con intención, con la idea de adaptar la propuesta artística al espacio de que disponía», asegura Sánchez-Montes. «De hecho, él tuvo siempre el deseo de hacer cine, y creó videoarte con éxito en los últimos tiempos. Decía que primero llevaba las maletas llenas de pinceles, y luego de cables». La conclusión que arroja una visita a este casi desconocido lugar la pone Vallejo: «Estamos ante uno de los tesoros patrimoniales de Granada, referenciado en múltiples libros y publicaciones. Un lugar que debemos conservar para siempre».

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