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José Antonio Muñoz
Granada
Jueves, 20 de febrero 2020, 01:48
La Orquesta Ciudad de Granada y su Coro van a ser mañana (20.30 horas) los protagonista de un hecho musical bastante insólito, cual es que un cantante dirija a una orquesta mientras canta una ópera, aunque esta sea en versión concierto. El responsable de ... tal proeza es el vitoriano Carlos Mena (1971), quien se repartirá entre el podio y el escenario para dirigir y cantar el 'Orfeo ed Euridice' de Gluck, en el Centro Cultural Manuel de Falla. El contratenor y director, estirpe de grandes nombres de la clásica (su hermano Juanjo es uno de los directores españoles más reconocidos en el panorama internacional), es artista residente de la Orquesta en una de sus temporadas más difíciles. De la ópera, del ambiente en la OCG habla en esta entrevista.
–¿Cuál es el origen del proyecto de 'Orfeo' con la OCG?
–En mi estancia artística con la Orquesta, quería mostrar varios perfiles: el de la música contemporánea, que hicimos con el programa dedicado a Alberto Iglesias, que sentí muy mío, a pesar de parecer un programa más alejado de mi registro; el de 'El Mesías', mucho más tradicional, en el que solo dirigí, y este, donde le propuse a Andrea hacer este doble rol, de cantante y director. La Orquesta es ideal para este título. Entiende muy bien el lenguaje musical de Gluck, así que empezamos a trabajar y todo ha ido rodado. Mi experiencia cuando dirijo y canto, aunque nunca antes lo había hecho en una ópera, es que la involucración de los instrumentistas es mucho más plena. Quien genera el gesto es quien genera el canto, y en este caso, los aspectos y el dramatismo. El impulso es más compacto, aunque haya dificultades añadidas, como mantener la intensidad en cada momento.
–¿Quiénes le van a acompañar?
–Serán dos cantantes jóvenes, dos sopranos, la granadina Pilar Alva y la vasca Jone Martínez. Son intérpretes de gran solvencia profesional; Pilar está estudiando en Lausanne, Suiza, y Jone ya vino a cantar con nosotros 'El Mesías'. No diría que ambas son 'instrumentistas de la voz', pero sí es cierto que tienen un concepto musical que no las aísla de lo que ocurre en la orquesta. Se involucran en el trabajo de equipo, no vienen solo a cantar su aria, y en esta obra, donde hay tantos recitativos, eso es muy importante.
–¿Cómo es esta ópera?
-Gluck escribió el 'Orfeo' para renovar la ópera seria italiana. Personalmente, siempre he tendido más a la disciplina que al artificio, y estudié la decadencia del Barroco cuando el cantante tomó el poder. Gluck pensó esta obra para un 'castrato' que tenía esta característica, era muy disciplinado, por eso evitó que el cantante pudiera 'ornamentar' demasiado. Me siento muy identificado con ella, por esta razón.
–¿Cómo está resultando su residencia con la OCG?
–Fantástica, a pesar de los problemas. Me he tomado esta experiencia como algo personal, por la muy especial relación que tengo tanto con los músicos como con Andrea Marcon, el director artístico. Es la primera residencia que tengo con una orquesta, ya que antes solo había sido artista residente en diversos festivales de música. Estoy aprendiendo mucho, enriqueciéndome mucho. Con todo, siento que en las semanas que paso aquí, veo los problemas de la OCG, pero después me marcho y los problemas siguen aquí. Esta Orquesta sufre mucho. Y pienso cómo es posible que el indudable desgaste emocional que sufren no les desgaste como músicos. Yo diría que su comportamiento es heroico. Es una desconexión entre el fenomenal trabajo que hacen y la falta de soluciones que les aquejan. El arreglo ya está llegando tarde.
–Acompañará a la Orquesta en su viaje a Bilbao la primera semana de marzo.
–Así es. Allí haremos tres programas los días 6, 7 y 8, en el ciclo Musika-Música, en los que interpretaremos obras de Debussy, Falla, Farrenc y Arriaga. La OCG es siempre muy bien acogida en Bilbao, así que espero que tengamos un gran éxito.
–Su transición desde el papel de contratenor hasta la dirección, ¿cómo está siendo?
–Nunca estudié canto en España. Toqué otros instrumentos, y dirección de coros. Juanjo, que es mayor que yo, decidió dedicarse a la dirección, y pensé que era un sinsentido que yo hiciera lo mismo, así que me formé en canto en Suiza. Estando allí, me pedían liderar grupos, dirigir pequeños ensembles barrocos. Luego, vinieron muchos años de giras. Entonces, empecé a sentir que había determinadas cuestiones en las obras que yo consideraba de otra manera, fui anotando partituras, fundé un grupo en Vitoria, bajo el amparo de la Fundación de la Catedral… Todo se fue incrementando, y llegó mi debut con una gran orquesta y una obra coral, que fue precisamente 'El Mesías', aquí en Granada, con la OCG. Combinar ambos papeles, el de director y el de cantante, es complicado. Pero me gusta porque no tengo la ambición concreta de llegar a algo. Voy a mi ritmo.
–Los contratenores han vuelto a ponerse de moda...
–Ese es un asunto generado básicamente por las discográficas. Lo que me hace feliz es que llevo más de dos décadas cantando y ya he visto pasar muchos contratenores:gente buena, gente que pasa... Me gusta la estabilidad, pero a la vez soy libre, porque no tengo exclusivas, y nunca me he sentido mejor que ahora.
–¿Por qué tiene que ver el público a ver este 'Orfeo'?
–Porque es una obra cuidadísima, un coro que asume los roles más diversos, un alma que sale del infierno desubicada, un semidiós que cree que todo lo puede, y el amor... Y una música estupenda. Pienso que no se puede pedir más.
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