Un momento del espectáculo de La Fura en el Palacio de Congresos. RAMÓN L. PÉREZ

Carmina Burana, La Fura en estado puro

La compañía catalana obtiene una gran éxito en su vuelta a Granada con una versión compleja y musicalmente brillante de la obra de Carl Orff

Sábado, 4 de noviembre 2023, 00:24

Lejos quedan ya los tiempos en los que a un montaje de La Fura dels Baus se iba con la camiseta más usada que hubiera en nuestro armario y vaqueros que no nos importara ver manchados de pintura o de algo peor. Pero el grupo ... que ahora dirige Carlus Padrissa mantiene intacta su particular concepción escénica, la misma que le ha hecho triunfar durante cuatro décadas. Si bien es cierto que el montaje que vimos anoche está adaptado a la peculiar caja escénica del Palacio de Congresos –que las obras proyectadas mejorarán– y no tiene a su favor el entorno único del Palacio de Carlos V, donde vimos por primera vez este montaje en el marco del Festival Internacional de Música y Danza, lo cierto es que La Fura aprovechó los recursos escénicos a su alcance para ofrecer un espectáculo atrayente de principio a fin, basado en el inteligente uso del telón central, entre otros elementos.

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Fue este telón el encargado de guiar al espectador por el texto latino que sirvió de inspiración a Orff, como es sabido, una colección de poemas de los siglos XII y XIII, que se han conservado en un único códice encontrado en 1803 por Johann Christoph von Aretin en la abadía de Benediktbeuern, en Baviera. Quizá es la propia figura literaria del 'manuscrito encontrado', usada y abusada por muchos escritores contemporáneos de novelas baratas, la que, sin embargo, otorga el particular encanto a este montaje, revelado en una serie de cajas chinas donde el virtuosismo de los intérpretes brilla con la misma luz que ese sol dibujado en el telón y que acompaña algunos de los números.

Más allá del consabido 'O fortuna!', carta de presentación de esta, sin duda, obra maestra de la música coral, los 'Carmina Burana' –léase 'Cármina', por favor–, esta colección de poemas tiene como objetivo principal convencer a su público de la fugacidad de la vida y de la importancia de bebérsela, si es posible, a tragos largos, disfrutando de las luces, por fuerza efímeras, que forman parte de la existencia. La Fura juega eficazmente con unas voces que, a pesar de una sonorización que evita la exigencia de forzarlas, se adivinan más que solventes. A pesar de que no es la primera vez que somos testigos de la utilización de sinestesias como el perfume en un espectáculo, es de agradecer el esfuerzo de incluirlas, como fuerte potencia evocadora en números como 'Floret silva'. También se agradece el toque de humor no exento de crítica que llevan aparejados otros números como 'Chramer, gip die varwe mir' (traducible como 'Vendedor, dame perfume'), una denuncia de este mundo de apariencias, redes sociales y tatuajes en que vivimos.

El grupo jugo eficazmente con luces y volúmenes. R. L. P.

La Fura sigue jugando con el atrevimiento escénico –esa bailarina desnuda flotando en el agua– hoy más delicadamente subversivo que escandaloso, símbolo de la sobreexposición a la que por elección propia muchos se ven sometidos. El juego cantarín y contudente de números como 'Olim lacus colueram', rayano en el 'music hall' con toques cabareteros y lanzamiento de agua incluido a las primeras filas –pequeño guiño a los orígenes– divirtieron a un público no muy purista, que aplaudió cuando quiso y entró en el juego propuesto por Padrissa. En definitiva, un espectáculo divertido, fiel a la trayectoria del grupo.

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