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Una casa forrada de cañas en la ladera del río GenilEl Genil que vemos ahora en Granada, convertido en un sarcófago de cemento, poco o nada tiene que ver con el Genil de hace cincuenta años, ese donde anidaban las garzas y las bubillas, nadaban los patos y crecían los cañaverales. Pues bien, a pocos metros del emblemático río que cruza la ciudad de este a oeste, encontramos una curiosa vivienda forrada de cañizo. Un tributo al Genil, pero también un tributo a la arquitectura mediterránea, donde este elemento se utilizaba como tapiz para las falsas cubiertas, las tejas rellenas, las barandillas o incluso los forjados. Los padres de esta singular criatura, merecedora de una mención especial en la sexta edición de los Premios del Colegio de Arquitectos de Granada, son Juanma Zamora y Antonio Fresneda. Una construcción bautizada por los vecinos de la calle Guarnón como la 'Casa de las Cañas' –su aspecto exterior la delata–, cuyo diseño vanguardista permite el máximo aprovechamiento de la luz natural, pese a su orientación hacia el norte.
¿Qué utilidad tienen las cañas? Por lo pronto, comenta Juanma Zamora, «es un material cien por cien ecológico que aguanta unas condiciones climáticas extremas y con una amplísima durabilidad». A partir de ahí, Zamora y Fresneda las aplican como una celosía que permite abrir y cerrar huecos de una manera muy económica y como 'abrigo' frente al frío y sombra frente al calor. La situación de la Casa de las Cañas, incrustada literalmente en la ladera, ayuda a esta protección. «El cañizo también lo usamos a modo de persiana y con fines puramente estéticos, como recurso compositivo», explica Antonio Fresneda.
Pero vayamos a los comienzos. Zamora y Fresneda se encontraron con un solar de ochenta y cinco metros cuadrados para levantar una casa familiar de unos doscientos metros cuadrados. Comenzaron la redacción del proyecto en 2013.Los clientes ya pudieron habitarla en 2017. El gran reto, lograr el máximo aprovechamiento lumínico. Y para ello, teniendo en cuenta que el terreno miraba hacia el norte, tuvieron claro desde el primer momento que la solución pasaba por la distribución a partir de un tragaluz de dieciséis metros cuadrados que ejerce como 'cascada de luz' para las diferentes plantas.
El sótano se plantea como un amplio estudio con salida y entrada desde el interior y desde la calle. «Se podría habilitar perfectamente como un apartamento independiente», apostilla Juanma Zamora. La planta de ingreso cuenta con un garaje con capacidad para dos vehículos y un cuarto de invitados, mientras que en la primera se localiza la 'zona de día'. Es decir, la cocina, el comedor y un salón con grandes ventanales. Aunque la joya de la corona es un precioso patio al que se accede por unas puertas correderas acristaladas. A continuación, subimos a una entreplanta donde hay un gimnasio y el dormitorio principal. Todo en torno al patio.
El recorrido termina en el ático con las habitaciones de los críos y una terraza con unas preciosas vistas a la otra ladera del Genil, donde se halla la carretera de acceso a la Alhambra y el Barranco del Abogado. La circulación entre los cuatro niveles se resuelve con una viga de acero en voladizo de la que cuelgan los peldaños, una solución sencilla y práctica, y un ascensor que garantiza la accesibilidad a todo el inmueble. En total hay cinco dormitorios dotados de sus respectivos aseos.
Respecto a los materiales, la base es el hormigón, que se emplea para la estructura, pero que también queda a la vista. No hemos de olvidar que la Casa de las Cañas se embute en la montaña como si se tratara de una cueva –de hecho durante las obras apareció una casa cueva que Zamora y Fresneda recuperaron parcialmente como bodega para la Casa de las Cañas–. Es decir, que había que contener un talud de unos doce metros de altura. El gris del cemento y el blanco de la escayola aportan unas tonalidades elegantes. El suelo es de madera. Fresneda y Zamora también diseñaron parte del mobiliario que se encastra en las paredes en forma de de cajoneras y armarios empotrados.
El aprovechamiento energético también es clave en la Casa de las Cañas. Partiendo de la singularidad del encajonamiento en el terreno, que protege frente a las inclemencias, las necesidades de climatización adicionales no son tan acusadas. Para ello, implantaron un sistema de aerotermia de máxima eficacia, de tal forma que el suelo irradia calor en los meses más gélidos y frío en los más cálidos. La calefacción se refuerza, llegado el caso, por unas chimeneas que se alimentan con biomasa.
La Casa de las Cañas, una combinación de volúmenes encajados como si fuera un rompecabezas, es el perfecto ejemplo de que la arquitectura moderna es, en definitiva, una reinterpretación de la antigua.
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Fernando Morales y Sara I. Belled
Pablo Rodríguez | Granada
José E. Cabrero | Granada, Juanjo Cerero | Granada y Cristina Ramos | Granada
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