Álvaro Pombo
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Álvaro Pombo
En silla de ruedas, con aire de fragilidad y rostro de ave asustadiza. Así comparece Álvaro Pombo (Santander, 1939) en la Real Academia Española (RAE), docta casa en la que ocupa el sillón j, para celebrar que es el flamante premio Cervantes 2024. Con gorro de estibador, chaqueta cruzada, barbado, encorbatado, con sus gafas John Lennon que acentúan su apariencia 'british' se confiesa con voz débil «más que contento» con el premio. «He llegado de milagro por la DANA», dice. Pero enseguida su discurso irónico y sarcástico desmiente su aparente debilidad para celebrar el máximo galardón de la letras hispanas con la misma ironía que marca su vida y si obra, como destacó el fallo del jurado que le premió.
«Cervantes no tuvo ningún premio; es lo divertido y lo chocante de este hermoso premio. Le plagiaron, además, la segunda parte del 'Quijote'», dice. «Cervantes era un 'pringao', genial sí, pero un 'pringao' como lo definiríamos hoy, un pobrecillo», asegura risueño. «Para colmo, estuvo en la cárcel en Argel y solo tenía su talento, su gracia y su sentido del humor. Y aquí me tienen con este premio que lleva el nombre de este extraordinario e inteligente y valiente español», agrega un satisfecho Pombo que piensa gastar «con parsimonia» los 125.000 euros de bolsa del premio.
El autor de 'Contra natura' o los fundacionales 'Relatos de la falta de sustancia' explicaba así la importancia de la ironía en su vida y en su obra, como destacó el jurado que presidía otro colega de la RAE, Luis Mateo Díez, ganador del Cervantes el año pasado y, a buen seguro, valedor del Pombo en al deliberaciones del martes.
«La ironía está a la par en mi vida y en mi obra; es un recurso literario muy cervantino que exige que no te lo tengas lo creído», explicó recurriendo de nuevo al padre de la novela. «No es un sentimiento primario, como la furia, el amor o el odio; la ironía es de persona mayor y puede ser mortal para el irónico que no se toma nada en serio», dijo sarcástico aludiendo a sus 85 años. «De joven puedes creértelo, porque tienes la fuerza y la luz solar -el sol también se lo tiene creído- pero cuando llegas a una edad provecta...es complicado. Escribir es trabajoso y nunca terminas de estar satisfecho», destacó.
«Solo sé que no sé nada, dijo Sócrates, y es una buena definición de la ironía», agregó el poeta, narrador y académico, formado como pensador pero que se describe «como un filósofo aficionado y un narrador que recurre a la muy hermosa elocuencia filosófica». Pero en su comparecencia citó a Sócrates, Platón, Zenón de Elea, Santo Tomás, Schopenhauer, Bacon, Spinoza, Locke, Zubiri, Ortega, Sartre y un inacabable etcétera. «Soy un buen aficionado a la filosofía, pero no un pensador. Los filósofos tienen derecho a comerme vivo cuando digo que tomo de la filosofía su color y la elocuencia», reconoció.
Cervantes centrará también el discurso de agradecimiento que Pombo leerá el próximo 23 de abril ante los Reyes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá. «He pensado escribir sobre 'El licenciado Vidriera' y sus variaciones», anticipa. «Cervantes decía que cada una de sus 'Novelas Ejemplares' ofrece una lección moral y filosófica, y yo me plantearé cómo se puede hacer una fenomenología de la fragilidad, de la humana no de la del vidrio, a través del licenciado».
«Sera variaciones sobre ese dicho que asegura que los locos y los niños siempre dicen la verdad; aunque es un lugar común decir que Don Quijote estaba loco, porque Cervantes no lo dice nunca: solo dice que era ingenioso», destaca el laureado autor cántabro.
Vuelve a tirar de ironía y humor cervantino para explicar qué hará con la dotación del premio. «Nunca he sido un manirroto, como decía mi madre, pero la verdad es que el dinero no llega a nada. El dinero nos come, y parece claro que este es el último que voy a ganar un poco sólido», ironiza. «Andamos muy mal de dinero y este premio nos ha venido muy bien,», agrega recurriendo al plural mayestático.
«El dinero se va en las tarjetas, en el mercado, en el pescado...no en los vicios y en las juergas, que también». «El dinero se ríe de mí. No cunde. Nunca he tenido ni mucho ni poco, solo para vivir decentemente», señaló recordando como de muy joven abrió una cartilla en «mi banco, el de Santander, y que su madre le decía que de viejo sería un manirroto. «Y no es verdad», se reivindicó recitando los versos que su madre repetía: «Los dineros se han de amar pues sin ellos muchas cosas legítimas y piadosas no se pueden alcanzar».
«Por su suerte o por desgracia, el dinero es un tema importantísimo y muy español, clásicamente castellano y cervantino, de hidalgos y labriegos, de ahorrar y no ahorrar, de manirrotos y tacaños», sostuvo.
Sobre su narrativa confiesa «no tener el agarre de lo real» y haber llevado a su prosa «la falta de sustancia». «Las historias psicológicas que me inventaba tenían una relación con la existencia, eran relatos psicológicos costumbristas», apuntó. Entró luego en la novela histórica, con la vida de San Francisco de Asís, «un encargo de la Editorial Planeta, pero tengo la impresión de que no he tomado en serio ni la ficción ni la Historia», dijo.
Cree que la lengua de Cervantes que compartimos más de 600 millones de humanos y sobre la que han construido su elogiada obra a lo largo de casi seis décadas «es solemne y de grandes frases, pero cómica y rápida a la vez». «También es un lenguaje muy poético, el de los grandes poetas que hubo y ha habido siempre en su ámbito», apuntó. «La lengua, con su portentosa variedad española es el don de lenguas,», concluyó.
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