j. i. cejudo
Miércoles, 3 de abril 2019, 10:48
A día de hoy se ha confirmado la existencia de casi 4.000 planetas en órbita alrededor de las estrellas de la Vía Láctea, nuestra galaxia. Los científicos siguen buscando vida más allá de la Tierra, pero hacerlo en cualquier rincón del vasto Universo sería una locura. De ahí que un grupo de científicos liderado por investigadores de la NASA hayan publicado un nuevo estudio en el que sugieren que, como criba, lo más inteligente sería hacerlo alrededor de las llamadas estrellas de tipo K.
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Tomás Ruiz Lara, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias, contextualiza que «aunque a priori podríamos pensar que tendremos que buscar vida en todos y cada uno de los exoplanetas conocidos hasta la fecha, estudiando todas las estrellas a nuestro alcance, de alguna manera tenemos que reducir el censo de estrellas que son posibles anfitriones de vida». Un buen ejemplo son las conocidas como tipo M. «Son las más comunes del Universo y viven mucho tiempo, dando tiempo a la vida a evolucionar. Sin embargo, sus primeros años de existencia son lo suficientemente hostiles como para que la vida no pueda desarrollarse a su alrededor», muestra el investigador del IAC.
«El brillo y las explosiones energéticas de las estrellas tipo M durante su primer millón de años de vida son características más que suficientes como para evaporar la posible presencia de agua en su superficie, generando unas condiciones iniciales no idóneas para la vida», expone Tomás Ruiz Lara. «Los siete planetas rocosos parecidos a la Tierra que orbitan alrededor de Trappist-1, de tipo M, en su zona de habitabilidad, no serían buenos candidatos para albergar vida pese a su aparentemente propicia combinación de masa, tamaño y distancia respecto a la estrella», incide el divulgador.
Ahí es donde aparecen las estrellas de tipo K, a medio camino entre las de tipo M y el Sol. «Son capaces de vivir hasta siete veces más que el astro solar, unos 70 mil millones de años, por lo que dan lugar a que la vida se desarrolle con el factor de una juventud mucho más tranquila», apunta Tomás Ruiz Lara a su favor. «La reciente investigación del grupo de científicos liderado por investigadores de la NASA sugiere que la presencia de oxígeno y metano, algo que se interpreta como una señal de la existencia de vida, es más fácilmente detectable en exoplanetas en órbita alrededor de estrellas de tipo K que de otras, facilitando así la detección de la vida», desarrolla.
«Por si fuera poco, hemos de tener en cuenta que además las estrellas de tipo K son ligeramente más débiles que las de tipo M o solar, algo que facilita el descubrimiento de nuevos exoplanetas a su alrededor ya que la luz de la estrella central no nos 'deslumbrará' al tratar de observar a sus compañeros», añade Tomás Ruiz Lara, investigador del IAC. Una de las estrellas más prometedoras en la actualidad para esta búsqueda de vida es la próxima 61 Cygni, la primera en la que se apreció algún tipo de movimiento propio.
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