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José E. Cabrero
Granada
Viernes, 29 de marzo 2019, 00:41
«No hay datos oficiales y no se puede decir que el número de jugadores haya subido en Granada. Pero sí hay signos preocupantes. Se ve claramente que hay un cambio de perfil». José César Perales (Granada, 1974) es investigador y profesor del Centro ... de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada y, también, en la Facultad de Ciencias del Deporte. Su trabajo combina juegos de azar y cerebro, por lo que mantiene una estrecha colaboración con Agrajer (Asociación Granadina de Jugadores en Rehabilitación).
Perales explica que, tradicionalmente, se han considerado tres tipos de jugadores adictos: el 'jugador condicionado', el prototipo, la persona que se ve atrapada por las características adictivas del juego de azar;el 'jugador emocionalmente vulnerable', que «juega como forma de afrontar otros problemas de su vida»;y el 'jugador impulsivo antisocial', que es «el que tiene más probabilidad de cometer actos ilícitos, con alcohol y drogas. El patrón más difícil de tratar».
Una de las líneas de investigación más importantes del equipo de Perales determina que ha surgido un cuarto tipo para el que no existían herramientas terapéuticas adecuadas. «Es un jugador joven. De 17 a 24 años. De un entorno normalizado. Nivel educativo normal. Nivel cognitivo normal». Un tipo de víctima «problemática» no porque su patrón de juego sea particularmente grave, sino porque tiene creencias erróneas de cómo funciona el juego. «Tiene una confianza muy alta en sus propias capacidades. Tiene la idea de que controla, de que sabe jugar, de que es capaz de ganar a la banca. De que es más listo. Se mete en juegos en los que considera que hay un componente de habilidad, como el póker online o las apuestas deportivas». El 'jugador de pensamiento elaborado y autoengaño' está en ascenso y no acepta con facilidad que tenga un problema, por lo que no tiende a buscar ayuda. «Cree que tiene los recursos necesarios no para salir del juego, para ganar».
Y para todos aquellos que puedan leer esto y pensar que ellos son ganadores, sí, efectivamente, el póker tiene un componente de habilidad. «Los profesionales –explica– estudian muchísimo para ganar poco a poco. Hay un gran ganador por cada 200 perdedores. El chaval que nos viene pensando que sabe mucho de juego no es ese gran ganador». Y con respecto a las apuestas deportivas, no, no hay componente de habilidad. «Es imposible ganar a la banca de forma sistemática», asegura.
En Granada, la edad media de nuevos ingresos por adicción al juego ha pasado de rondar los 40-50 años a los 20. Perales cree que la estrategia de la industria para capturar un nuevo perfil de cliente «está teniendo éxito». «Ha cambiado la publicidad, los juegos, la plataforma pasa del 'offline' al 'online'... El juego se está desplazando a la población joven y adolescente, sin duda». Perales aporta dos datos fundamentales que potencian el juego entre jóvenes. Por un lado, la proliferación de locales de juego y, por otro, la normalización de la actividad. «Intentan que el juego parezca una actividad de ocio más y se oculta el elemento adictivo. Y el juego es adictivo como las drogas, no es una actividad lúdica más».
José César Perales indica que los datos que relacionan cerebro y juego son mucho menos convincentes de lo que la gente se cree. «Sí hay diferencia a nivel de funcionamiento entre un cerebro sano y un adicto. Pero son diferencias sutiles que son consecuencia del propio juego. No quiere decir que el juego altere tu cerebro de forma anómala, has estado sometido a un proceso de aprendizaje muy masivo, como si dedicaras 6 horas al día a aprender ajedrez». Por eso, el investigador subraya que «el cerebro no es la razón última de la adicción al juego. La adicción se debe a una combinación de factores entre los que destaca el ambiente. No hay un marcador biológico en el cerebro que te permita decir 'esta persona va a ser jugadora'. Hay factores que te convierten en persona susceptible, pero no es determinista. Si no te expones al juego, por muy vulnerable que seas, no vas a ser adicto».
Lejos de querer prohibir, el equipo de expertos que lidera César aboga por regular la exposición y la publicidad. «Ahora mismo, la publicidad es una sarta de mentiras. ¿Por qué aceptamos que nos mientan? Un banco no te puede dar información errónea sobre los beneficios de una inversión y a las operadoras de juego se les permite exagerar las probabilidades de ganar».
La publicidad del juego usa modelos dirigidos a la población joven, como Rafa Nadal o Neymar, anuncios que refuerzan las creencias erróneas de este tipo de jugadores. «Hay un anuncio en concreto que dice algo así como 'tú sabes más de lo que crees'», lamenta Perales. Aquí entra en juego un elemento valiosísimo:la prevención. Para prevenir, hay que «abrir los ojos» a esos jóvenes que se creen mejores, más listos y más capaces que el resto y que, en realidad, están adentrándose en un peligroso camino de adicción.
Una herramienta poderosa es la lista de nueve puntos clave que establece la Asociación Americana de Psiquiatría(APA) y que pueden encontrar aquí. Conviene leerla, analizarse y ser honestos con el resultado. Quizás sea el primer paso para ser consciente de que hay un agujero. «El trastorno por juego presenta mucha variabilidad, no todas las personas juegan por las mismas razones. Estas personas suelen creer que, por mucho que pierdan, al final entrarán en una racha de buenos resultados. Y no».
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