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Un actor invisible con vocación de acero
La semana de Socorro Arenas

Un actor invisible con vocación de acero

Este hombre menudo e inquieto no ceja en su empeño de vivir del cine, aunque la vida no le ha tratado bien. Figurante de series y películas, sus fatigas se exponen en un corto que compite en los Goya

ANTONIO PANIAGUA

Domingo, 16 de enero 2022, 00:19

A los 48 años, Socorro Arenas era un empresario que se dedicaba a la distribución oficial de máquinas de tabaco y a repararlas. Pero en esto llegó la Gran Recesión de 2008, las deudas le empezaron a asfixiar y los bancos le cerraron el grifo del crédito. Desahuciado y en la calle, se colocó por un tiempo en un estanco, pero al final se decidió por hacer de figurante, esos actores que hacen bulto y que en la mayoría de los casos no dicen ni mu. Su vida no es una historia de éxito ni una reinvención victoriosa. Pero al cabo de los años ha recibido la gratificación de protagonizar un cortometraje, 'Figurante', en el que cuenta su vida y la de otros miembros de un gremio maltratado. Dirigido por Nacho Fernández y producido por Cristóbal García, la pieza audiovisual es candidata a los Goya de 2022 en la categoría de mejor corto documental. Arenas, de 62 años, malvive de un magro subsidio y de los pocos euros que le dan por salir en series y películas, pero le mueve una vocación insobornable por la interpretación que le acompaña desde sus años mozos, cuando pertenecía al plantel de un grupo de teatro de Socuéllamos, su pueblo natal.

  1. Lunes

8.30 horas. Me levanto muy temprano todos los días, quizá porque cuando trabajaba en un estanco me tenía que levantar a las seis y media de la mañana para estar allí a las siete. Nada más abrir el ojo me tomo un café, porque tengo la tensión baja, y me fumo mi primer cigarrito para ponerme a tono.

9.30 horas. Después de ducharme, me pongo con las cosas de la casa, que suponen una tarea grande. Cuando me embargaron el piso, encontré esta casa de alquiler en Vallecas, que se calienta con una chimenea, de modo que uno de los trabajos que me toca hacer, sobre todo en invierno, es recoger cajas de frutas de madera, que no dan mucho fuego, pero sirven para alimentar el primer fogonazo, el calentón, por así decirlo. Luego echo trozos de palés que mi compañero de casa y yo pillamos en verano y vamos almacenando todo el año. Solemos comprar un saco de 20 kilos de carbón de encina, que dura bastante y emite muchas calorías. Nos sale por 15 euros, porque lo adquirimos a un precio asequible a un amigo que es dueño de un asador. Además, siempre que voy al pueblo, a Socuéllamos, me traigo 20 euros de leña.

  1. Martes

14.30 horas. Me gusta cocinar, preparo comidas bastante majas, como las gachas manchegas, que me salen muy buenas. La paella la bordo. Una vez, en mi pueblo, batí mi récord al hacer una para 300 comensales de una concentración de moteros. Me he inventado un cocido sin grasas muy sano que guardamos en bolsas y congelamos. Hacemos acopio de los huesos y luego los usamos para el caldo. Por ocho o diez euros sacamos 25 platos de cocido buenísimo.

16.30 horas. A primera hora me dedico a mirar el correo electrónico por si me han llamado de alguna agencia para un trabajo. Reviso también los anuncios que se publican por si acaso encajan con mi perfil. Hay que estar muy atento porque de repente aparece a las cuatro de la tarde un aviso de que para mañana necesitan 20 figurantes, y en quince minutos ya puede estar cubierto el cupo. Con la pinta que llevo últimamente y con eso de que me he dejado la barba, me llaman para películas de época. Ayer hice de 'sin techo' para la serie 'Entrevías', pero también me llaman para hacer de cura, de yonqui, de cualquier cosa… Soy muy camaleónico.

  1. Miércoles

19.30 horas. Ahora mismo trabajaría gustoso de figurante de lunes a sábado de 7 de la mañana a 7 de la tarde a cambio solo del salario mínimo. Lo firmaba fijo. Este oficio es para vivirlo, no para contarlo. Después de la interpretación, uno sale renovado. Cuando actúo, no hay problemas con los amigos, ni preocupaciones ni tensiones económicas. Si me pongo delante de la cámara me armo con un escudo. Es como si desapareciera, automáticamente los nervios se van. Me meto de tal manera en el personaje, tenga o no texto, que me sumerjo en el ambiente, ya sea de tensión, de tranquilidad, de alegría… En esos momentos no soy yo. Es una reactivación personal, como apagar y encender el ordenador.

21.30 horas. Intento fumar poco. Con los cigarrillos de liar, que llevan la mitad de tabaco que el de cajetilla, evito consumir muchos. Intenté dejar el hábito, pero es que el efecto secundario que me producía el síndrome de abstinencia era muy jodido. En vez de volverme loco y subirme por las paredes, como le sucede a otros, a mí me entraba tal somnolencia que dormía entre 18 y 20 horas. Era un sueño brutal. Mi doctora me dijo que no era nada raro, pues la nicotina es un excitante. Como entonces era técnico comercial, debía elegir entre poder conducir y trabajar o dormir a pierna suelta.

  1. Jueves

17.30 horas. Si puedo y tengo algo de texto, me gusta improvisar. En una ocasión, en el rodaje de 'Arde Madrid' le pedí permiso a Paco León y no puso problema. Me encontraba en un taller, vestía un guardapolvo y debía coger el teléfono. Tenía que exclamar: «¡Manolo, ponte al teléfono que te llama tu tía!», pero a mí no me sonaba aquello al habla de los años sesenta. Así que eché mano de mi argot manchego y se me ocurrió decir: «¿Sí?, dígame». Transcurría una pequeña pausa en la que la mujer preguntaba por su sobrino, y se me ocurrió contestar: «Sí, por aquí anda. ¡Manolooo, al teléfono!, me 'paice' que es tu tía». El director lo vio en el monitor y me felicitó: «Lo has clavado».

20.00 horas. Durante un tiempo estuve apartado de la figuración, de modo que ni me enteré de que existían los Premios Mudito, que son los que concede nuestro gremio. En cualquier caso, la Academia de Cine debería crear un Goya para distinguir a los figurantes. O al menos, si un actor ha estado muy bien, elogiarlo. El galardón debería ser una beca para estudiar interpretación en una escuela. Un actor, de quien no voy a decir el nombre, nos llamó el «atrezo que come». Pero, ¿alguien imagina una película sin banda sonora? No. Pues con nosotros ocurre lo mismo, somos la imagen de fondo de los filmes.

  1. Viernes

12.30 horas. Mi sueño es estudiar al menos tres meses en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, que me han dicho es la mejor en interpretación audiovisual.

18.30 horas. Estoy sujeto a una economía muy justita. A los figurantes nos pagan 43 euros netos por día, aunque si te reconocen como actor de pequeñas partes, te dan 150. Es muy difícil vivir de ello. Yo puedo pagar el alquiler porque recibo los 430 euros de subsidio de desempleo para mayores de 55 años. Pero estoy trabajando en lo que me gusta y además sigo aprendiendo. Disfruto como un niño, y eso mola mucho.

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