Víctor Escribano posa junto al cartel de '7 lagos, 7 vidas', en el cine Kinépolis de Pulianas. J. E. C.

«Es más fácil tener una ley de eutanasia que una ley de cuidados paliativos»

Víctor Escribano - Director de cine ·

El granadino dirige '7 lagos, 7 vidas', documental sobre David Riaño, investigador del CSIC con ELA, que viaja en furgoneta por Europa del este con dos amigos

Miércoles, 28 de julio 2021, 01:02

Víctor Escribano (Granada, 1984) se quedaba embobado con las películas. Era un niño inquieto, con ganas de escribir y de contar. Quizás por eso, en los últimos años en el colegio Mulhacén, le dio por el cine. «Pero era un mundo con demasiada incertidumbre, así ... que me decían tú haz una carrera y luego ya veremos», recuerda el granadino. Y eso hizo: se marchó a Madrid, se licenció en Ingeniería Informática y, entre medias, veía cine. Mucho cine. Tanto cine que, en el último año de carrera, como en el cole, le dio otro golpe de vocación.

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El camarero trae dos cafés y un vaso con agua que Víctor se bebe a toda velocidad, de espaldas a la cartelera de Kinépolis, donde luce, entre 'Peter Rabbit 2' y 'Space Jam', el cartel de su primera película: '7 lagos, 7 vidas', un hermoso documental, tan vitalista como crudo, que cuenta el viaje de David Riaño, un investigador del CSIC con ELA que quiere cumplir su sueño: recorrer Europa del Este y bañarse en sus lagos. David adapta una furgoneta para vivir en ella con la ayuda de sus amigos Mbake, un taxista senegalés, y Rubén, tuno de Alcalá de Henares. La película se proyecta esta semana todos los días, en la sala 8 a las 20.00 horas, con un pase especial el miércoles al que asistirá el director.

Cuando Víctor deja el vaso de agua en la mesa, sus primeras palabras son para el tres veces ganador de un Goya José Luis López Linares, su maestro.

¿Qué pasó en Madrid?

–Mi pasión por el cine no se iba y no hacía más que crecer. Resulta que José Luis López Linares, al que admiro profundamente, es buen amigo de mi tío. Es un espectacular director de documentales y me permitió entrar de meritorio y ayudante de cámara mientras terminaba la carrera. Así surgió una amistad. Después me fui a Los Ángeles y a Nueva York a estudiar dirección de cine y pude trabajar en el área de producción de 'Shame', con Steve McQueen y Michael Fassbender.

¿Los trataste?

–Sí, son muy majos los dos. A McQueen le di una brasa al pobre... [ríe]. Yo era el último mono, pero me interesaba mucho su trabajo. Le preguntaba qué pelis le gustaban y cuáles no, por qué había rodado tal plano de aquella manera... Me aguantó estoicamente.

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¿Así entraste en el cine?

–No, qué va. Me volví a España y como no había manera de hincar el diente en el mundillo empecé a trabajar en una consultoría, como informático. Después de un año pensaba que me iba a pegar un tiro en la pierna como siguiera allí. No por el trabajo ni la intensidad, era sobre todo porque estaba absolutamente fuera de lugar. Me fui a Londres a perseguir el sueño. Estuve dos años y medio haciendo publicidad, televisión y cine. Pero era todo en la parte técnica. Así que me volví a España para hacer lo que debía haber hecho desde el principio: coger una cámara y grabar.

Víctor Escribano, en Kinépolis. J. E. C.

¿Cortos?

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–Hice varios cortos documentales. Uno de ellos en La Herradura, donde veraneo de toda la vida, sobre un guitarrero inglés. Y otro sobre Amadora, una mujer que ha trabajado muchos años en mi casa. El caso es que así fue como volví con Linares, le conté lo que estaba haciendo y le pregunté si tenía algo. Y me dijo que acaba de conocer a David. David Riaño, el protagonista del documental. Hicimos algunas entrevistas juntos y, al poco, me dijo que quería que lo dirigiera yo.

¿Cómo empieza a andar tu película, '7 lagos, 7 vidas'?

–David le contó a Linares que quería hacer un viaje por Europa del Este en furgoneta y que quería darle visibilidad. Desde que José (Linares) lo conoció dijo que tenía una luz especial y se entregó al proyecto. Le dimos dos cámaras para que ellos se grabaran y, entre agosto y noviembre de 2019, me iba con ellos a vivir a la furgoneta por etapas. Salieron más de 600 horas de grabación y se montó a lo largo de 2020. A principios de este año se lo enseñamos a Antonio Saura, hijo de Carlos Saura, que se dedica a vender películas con Latido Films, y le gustó. La movimos, llegó al Festival de Málaga y desde entonces todo ha sido una vorágine de cosas que me pillan de nuevas, como hacer esta entrevista.

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¿Qué has aprendido del documental?

–El viaje con David ha sido exigente física y emocionalmente. Físicamente, por dormir en el suelo de una furgoneta, los cuatro allí metidos. Y emocionalmente porque en un espacio corto de tiempo he conocido a gente que sufre mucho. Creo que es una película que ayuda a relativizar las cosas que te pasan, a distinguir lo que es grave de lo que no. También te acerca a otra persona, te acerca a entender su sufrimiento pero sin ser paternalista. Me encanta que venga gente al cine a la que ha tocado la enfermedad directamente o a través de un familiar. Ven a David y te dicen cosas acojonantes. Quería que la gente viajara con David.

¿Qué dice la gente?

–La gente se sorprende porque no es lo que esperan. No es una película solo sobre la ELA. Es un poco de ELA, un poco de David, un poco sobre la accesibilidad y un poco una 'road movie' de tres colegas que se van en una furgoneta. La gente espera un pobretico fastidiado pero en el viaje pasan muchas cosas que le podrían pasar a cualquier que se vaya con tres amigos. A la gente también le gusta mucho la banda sonora. David consiguió que un montón de artistas contribuyeran con canciones originales, entre otros Lo que queda de Juan, mi propio grupo, donde toco y canto. O Rubén, uno de los que viaja con él, que como es de la tuna contribuye con una canción.

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El director observa el cartel de la película. J. E. C.

Con Mbake, los tres grandes personajes.

–Mbake es un taxista senegalés que llegó a España hace doce años, sin papeles, y que de buenas a primeras empezó a trabajar con David. Es una mezcla curiosa y sorprendente. Y lo que me gusta todavía más es que cada uno sale con una idea. Hay situaciones polémicas y cada uno lo lee de una manera. Que me den lecciones me pone de los nervios, me gustan las pelis honestas, pero no quería que fuera una película aleccionadora.

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Para polémica la de Jordi Sábate estos días, con el hashtag #NosObliganAMorir, con el que lamenta que el Gobierno no ayude a los enfermos con ELA.

–Creo que somos cada vez más egoístas. Más individualistas. Es más fácil tener una ley de eutanasia que una ley de cuidados paliativos. Más fácil y más barato. No sé qué me pasaría a mí en una situación así, si yo tendría las ganas de vivir de David o no... Pero de lo que no se habla es de que detrás de la ley de eutanasia hay una dejadez porque cuidar a un enfermo es costoso. Lo que hay detrás de la ley de eutanasia es un mirar para otro lado, que es lo que denuncia David.

¿Cuál es el siguiente proyecto?

–No lo sé. Estoy todavía procesando. Llevo diciendo que quería hacer una película desde hace 20 años y de repente tienes suerte y te llega. Tengo ganas renovadas de hacer cine y estamos barajando varias ideas en la productora.

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