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Julio Grosso Mesa
Martes, 26 de noviembre 2024
José Manuel Jiménez (Granada, 1977) se marchó a Madrid con 18 años para estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense. En los años 90 cualquier opción para dedicarse al mundo del cine pasaba por irse de Granada. Acabada la carrera, se especializó en Montaje en ... la ECAM (Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid), donde ahora es el coordinador de dicha especialidad. Por sus manos han pasado ya 32 proyectos –25 largometrajes y 7 series–, entre ellos 'Buñuel en el laberinto de las tortugas' (Salvador Simó, 2019), Goya a la mejor película de animación. Él le otorgaría un Goya de Honor a las familias de los que hacen las películas, «porque se lo merecen como el que más».
–¿Cuál es su primer recuerdo cinematográfico?
–Ir al antiguo Palacio del Cine a ver 'El imperio contraataca'. Debía tener unos 3 años y me causó una impresión gigantesca. No solo por la historia, que no entendí muy bien (risas), sino por el tamaño de aquella pantalla gigante, el sonido espectacular y esas imágenes que a día de hoy me siguen emocionando.
–¿Qué le llevó a estudiar Comunicación Audiovisual en Madrid?
–Durante mi adolescencia empecé a hacer cortometrajes amateur con los amigos de los Maristas. El gusanillo me fue picando más y más, hasta el punto de llegar a los 18 años y tener que decidir qué carrera estudiar. En aquella época, 1995, cualquier opción para dedicarte al mundo del cine pasaba por irte de Granada.
–¿Por qué eligió montaje?
–Por tener una gigantesca carga narrativa. Me era fácil imaginarme a mí mismo pasando horas y horas en una sala de montaje.
–¿Cuáles son los pilares del oficio de montador?
–Para mí el oficio de montador es como un taburete que se sostiene sobre tres patas. Por un lado, la más importante es la faceta narrativa. Saber contar historias de una manera interesante y con una repercusión emocional en el espectador. Otra faceta fundamental es aquella que tiene que ver con la psicología y la empatía, ya que debemos saber gestionar las emociones tanto dentro de la película como en la propia sala de montaje. Hay también un componente técnico que, si bien es el más aburrido, va unido indivisiblemente a este tipo de oficios.
–El montaje de una película tiene varias fases…
–Cada proyecto es un mundo y tiene sus particularidades. Pero podemos dividir el proceso en tres fases. Durante el rodaje construimos un primer montaje. Estudiamos el material y empezamos a detectar los desafíos a los que nos vamos a enfrentar. Una vez terminado el rodaje, se incorpora el director y empezamos a perfilar lo que terminará siendo la película. Por último, proyectamos ese montaje a los productores, distribuidores, etc. y juntos trabajamos para conseguir el montaje final que llegará a los cines.
–¿Qué peculiaridades tiene montar cine de animación frente a imagen real?
–En el fondo montar animación es exactamente igual que montar imagen real, ya que la materia prima es la misma: una historia y unos personajes envueltos en un viaje emocional. Pero en la superficie el proceso es completamente distinto ya que se realiza previo al grueso de la producción, que es la animación propiamente dicha.
–¿Cómo es el vínculo entre el montador y el director?
–Es un vínculo enormemente poderoso. Nosotros nos encargamos de acompañarlos durante el proceso final de dar forma a la historia que, por lo general, llevan muchos años intentado contar. Es un viaje muy intenso y es un gran honor formar parte de él.
–¿Cómo ha cambiado el oficio?
–Ha cambiado mucho. Quizás el más obvio ha sido la digitalización. Ese salto del fotoquímico al digital supuso una gran revolución. Más recientemente, estamos viviendo otra pequeña revolución gracias a la visibilidad que asociaciones como Amae (Asociación de Montadores Audiovisuales de España) están dando a nuestro oficio.
–¿Qué herramientas de IA se están incorporando al montaje?
–Estamos ante una de las grandes revoluciones en cuanto a tecnología se refiere. Asistimos al nacimiento de una tecnología que lo va a cambiar todo. Las IAs ya están empezando a sentirse en el campo de la postproducción y el montaje. Estamos muy cerca de acceder a la postproducción por prompts y a mí me parece muy interesante. Es una herramienta que va a hacer ciertos trabajos del montaje menos penosos.
–¿Cuál es su película preferida por su buen montaje?
–Hay tantas películas contadas de una manera tan maravillosa...(risas). Hay una que, para mí, es una auténtica escuela de cine y es 'En busca del arca perdida'. Lo tiene todo. Está escrita, rodada y montada con un nivel de maestría realmente alucinante.
–¿De cuál de sus películas se siente más orgulloso?
–De todas. Las personas que nos dedicamos a este oficio nos caracterizamos por una gran vocación y nos dejamos la piel en cada proyecto. Es verdad que hacemos proyectos mejores que otros, pero siempre tienen algo en común: nos hemos esforzado al máximo para que queden lo mejor posible.
–¿Qué es lo mejor que le ha pasado trabajando en el cine?
–El gran regalo que me da esta profesión es el de conocer a tanta y tantas personas con un talento descomunal. Siempre pienso: ¡Ojalá se me pegue algo! (risas).
–¿Qué valor le da a los Goya?
–Pues bastante, no te voy a engañar. Los Goya son la celebración anual de la excelencia en nuestro cine. Pertenecer a la Academia desde hace 14 años siempre me ha llenado de orgullo.
–¿A quién le otorgaría un Goya de Honor?
–No sabría ni por dónde empezar... (risas) Quizás por llevar una nota un poco díscola me encantaría que se le diera un Goya de Honor a todos los proyeccionistas que fueron despedidos de manera injusta en el salto del cine en 35mm al cine digital. Un oficio que se extinguió casi de la noche a la mañana y que tenía la gigantesca responsabilidad de llevar al espectador las historias en las que con tanta intensidad hemos trabajado tantas personas.
–¿Qué necesita Granada para posicionarse en la industria?
–Granada ya ha demostrado en innumerables ocasiones que es un lugar excepcional para rodar cualquier tipo de historia. Digamos que es algo que ya ha quedado claro en nuestra cinematografía. Para mí el siguiente paso natural sería convertir a Granada en un hub de producción en esta zona del país. De tal manera que pudieras hacer una película entera sin salir de la provincia: rodando, montando, sonorizando y postproduciendo sin depender de Málaga, Sevilla o Madrid.
–¿A quién pondría primero en su lista de agradecimientos?
–Siento ser muy poco original con la respuesta. Se lo dedicaría a Aurora, mi mujer, a Ariadna, nuestra hija y, por supuesto. a mis padres y a mi hermano. Siempre me han apoyado incondicionalmente desde el día que dije que me quería dedicar al cine. Quizás el Goya de Honor habría que dárselo algún año a las familias de los que hacemos películas. Se lo merecen como el que más.
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