La primera en salir del bar, el Botánico, es la sonrisa de Natalia de Molina. La actriz llega después, con los brazos bien abiertos y los pies taconeando como si sonara una ranchera. Al otro lado, Daniel Ibáñez se prepara para recibir un abrazo de ... esos que estrujan el cuello y terminan con un beso en la mejilla. «¡Nuestra suerte en vida!», exclama Ibáñez, que lleva dos horas loco de alegría. «¡Once! ¡Once! ¡Natalia, eres el talismán!», sigue el madrileño. Luego llega Cristalino, con los ojos vibrantes haciendo honor al nombre, y la voz serena. «Estoy feliz. Feliz de verdad. Por la película y por nosotros… los dos juntos en Actor Revelación, buah, es una pasada», dice el granadino antes de unirse al abrazo. A su alrededor están Chesco, Mafo y Dani Molina, la banda de 'Segundo Premio', la película que ha conseguido once nominaciones a los Goya. «Una caña y una hamburguesita, por favor, que lo vamos a celebrar».
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En la mesa de la terraza, entre tapas y brindis infinitos, la conversación salta de un nombre a otro. Hablan de Isaki Lacuesta, el director, y de Fernando Navarro, que no se ha podido quedar a celebrar porque tenía que pillar un tren de vuelta a Madrid. «Qué pena que no haya salido la nominación a Mejor Guion, Fernando se la merecía –recalca Mafo–. Pero bueno, la alegría es por toda la película».
«Y de Lourdes (Fuentes), ¿qué me decís? ¡Tiene que estar contentísima!», aplaude Chesco, refiriéndose a la jefa de Vestuario, también nominada. La tapa llega con aires de títulos de crédito, unos minutos antes de las dos de la tarde, dos horas después de que se desvelaran los nombres de los protagonistas de los Goya de Granada. Una película que empezó con una verja cerrada.
La Academia decidió, por primera vez en su historia, abrir los sobres de las nominaciones en la ciudad anfitriona, es decir, aquí, en Granada. Una postal inolvidable desde el precioso Carmen de la Victoria, con Natalia de Molina y Álvaro Cervantes como maestros de ceremonia. Pero fue a puerta cerrada, por lo que los periodistas tuvieron que seguir el espectáculo desde la calle, mirando por el móvil lo bien que se veía la Alhambra.
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Mientras que la cámara conectaba en directo con Madrid, el recreo del Ave María Casa Madre estaba en plena ebullición. David García, director del colegio, movió la mano en el aire y Natalia de Molina, desde allí arriba, devolvió el saludo. «En la terraza se intuye el Carmen de la Victoria y da el sol. Poneos cómodos».
A un kilómetro de allí, los protagonistas de 'Segundo Premio' aplaudían las once nominaciones en la habitación del hotel de Dani Ibáñez. Cuando llegó el sobre de Mejor Actor Revelación, Ibáñez y Cristalino se entrelazaron como los jugadores que esperan a que se tire el último penalti. «Como las películas iban en orden alfabético, las nominaciones de 'Segundo Premio' siempre salían al final, así que la tensión era tremenda», contó Ibáñez. Pero entonces salió el nombre de Cristalino y Mafo gritó «¡toma!» y Cristalino apretó a Dani Ibáñez sin apartar los ojos de la pantalla, deseando que el siguiente nombre fuera el de su amigo. Y lo fue. Los amigos pegaron un brinco enorme, chillaron y se abrazaron como los que ganan una Champions. Los otros Jota y Florent, el vampiro y vaquero, estaban nominados.
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«Ha sido un subidón», resopla Cristalino, en los títulos de crédito de la terraza del Botánico. «Es que es muy bonito, algo precioso. Para mí es una oportunidad, una puerta que se abre, la de la interpretación, que descubrí hace nada. Yo era músico y ahora estoy nominado a Mejor Actor Revelación. Es un sueño, un auténtico sueño hecho realidad». La banda brinda otra vez y Dani Ibáñez bromea con unos y otros, eufórico. «Es tan mágico que estemos aquí todos, celebrando lo que ha pasado... ¡y que volveremos a juntarnos en el Palacio de Congresos!».
Natalia de Molina, su «suerte en vida», se despide de los amigos granadinos con un sobre bajo el brazo. «Se lo llevo de recuerdo a mi hermana», dice. Es el sobre de 'Mejor Cortometraje de Ficción', entre los que estaba Celia de Molina por 'Cuarentena'. Durante la lectura, Natalia no pudo contener la emoción y pegó un saltito explosivo de pura felicidad. «Ha sido incontrolable, puro orgullo, me he alegrado tanto por ella... Y por ellos –señala con la mano la mesa de la terraza y sonríe otra vez–, por ellos también me alegro mucho».
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