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Juan Diego Botto, en una imagen tomada en Vitoria durante la gira de su actual espectáculo. Igor Aizpuru
«Fui de los tontos que pensaban que de esto salíamos mejores»

«Fui de los tontos que pensaban que de esto salíamos mejores»

juan diego botto | actor y escritor ·

Tras el rotundo éxito de 'Un trozo invisible de este mundo', en el que anidaba el recuerdo de su padre asesinado por la dictadura militar argentina, regresa al teatro con 'Una noche sin luna', donde da vida a Federico García Lorca. Advierte sobre el peligro de dar pábulo a la extrema derecha

antonio arco

Domingo, 20 de diciembre 2020, 00:22

Camina con la mano tendida por la tierra que pisa, sabe que «en la vida viene todo combinado: las penas con las alegrías», y procura no olvidarse de algo que está cargado de incomodidades: «No me olvido de mirar a la calle, de mirar hacia afuera. Intento no distanciarme de la realidad de la gran mayoría, aunque mi realidad pueda ser otra». A su padre lo secuestraron, lo torturaron y lo asesinaron. ¿Cómo puede vivir uno con ese calvario eterno y silencioso dentro? Juan Diego Botto, nacido en 1975, actor, escritor, hijo de la maestra de actores Cristina Rota, era tan solo un niño cuando la tragedia cambió su vida para siempre.

Ese niño, ahora convertido también él en un actor de éxito y prestigio, ha regresado a los escenarios, tras el triunfo cosechado con su anterior montaje, 'Un trozo invisible de este mundo', con un nuevo texto escrito por él y también dirigido por Sergio Peris-Mencheta: 'Una noche sin luna', sobre la vida y la obra de Federico García Lorca.

Dice de sí mismo: «Soy hijo del exilio. Nací en Buenos Aires, mi familia es argentina y nos tuvimos que venir a España en 1978 por el golpe de Estado que hubo en 1976. A mi padre lo hicieron desaparecer en 1977, y mi madre se vino a España con sus tres hijos. Yo era muy pequeño, así es que digamos que viví el trauma del exilio con la mirada de un niño que mira a su madre, que fue la que se enfrentaba día a día al proceso más duro».

Cristina Rota educó a sus hijos para que se hicieran fuertes en la adversidad; fuertes, pero no ciegos ni sordos a los atropellos. En cuanto al cine, está nominado en la categoría de Mejor Interpretación Masculina en los Premios Forqué por su trabajo en 'Los Europeos', dirigida por Víctor García León.

- ¿Cómo es su relación con Federico García Lorca?

- Es una relación de toda la vida. No lo he conocido, pero tras haberlo leído tanto lo siento como un compañero de vida, como un amigo íntimo. Lo empecé a leer con 13 años y no lo he soltado hasta hoy.

- ¿Qué seduce tanto de su obra?

- Tiene una sensibilidad muy especial para hablar de los que no terminan de encajar, de los que de alguna manera no cuadran en la rueda habitual en la que todo el mundo encaja; por distintos motivos: por ser mujer, por ser homosexual, por ser frágil... 'Poeta en Nueva York', por ejemplo, creo que está muy influenciado por esa maquinaria que aplasta a los más frágiles. Sus personajes son vulnerables y conectan con esa vulnerabilidad que muchos sentimos o hemos sentido.

A mí me conecta con ese niño que venía de otro país, hablando distinto, y que en el colegio se las veía y deseaba para ser aceptado por los demás. Tú tienes la voluntad de querer ser uno más, de querer ser normal, pero sientes que hay algo que te distancia de los otros.

-¿ Cómo fue la vida del poeta?

- Apabullante. Poca gente, a su edad, llegó a escribir una obra tan completa; pero, además, hay algo muy interesante en él: siendo un tipo frágil, un tipo cauteloso, un tipo con sus miedos, fue adquiriendo a lo largo de la vida una serie de compromisos -sociales, políticos, éticos, morales- que implicaban un arrojo, un coraje, una valentía de la que muy poca gente es capaz. Muchos de los que se consideraban tan hombres, tan masculinos, no fueron capaces.

- ¿Por qué regresó a Granada en vez de dejar España?

- Para empezar, en ese momento nadie imaginaba la crueldad de la que iban a ser capaces los golpistas; nadie podía imaginar algo tan sanguinario. Él pensaba que en ningún lugar iba a estar más seguro que en casa de sus padres, que eran gente de bien, pudientes y referentes en su tierra. Y ahí fue donde se equivocó, porque la mano de aquella oscuridad alcanzó a todas partes. De hecho, cuenta Ian Gibson que, justo antes de irse a Granada se lo comentó a un amigo y éste le dijo: 'Vete a Francia, Federico'. Pero él seguía pensando que bajo el halo de su madre sería intocable.

- ¿Cómo vivió Lorca su homosexualidad?

- Nunca la vivió con tranquilidad, pero creo, por las biografías que he leído y por los historiadores con los que he hablado, que hay un hecho muy importante en su vida: su viaje a Nueva York y a Cuba. Es la primera vez que está realmente lejos de sus padres, de ese manto protector y de esa mirada censuradora, y ahí empieza a vivir su sexualidad con más libertad, algo que explota en Cuba, donde disfruta con más libertad de tener amantes, de tener amores y de poder estar con otros hombres. De hecho, allí escribe 'El Público', que es una obra en la que habla de su sexualidad más abiertamente; nunca se representó estando él vivo. A partir de ahí, mantiene relaciones con otros hombres aceptándose un poco más, pero creo que nunca dejó de vivir su condición sexual con dificultad.

- En España todavía hay gente que opina que no es para tanto, que se exagera su valía, que sí pero no...

- La envidia es una característica muy nuestra, muy española. Y también creo que hay un sector que considera que alguien es verdaderamente español, más español o menos español, en función de cuánto comulgues con sus ideas o de cuánto dejes de comulgar. Si comulgas poco, ya eres menos español. Y eso tiene que ver con una serie de prejuicios que siguen vivos hasta hoy. Seguimos tratando de antiespañoles a mucha gente por el hecho de no comulgar con nuestras ideas. En el caso de Lorca, además de su enorme valía está su repercusión internacional. Muy pocos poetas significan en el mundo lo que Federico García Lorca.

«Una anomalía»

-¿ Habría que seguir buscando sus restos?

- Soy de la opinión de que es una anomalía que el poeta más célebre del siglo XX sea uno de los muchos desaparecidos de la dictadura española. Un profesor de Literatura en Estados Unidos me contó que la primera vez que vino a España, una de las cosas que quería hacer era visitar la tumba de Lorca. Se quedó alucinado... Nos merecemos reconocer como a uno de nuestros mejores españoles a uno de nuestros más grandes poetas. Deberíamos desenterrarlo de donde esté mal enterrado y darle digna sepultura. Y habilitar ese espacio para que se le pueda rendir homenaje a quien ya pertenece a toda la Humanidad.

- ¿Es una deuda pendiente?

- Con Federico y con muchos otros compatriotas. La existencia de las cunetas es un lastre muy pesado. Una de las mejores cosas que hemos logrado en nuestra democracia es la visibilidad de las víctimas de ETA. Creo que ha sido un acierto el haber dado voz y reconocimiento a las víctimas del terrorismo, como también pienso que una de las deudas más lacerantes de nuestra democracia es la invisibilidad de las víctimas del franquismo. Y como ellas, todos esos cuerpos que siguen esparcidos por las cunetas, cuerpos que en muchos casos lo son de profesores o de gente que pensaba distinto o que tenía un carnet de un sindicato...; no es que estemos hablando de un frente de guerra, sino de gente a la que sacaron de sus casas, y eso es algo que ya toca subsanar.

- Usted perdió a su padre de manera trágica. ¿Cómo hacer para curar las heridas que deja el haber sido víctima de violencias e injusticias?

- Lo principal es encararlas, saber de dónde vienen, lo profundas que son, intentar comprender... Por ejemplo, en mi caso, y para intentar conseguir que el secuestro, tortura y asesinato de mi padre no me persiga como un fantasma toda mi vida, creo que ha sido importante que haya hecho todo lo posible por intentar restañar esas heridas. Si yo no hubiera estado vinculado con distintas asociaciones en las que hemos trabajado y peleado para que se juzgue a los responsables de los crímenes de Estado en Argentina, seguramente habría algo que sentiría que me falta, que está pendiente. Y otra cosa: la justicia es algo que cura, mientras que la venganza no te lleva a ningún sitio. Pero, ¡qué terrible es cuando la injusticia está acompañada de impunidad! Yo pasé del odio a la búsqueda de justicia; el odio te ata y te hacer perder doblemente. Lo que no debes consentir que te quiten son las ganas de cantar, de bailar, de ser feliz y de seguir adelante con tu vida.

- La Fiscalía investigará ese chat de militares retirados en el que se hablaba de 'fusilar a 26 millones de españoles'.

- Uno de los motivos por los que me decidí a poner en pie esta obra es porque leyendo la vida de Lorca encontraba una serie de ecos que resonaban mucho hoy, como si su vida encerrara un mensaje en una botella que hubiera llegado hasta nuestras costas ahora mismo y que merece la pena ser leído. Los ecos, las similitudes, los paralelismos... en algunos casos son escalofriantes. Y si no existieran en la historia de nuestro país los precedentes que existen -qué triste es que en muchos casos se desconozcan-, esto de ahora podría sonar a fanfarronada o a una anécdota; pero existiendo los precedentes que existen...

- ¿Es creíble el ruido de sables?

- Creo que hay que atajar las cosas de raíz y ser conscientes de que la democracia no es algo que esté garantizado para siempre, y que los valores democráticos hay que defenderlos siempre, y solo desde la legalidad. Todas las voces que pretenden violentar la democracia tienen que ser censuradas velozmente, porque vivimos en un país donde la tradición es la impunidad, y eso es siempre peligroso. Hay gente que ha decidido jugar con fuego. Me recuerda mucho a la película 'Cabaret' [Bob Fosse, 1972] el comportamiento de determinada gente con respecto a la extrema derecha; eso de 'ya les pararemos los pies', de 'bueno, les vamos a dar cancha porque de momento nos son útiles para esto o para lo otro', 'vamos a darles pábulo y ya les frenaremos después'. Pero no hay que olvidar que cuando se desata la extrema derecha, luego no es tan fácil hacerla volver al redil.

El valor del afecto

- ¿Qué le ha quedado claro en estos últimos meses?

- El valor del afecto. En estos momentos, te das cuenta de que pocas cosas son más importantes que el afecto de la gente que tienes cerca...; cómo se echa de menos a los amigos a los que necesitas ver, qué jodido es llevar meses sin poder darle un abrazo a tu madre...; también hay cosas que me han sorprendido para mal.

- Por ejemplo, ¿cuál?

-Y o fui de los tontos que pensaban que de esto salíamos mejores. Al principio me dije: 'Esto va a crear comunidad, nos va a unir, vamos a volver a prestarle atención a las cosas verdaderamente importantes'. Pensaba: '¿Quién se va a atrever a politizar esto?'. No me esperaba para nada este nivel de conflictividad política. ¿Se acuerda cuando al principio de la pandemia nuestros héroes eran los sanitarios? Pues ya hay gente diciendo que les den.

- ¿Sobre usted qué ha descubierto?

- Tengo menos paciencia de la que pensaba. Me pensaba un tipo muy paciente; pero a veces, cuando estás mucho tiempo encerrado, llega un momento en que se va gastando como la batería de un teléfono.

- ¿Se tiene usted por una persona lúcida?

- Veo a otros que lo son tanto que yo me considero un ignorante. Soy una persona con ganas de saber, con voracidad de conocimiento. Creo que eso es lo importante: tener siempre la voluntad y el deseo de saber más, de comprender más, porque hay tantas cosas que -hablo por mí- no se entienden.

- ¿Hay algún tipo de poder que le interese o le tiente?

- No. Ni la acumulación de dinero, ni mandar sobre otros me interesa. Pero comprendo que el poder resulte tentador.

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