«El confinamiento me ha tenido con la marea baja»

–¿Qué son para usted las olas?

–Esos vaivenes que tenemos en la vida, esas sensaciones, vivencias y personas que un día llegan a nuestra playa y al día siguiente se alejan. Como en otros libros, doy un nombre simbólico a cada obra y luego juego con el concepto en el interior. Partiendo de la propia existencia, que es un tema recurrente en mi obra, hasta el amor y la amistad, pasando por mis aficiones: la lectura, la escritura, la fotografía, el cine…

–Y ese ajuste de cuentas en positivo que son los homenajes.

–Así es. Aquí homenajeo a mujeres como Emily Dickinson, Margaret Atwood… Al principio de cada capítulo hay una cita de hombre y otra de mujer. Entre estas últimas están Virginia Woolf, Ángela Becerra, Dulce María Loynaz y Alfonsina Storni.

–¿Cuándo ha estado con la marea más baja?

–Este confinamiento me ha hecho pasar algún mal momento, aunque no he parado de crear. Más que pasarlo mal, diría que he mirado hacia dentro, y eso me ha hecho retirarme de esa playa ruidosa en que a veces vivimos.

–¿Sigue sin sentarse cuando escribe aforismos?

–Sigo teniendo mis libretas repartidas por la casa y en el bolso. Más allá de que en un momento determinado hay que ordenar la repentización, continúo escribiendo de forma inmediata mis ideas antes de que vuelen por la ventana. Eso sí, con calma; sin la instantaneidad del tuitero.

–Nada dogmático, entonces.

–El aforismo moderno debe quedar abierto para que el lector pueda contestar al interrogante que se le plantea. Los aforismos son alas cortas que el lector tiene que elevar o no.

–No pretende sentar cátedra.

–Tampoco. Mis referentes son Gómez de la Serna y Gracián. Y cuando introduzco la palabra 'es' como elemento clave de una definición, la utilizo más como una provocación que con la pretensión de impartir cualquier tipo de doctrina.

–'Ocurre que miramos fotografías y encontramos ausencias'. ¿Ha sentido ausencias en su reciente existencia?

–Claro, y presencias. Todas estas situaciones sirven para identificar tanto al 'yo' como al 'tú'. En las épocas de crisis se simplifican muchos conceptos, por eso el aforismo es hijo de las épocas de crisis.

–Hay algunos aforismos de 'Olas' cuya interpretación muta entre lo que vivíamos el 13 de marzo y lo que vivimos ahora.

–Soy consciente de ello. 'Olas' lo terminé en Nerja el verano pasado. Estuve aislada en mi cercanía. Y empecé a hablar de la anormal normalidad, del valor de las pequeñas cosas. Conceptos que luego han tomado nuevo sentido.

Encadenados

–Hay tres aforismos seguidos en su libro que llaman poderosamente la atención relacionados entre sí. El primero, «Los miedos con la claridad se atenúan».

–Parece que estuviera escrito para todas esas personas que están saliendo del túnel. Han sido meses oscuros, y lo que vendrá ahora es incierto, especialmente para el mundo de la cultura.

–El siguiente dice: «¡Qué hartura de las personas moralistas!»

–De esas está habiendo muchas durante esta crisis. Seres que nos intentan manipular en uno u otro sentido. Da vergüenza y tristeza. Y cuando se nos intenta imponer una determinada moral, incluso desde el punto de vista femenino, no me gusta.

–Y el más prosaico: «Despejaba el frigorífico cuando se ponía a dieta».

–Este es directamente premonitorio… (risas). Vamos desde lo más elevado a lo situado más a ras de tierra. En este libro hay varios aforismos relacionados con la comida. Y me da pena ver cuántos frigoríficos se van a quedar vacíos a la fuerza, en todos los sectores, pero también en el de la cultura.

–¿Cómo consigue encadenar pensamiento y mano?

–Porque mis aforismos me los encuentro por la calle, cuando estoy escuchando música, cuando estoy leyendo. Me quedo observando lo que a veces nadie mira. Entiendo que el aforismo, como la poesía, debe estar ahora más cercano a lo cotidiano que nunca.

–«Cuando las distancias se agrandan en el teatro de la vida, hay que cambiar de escenario y de personajes». Además de las salas de teatro, ¿qué más va a cambiar?

–Todo lo que queramos que cambie. Insisto en que mi pretensión no es otra que remover el alma, que volvamos la vista a nuestro interior. Es malo que tengamos que aprender a la fuerza. El aprendizaje debiera nacer siempre de un acto de voluntad. Por eso centro mi mirada en lo inmediato, en esos pequeños aprendizajes que debemos afrontar cada día.

–'Estamos ya tan aburridos de tantos listos impostores mediocres'… Esto es directamente adivinación sin bola...

–Gente que pretendía saberlo todo y controlarlo todo, ya los había antes de la crisis. Lo que ocurre es que en estas circunstancias se han señalado aún más. Tanta gente que no tenía nada que aprender, y yo que aprendo y me sorprendo todos los días.

–Y para finalizar: «Dialogar no rima con hablar sino con democracia».

–Entiendo que sea imposible no interpretar este aforismo a la luz de los hechos. Dialogamos muy poco, porque hemos tenido mucha prisa.

–El futuro, ¿qué le depara?

–Tengo varios proyectos en marcha. Libros, el prólogo de la obra completa de Dionisia García con Renacimiento… Además, estamos preparando el II Encuentro Nacional de Aforistas en Granada, que tendrá lugar durante la Feria del Libro.