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MARÍA DOLORES MARTÍNEZ
GRANADA
Domingo, 17 de marzo 2019
El pasado mes de diciembre David Fandila 'El Fandi' sumaba en Quito (Ecuador) el indulto número cuarenta y seis de su trayectoria. Una cifra sólo ... al alcance de muy pocos y que lo acerca cada vez más en números a uno de los toreros más grandes de la historia, el maestro Enrique Ponce, con cincuenta y un indultos y diez años más de alternativa. El diestro granadino, convertido también en ganadero con su hierro de Trinidad, divide sus afectos y pasiones entre la plaza y el campo. Reconoce que ahora es más consciente de la enorme dificultad de conseguir ese toro ideal soñado por todos y, ni que decir tiene, el toro de indulto.
-¿Qué representa para usted no sólo haber sumado ya 46 indultos en su carrera sino también estar tan cerca en números de una figura de la talla del maestro Enrique Ponce, con 51?
Cerrerito, de Tierra Blanca 5 de noviembre de 2000, en Valencia (Venezuela).
Cortesano, de Daniel Ruiz 31 de mayo de 2002, en Granada.
Gomero, de Peralta 19 de julio de 2002, en la Línea de la Concepción (Cádiz).
Hierbabuena, de Santa Bárbara 3 de noviembre de 2002, en Tijuana (Baja California. México).
Burlero, de La Carolina 15 de febrero de 2003, en Medellín (Colombia).
Honorable, de Guadalmena 4 de octubre de 2003, en Úbeda (Jaén).
Gonzalero, de El Prado 21 de enero de 2004, en San Cristóbal (Venezuela).
Sevillano, de Aquilino Fraile 6 de septiembre de 2004, en Alcaraz (Albacete).
Desocupado, de Zalduendo 25 de junio de 2005, en León.
Cardenal, de El Prado 16 de febrero de 2007, en Mérida (Venezuela).
Aguileño, de Hermanos García Jiménez 10 de septiembre de 2007, en Aranda de Duero (Burgos).
Valeroso, de Santiago Domecq 18 de mayo de 2008, en Los Barrios (Cádiz).
Anegado, de Julio de la Puerta 17 de agosto de 2008, en Baeza (Jaén).
Aviador, de Santiago Domecq 23 de mayo de 2009, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
Saladito, de La Dehesilla 5 de agosto de 2009, en Pedro Muñoz (Ciudad Real).
Listorro, de Torrealta 8 de agosto de 2009, en Pontevedra.
Esterilla, de Toros de Jarrama, Manolo González 27 de agosto de 2009, en Tomelloso (Ciudad Real).
Galicio, de La Ahumada 12 de febrero de 2010, en Mérida (Venezuela).
Tulipán, de Torrehandilla 8 de mayo de 2010, en Dos Hermanas (Sevilla).
Tomatero, de Gavira 15 de mayo de 2010, en Los Barrios (Cádiz).
Don Carlos, de La Consolación 29 de enero de 2011, en San Cristóbal (Venezuela).
Presumido, de Julio de la Puerta 3 de abril de 2011, en Elda (Alicante).
Tolerante, de Zalduendo 11 de septiembre de 2011, en Belmez (Córdoba).
Dos, de Rancho Grande 18 de noviembre de 2011 en Maracaibo (Venezuela).
Andino, de El Prado 20 de noviembre de 2011, en Maracaibo (Venezuela).
Frutero, de Rancho Grande 28 de enero de 2012, en San Cristóbal (Venezuela).
Matildo III, de San Sebastián de las Palmas 18 de febrero de 2012, en Mérida (Venezuela).
Pegajoso, de Núñez del Cuvillo 22 de junio de 2012, en Algeciras (Cádiz).
Catedral, de Triana 2 de febrero de 2013, en Ambato (Ecuador).
Atento, de Juan Pedro Domecq 20 de julio de 2013, en Roquetas de Mar (Almería).
Miraclaro, de González Sánchez-Dalp 4 de septiembre de 2013, en Melilla.
Chorongo, de Triana 30 de noviembre de 2013, en Latacunga (Ecuador).
Lenguasucia, de Santiago Domecq 31 de mayo de 2014 en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
Guerrita, de Benjumea 24 de agosto de 2014, en Antequera (Málaga).
Caralimpia, de Huagraguasí 6 de diciembre de 2014, en Quito (Ecuador).
Bomboncito, de José María Arturo Huerta 14 de diciembre de 2014, en La México D.F.
Invitado, de Alhama 10 de enero de 2015, en Duitama (Colombia).
Avellanito, de Alcurrucén 3 de octubre de 2015, en Úbeda (Jaén).
Limonero, de El Capiro de Sonsón 29 de enero de 2016, en San Cristóbal (Venezuela).
Gabriel, de Julio de la Puerta 18 de agosto de 2017, en Antequera (Málaga).
Cortez, de Huagrahuasi 25 de noviembre de 2017, en Latacunga (Ecuador).
Injuriado, de Vistahermosa 11 de febrero de 2018, en Ambato (Ecuador ).
Capullito, de Manuel Blázquez 12 de mayo de 2018, en Andújar (Jaén).
Burraco, de Santa Rosa de Lima 30 de junio de 2018 en Cutervo (Perú).
Osunero, de Julio de la Puerta 8 de julio de 2018, en Estepona (Málaga).
Retador, de Huagrahuasi 5 de diciembre de 2018, en Quito (Ecuador).
-Un orgullo muy grande porque es uno de los toreros más importantes en cuanto a técnica y capacidad. Son números que están al alcance de muy pocos. Han pasado ya dieciocho años pero hasta que no ves en cifras todos los toros indultados no te das cuenta de lo importante que es eso. Cuando uno se va, lo que importa es la huella que ha dejado, las cosas que ha hecho y el camino recorrido.
-Como ocurre con las salidas a hombros en Granada ¿uno se acaba acostumbrando a indultar toros?
-No. Es diferente. En mi caso soy un hombre de campo. Me encanta la ganadería y seguirle la pista a algunos toros porque no todo se queda en una puerta grande. El éxito más importante son las crías del semental. Es algo muy bonito y cada toro es diferente. Los hay que han funcionado más o menos, pero creo que el indulto es necesario porque no existe el toro perfecto y hay que indultar al toro que tiene mayor número de cualidades positivas posibles.
-¿Cuáles son esas cualidades en su opinión?
-Es, ciertamente, un toro excepcional pero, ante todo, debe ser un toro que transmita, que tenga duración y ritmo. Aunque el presidente, el ganadero y el torero se pongan de acuerdo, al final es el público y una plaza entera quien pide que se le perdone la vida al toro y eso es lo más bonito.
-En su caso la lidia es aún más exigente por el tercio de banderillas y la mayor duración que debe tener su toro. ¿Hablaríamos entonces de un toro aún más excepcional?
-Al contrario, porque el toro en el tercio de banderillas se oxigena mucho más y no se gasta tanto. Según mi concepto de la lidia a los toros se les ayuda. Les doy su tiempo y les quito muchos capotazos. Al moverse a su aire se sueltan también y eso es beneficioso para ellos.
-Hay cuatro ganaderías que se desmarcan claramente en su trayectoria en cuanto a número de indultos, las de Santiago Domecq y Julio de la Puerta, en España, la de Huagrahuasi-Triana, en Ecuador y la de Rancho Grande-El Prado, en Venezuela. ¿Qué representan para usted?
-En el caso de Venezuela, la de Rancho Grande ha sido la ganadería que más he matado y una de las mejores que hay allí. Por estadísticas era más o menos lógico que indultara. La de Huagrahuasi, en Ecuador, es también de los mejores hierros, por no decir el mejor, y el más parecido en embestida al toro español porque allí las ganaderías tienen unas características diferentes. Julio de la Puerta es una ganadería que me encanta y a la que sigo mucho. Además, han conseguido que me sienta muy a gusto. Y la de Santiago Domecq, pese a ser una ganadería más corta y haberme tropezado menos con ella en mi trayectoria, es una de las mejores que hay en la cabaña brava, junto a la de Hermanos García Jiménez, que me encanta.
-¿En qué ha cambiado desde el primer indulto protagonizado con 'Cerrerito' en Valencia (Venezuela) en 2000 al último con 'Retador', de Huagrahuasi, el pasado diciembre en Quito?
-La ilusión y las ganas son las mismas. Me acuerdo de aquel indulto en Valencia como si fuera ayer. Lo disfruté muchísimo porque el toro se movió mucho y le hice de todo. No ha variado mucho mi tauromaquia en ese aspecto. El de Quito fue un toro que empezó con sus matices, lo fui haciendo y al final terminó siendo de indulto. La capacidad, la solvencia y la madurez de construir algo desde cero es ahora más fácil que hace dieciocho años.
-Siguiendo con América, puede enorgullecerse de haber indultado un toro en la plaza más grande del mundo, La México.
-A 'Bomboncito'. Es algo que me hace feliz y me llevo para mí. No está al alcance de todo el mundo.
-Se dice siempre que un buen toro descubre a un mal matador. Un toro de indulto ¿es una prueba de capacidad suprema del torero?
-Un toro bravo y exigente o con características muy peculiares sí que puede mostrar cuando un torero está en buen o mal momento. Hay grandiosos toreros que por su tauromaquia o por su concepto de exigirle a los toros no tienen demasiados toros indultados en su palmarés y eso no quiere decir que no sean buenos toreros. Al contrario. Para tener un amplio número de toros indultados también hay que tener la capacidad de entender al animal, de darle tiempo, de saber cuándo apretarle y cuándo no y eso es algo que se coge con el tiempo. En el caso del maestro Ponce no es sólo pensar en ti, en tu faena y en lo que quieres hacer, sino en ser capaz, en ciertos momentos de la lidia, de abrir la mente y ser generoso con quien tienes delante.
-¿Coincide el toro soñado por el ganadero con el toro soñado por el matador?
-Siempre se ha dicho que los toreros no son buenos ganaderos. Quizás se busquen cosas diferentes. Depende mucho del concepto de cada torero y de cada ganadero. Al final vas seleccionado una personalidad o una forma y lo bonito y lo difícil es no cambiarlo salga bien o mal. A partir de ahí hay toreros a los que les encanta la clase y la suavidad, mientras que a otros les gusta la transmisión, el movimiento y el espectáculo. Cada ganadero es un mundo, pero reunir en un mismo toro bravura, clase, ritmo y duración es muy difícil.
-¿Qué toro recuerda con especial cariño entre todos los indultados?
-Quizás, por ser el más famoso, 'Cortesano', de Daniel Ruiz. Aparte, he tenido hijos de él cubriendo en casa y estoy loco por ver ya alguna prueba. Es una ganadería que en su momento me aportó muchísimo y, en concreto, ese toro ha supuesto un antes y un después porque ha sido uno de los toros que mejores resultados ha dado, no sólo en la casa de Daniel, sino en alguna otra ganadería en la que ha estado. Que cambie el concepto de una ganadería y que, encima, se le indulten un montón de hijos ha hecho que sea uno de los toros más significativos que he toreado.
-¿Ha sido el toro que más se ha acercado a su ideal?
-Sí. Ese toro tuvo clase desde el capote. Recuerdo que lo toreé de rodillas a la verónica y ya tenía ritmo. Duró una barbaridad y lo toreé a placer. Ha habido otros toros a los que he tenido que buscarle las vueltas, toros medios con muy buen fondo pero como toros completos de embestir de principio a fin, sin duda Cortesano. Indultarlo también en Granada supuso un plus añadido, que sólo me lo llevo yo.
-Por tanto ¿su día más feliz también en una plaza?
-Quizás sí porque salió todo bien y era mi primer indulto importante en España. Pero, a nivel personal, por satisfacción y por haber sabido superar ciertas adversidades, las dos tardes con los seis toros en Granada. Solo yo sabía lo que llevaba por dentro, no se me notó, tiré para adelante y logré acabar las dos tardes.
-Desde que usted es también ganadero con el hierro de Trinidad ¿entiende mejor a los ganaderos y valora mejor su trabajo?
-Muchísimo. Que embista un toro como queremos hoy en día es casi imposible. Se le pone mucho cariño, fe y trabajo durante largo tiempo, pero siempre existe el riesgo de que ese toro no embista como uno espera. Es muy sacrificado. El torero tiene un día regular y en los días siguientes puede solucionarlo. El trabajo en el campo y en la ganadería es muy lento, hay que tener mucha paciencia.
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